HACIA LA NUEVA DIRIGENCIA DEL PAN. 6. EL PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN.

Los 29 comentarios comprendidos en este rubro, 8.92% de los 325 sistematizados, se detienen a reflexionar sobre los escenarios de la relación presidente-partido. Por una parte, a propósito del priísmo, como se comentó en la Presentación; por otra, si esta relación supone una estrecha cercanía o cierta distancia. Todo apunta a que el Presidente Calderón se inclina hacia la primera opción, así como a la búsqueda de un partido de centro-derecha y no inclinado a la ultraderecha.

Lo que todos hemos presenciado, es que el secretario de Gobernación en estos diez meses de gobierno lo único que ha mostrado son dos cositas: una, que no es político ni tiene sensibilidad; se "tropieza" en cada una de sus intervenciones; le encargan leche y regresa con pan. Otra, que no es leal al presidente de la República.
A pesar de lo expuesto, el presidente Calderón parece más preocupado por "adueñarse" del PAN que por deshacerse de los ineptos y de los desleales. Ayer -al aceptar la renuncia de Germán Martínez Cázares a la Secretaría de la Función Pública- dio un pasito más para tratar de recuperar el partido.
Doble oportunidad entonces para Calderón, consideran los analistas: recuperar el poder y el partido al mismo tiempo. Obviamente no está fácil, mucho menos después del "septiembre negro".
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 28 de septiembre.

Por lo demás, la definición de que fuera Germán Martínez el enviado de Calderón a la disputa interna por el PAN confirma que el Presidente decidió terminar con la estrategia que inició en junio pasado, en la Asamblea Nacional, para tomar el control de la dirigencia panista y replegar a los grupos conservadores que tomaron por asalto el partido durante el sexenio de Vicente Fox.
De haber enviado a César Nava, el mensaje de Calderón hubiera sido de cierta conciliación y convivencia con los ultras, que tan incómodos han sido para su gobierno; pero al mandar a Germán, un político formado en la línea doctrinaria y tradicional de Carlos Castillo Peraza, el mensaje es que la batalla será con todo para que esos grupos vuelvan a la contención histórica en que siempre los ubicaron los fundadores del PAN
Así que Juan Camilo Mouriño, el superasesor presidencial, tuvo su primer “estate quieto”; el manotazo de su jefe fue para recordarle que por mucha influencia y confianza que le tengan, las decisiones sólo se toman en el despacho principal
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 28 de septiembre.

El presidente Felipe Calderón empezó a mover sus piezas y, luego de las batallas en el exterior, empieza su campaña interna.
No es ninguna revelación decir que Germán Martínez Cázares es el alfil enviado a tomar el partido del mandatario, el PAN, y que dentro de éste hay una fuerte corriente, encabezada por su actual dirigente, Manuel Espino, opuesta de manera decidida a que el partido dependa de la Presidencia de la República.
Falta conocer al abanderado de la “autonomía” partidista. Espino tiene derecho a la relección. También podría perfilarse el ex secretario de Gobernación Carlos Abascal.
Miguel ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 28 de septiembre.

Que aun cuando Felipe Calderón veía “con buenos ojos” a su secretario particular y amigo de muchos años, César Nava, como posible candidato a la dirigencia nacional panista, lo que favoreció a Germán Martínez fue que el ex secretario de la Función Pública tiene más experiencia para lo que viene: enfrentar los comicios federales de 2009, cuando el PAN luchará por obtener la mayoría en la Cámara de Diputados.
Además, el Presidente aquilata mucho el trabajo estratégico de César Nava y no quiere “experimentar” con nadie más.
“Trascendió”, Milenio, 28 de septiembre.

El bufo proceso de restitución de los rituales priístas continúa en Los Pinos, donde ayer el copresidente Felipe Calderón hizo que un miembro de su gabinete LegaL (gabinete Gelele) renunciara a la estratégica tarea de no hacer nada en cuanto a castigo de altos burócratas corruptos y pasara a tratar de desplazar desde ahora al presidente panista incómodo, es decir, al molestísimo Manuel Espino, que goza de las antipatías más cultivadas del jardín político bonsái que hace como que gobierna el país
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 28 de septiembre.

La renovación de la dirigencia no es asunto menor para el gobierno de Felipe Calderón, por tres razones esenciales: a) quiere a un hombre suyo en la presidencia de su partido (uno que no se comporte como el peor de sus opositores); b) necesita a un dirigente panista que tenga juventud y experiencia a un mismo tiempo, para que pueda darle la batalla a quien resulte elegido dirigente perredista (más aún si resultara ser Alejandro Encinas, alfil de López Obrador, y no Jesús Ortega) y, c), porque, actualmente, las bancadas blanquiazules, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, están conformadas y mayoritariamente coordinadas por personajes del grupo espinista. Calderón quiere, con miras a la elaboración de las listas del PAN para 2009 a uno de los suyos al frente del proceso
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 29 de septiembre.

Que todo estaba preparado para que en la ceremonia de relevo del secretario de la Función Pública, en Los Pinos, Germán Martínez hiciera sus primeras declaraciones “fuertes” como precandidato a la presidencia del PAN.
Pero alguien, de último momento, sugirió que mejor lo hiciera en las escaleras, para que sus adversarios no dijeran que estaba aprovechando la cobertura e infraestructura de Felipe Calderón.
De cualquier forma, Manuel Espino y su gente protestarán por lo simultáneo de la remoción de Martínez y las declaraciones de César Nava, secretario particular de Calderón y hasta ayer también precandidato a la titularidad blanquiazul, de que daba un paso al lado “para que Germán pudiera dar un paso al frente”.
“Trascendió”, Milenio, 29 de septiembre.

