“Enfrentamos una elección de Estado”

Hace un rato que dejó de llover. A unos metros de la sede del Instituto Electoral del Estado de México está el hotel de cinco estrellas que Alejandro Encinas, el candidato de izquierda, eligió como su búnker. Son casi las siete de la noche y desde hace más de una hora se espera que alguien, quien sea, diga algo. Allí están los medios, sus cámaras, sus grabadoras. Todas sus preguntas que caben en una sola: ¿qué pasó?

Ya hace un rato desde que Jesús Zambrano, líder nacional del PRD, habló de baja participación. Más desde que Manuel Camacho Solís, representante de la coalición Unidos Podemos Más, dijo que había una elección de Estado. Otro tanto desde que Luis Sánchez, dirigente del perredismo mexiquense, denunció hostigamientos, compra de votos, represión, amenazas… un poco menos desde que las encuestas, cualquiera de ellas, dieron al priista Eruviel Ávila el triunfo en las elecciones del Estado de México.

A lo largo de la tarde los decibeles en la conversación perredista fueron bajando su intensidad, y en pocas horas se pasó del grito
y el festejo al murmullo y al silencio. Son casi las ocho de la noche y frente a los números opuestos no hay reacción.

Todo está listo para el chacal. Unos afilan los cuchillos. Otros se muestran incisivos y babean. Pero frente a los medios no hay nadie. Un templete. Un micrófono. Una mampara que dice que Encinas puede más. Sólo eso, que no es nada. Un fotógrafo sugiere que alguien, quien sea, arroje sobre el templete una toalla. Amarilla, si es posible. Nadie la arroja.

Se dice que Zambrano está en un salón privado. Con él Luis Walton, líder nacional de Convergencia. Con ellos Luis Sánchez y otros. Todos en un encierro que cocina una respuesta. Eso se dice. Los medios, los únicos frente al suceso, esperan.

A las 20:24 de la noche llega la izquierda a un salón atestado por la prensa. Camacho es el primero al micrófono y dispara: hemos enfrentado una elección de Estado. Un gasto excesivo. Una autoridad electoral totalmente favorable al PRI.

Pero el proceso mexiquense nació gemelo siamés de la elección presidencial y es por eso que Camacho dice, sin duda, que “estamos ante el anticipo de lo que sería la elección federal… estamos ante el proyecto de restauración autoritaria… estamos ante el viejo PRI… ante el laboratorio del retroceso político de México…”

Sigue Walton, luego Zambrano. Todos hablan de retroceso. De la vuelta de los tiempos. De que en la entidad alguien le ha puesto el pie a la democracia mexicana y ésta ha caído hasta los años 70, los 80. También culpan al PAN
por permitirlo.

“Peña Nieto se ha constituido en una verdadera amenaza para la democracia. En un peligro para México por ser justamente la cabeza de este proceso de regresión autoritaria, y lo vamos a enfrentar y lo vamos a vencer”, cla-
ma Zambrano.

Al final aparece Encinas. Antes, cuando llega, le aplauden. Le echan porras. Consignas. “¡Encinas! ¡Encinas!”. Y ahora allí está. Con sus lentes puestos. Mirando a todos. Siendo visto. “El dinosaurio está vivo. Y en sus últimos estertores ha dado un coleta-
zo”, comienza.

Encinas nunca lee un solo discurso. No lo hizo a lo largo de los 45 días de campaña y hoy, al final de este largo día sin sol, saca unos papeles de la bolsa de su saco. Se pone los lentes y comienza a leer una respuesta:

“Nos hemos enfrentado a una elección de Estado. Con la intervención de poderes fácticos, que representan una regresión autoritaria”. Encinas logra el silencio de la sala. Por un momento su completa atención.

El candidato de izquierda ha visto el paso del tanque impulsado por orugas. El PRI. No admite derrota. No se inmuta. No se le quiebra la voz. En cambio, lanza un ladrillo al IEEM y lo acusa de permitir un dispendio que ha hecho de la elección local la más cara en la historia del país. Incluso de América Latina.

Encinas anuncia la apertura de un frente jurídico: “En todos los casos en que nosotros identifiquemos irregularidades, violaciones a la ley, abuso de la autoridades; en el ejercicio pleno de nuestros derechos vamos a dar una pelea jurídica en las distintas instituciones”.

Advierte: “Si es necesario nos movilizaremos, sin afectar los derechos de nadie y sin afectar la vida cotidiana de los mexiquenses.

Y dice que no se irá de esta entidad. “Más aún, anuncio que a partir de la próxima semana reiniciaré mis recorridos y giras por todo el Estado de México”.

Y allí está Encinas lanzando una profecía: hoy inicia el principio del fin de una de las peores eras de autoritarismo y corrupción en el Estado de México. Hoy inicia el principio del fin del grupo Atlacomulco.

Luis Contreras y Luis Velázquez, Milenio, 4 de julio.

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