Las indiscreciones de Fox y Marta benefician a Calderón porque debilita la fuerza de la mancuerna Espino-Fox contraria a sus posiciones dentro del PAN. Ha sido tan completo el desguace de Manuel Espino, que el Presidente decidió enviar a Germán Martínez a competir por la dirigencia nacional del PAN y no a César Nava, su secretario particular, quien habría sido un candidato de mayor consenso. Como es bien sabido, durante meses el grupo calderonista especuló con la posible candidatura de ambos, para arrebatar el control del PAN a las fracciones de derecha. César Nava, quien tiene vínculos familiares y personales con los sectores más conservadores del panismo era la opción más conciliadora. Pero Calderón se siente con tal confianza en el balance de correlación de fuerzas, que optó por Martínez Cázares, un heredero de la corriente de Castillo Peraza, vista con suspicacia por los grupos conservadores
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 30 de septiembre.

Pareciera que Calderón no sólo va por el control del partido para arropar su gestión sexenal, y para darle matices de congruencia y eficacia, sino que pretende ser la simiente de un proyecto político de largo alcance; una continuación del espíritu que animó el nacimiento del PAN; filosofía que “abrevó y hasta mamó” en su infancia. ¿Qué quiere decir eso? Que en tanto heredero de la cultura y el espíritu fundacional de Acción Nacional, de la escuela de los Gómez Morín y los Calderón Vega —de sus padres político y biológico, respectivamente—, Felipe Calderón va por lo que la corriente partidista a la que pertenece llama “la tercera generación” de Acción Nacional.
Es decir, aquella que ya trascendió el apostolado ideológico, por un lado, y la práctica opositora, por otro, para convertir a Acción Nacional en el “partido del gobierno”. El sábado 25 de noviembre de 2006, a unos días de la toma de posesión, se llevó a cabo un consejo nacional del PAN en el que Felipe Calderón dibujó lo que hoy parece una estrategia clara. Es decir, regresar al origen de su partido, a su doctrina y sus postulados, pero ya no en condiciones de mártires de la democracia y menos en calidad de meros opositores a los regímenes del viejo PRI, sino en calidad de partido en el poder. Entonces reclamó el apoyo del “panismo real” y dejó ver que la desviación ideológica que denunció su padre y que motivó su salida del PAN, debía ser corregida.
En esa lógica —la de Calderón, por supuesto—, el nuevo camino que emprenderá su partido —y su gobierno en primer lugar—, deberá dar los pasos necesarios para alcanzar para regresar a los objetivos fundacionales del PAN. ¿Y quiénes son llamados a ese objetivo? Otra vez desde la lógica de Calderón, los llamados serán los panistas doctrinarios. Por eso, desde la casa presidencial se impulsa a Germán Martínez Cázares, el político que, según Calderón, cuenta con los arrestos y la formación para esa tarea
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 30 de septiembre.

Desde los tiempos de su formación en el “establo político” de Carlos Castillo Peraza —antes, durante y después de la gestión de Calderón como presidente del PAN—, el hoy Presidente se propuso trasladar al PAN hacia un esquema más de centro, de mayor distancia con la derecha extrema y, sobre todo, de la derecha radical. El Felipe Calderón, presidente del PAN —y a pesar de sus fuertes peleas con Vicente Fox, a quien ya Castillo Pereza motejaba como un “político bulto”—, rompió con dogmas de la derecha y la extrema derecha, al proponer de manera pública la necesidad de “correr” la ideología del PAN hacia la “centro derecha”. En esos tiempos, Germán Martínez Cázares acuñó una frase que hoy tiene un alto significado —y que recordó el columnista Francisco Garfias recientemente—: “No podemos seguir siendo identificados como los ‘meones de agua bendita’.
Lo cierto es que Calderón ha emprendido una suerte de “rescate del PAN”, luego de que en 1988 fue arrastrado por las ambiciones presidenciales de Vicente Fox y por la realidad político-electoral de que el único capaz de competir con el PRI en la elección de julio de 2000, era el guanajuatense. En esos años, Calderón fue obligado a renunciar a su derecho de reelección, fue “atropellado” por la necesidad de Fox y de un grupo fuerte en AN, que proponía negociar con el gobierno de Ernesto Zedillo un pacto por el asunto del Fobaproa, y hasta fue echado de la campaña. Entonces se fue al extranjero a estudiar una maestría en Economía. Y claro que en ese tiempo pensó en renunciar al partido, igual que su padre. Pero en una larga platica con la numerosa familia Calderón —la que por cierto debió alejarse del gobierno—, decidió seguir para dar la batalla desde dentro
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 30 de septiembre.

La decisión de enviar a Martínez Cázares como candidato a la dirigencia del PAN tiene como objetivo central recuperar para la presidencia de la República a ese partido, dado que su actual líder, Manuel Espino, se resiste a reeditar el modelo priista de partido-gobierno.
Es claro que Calderón no lo entiende así, pero sin duda busca que una vez con alguien de su máxima confianza como líder del PAN, desde ahí estará en capacidad de influir de manera decisiva en las posiciones de los legisladores del albiazul en el Congreso y, de paso, romper con el trípode PRI-PAN-PRD que ha tomado el control del Poder Legislativo y tiene como propósito llevar al sistema político del país a un esquema semiparlamentario.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 1º de octubre.

El viernes, sin guardar las formas—que dijeron todo del fondo—, Germán Martínez renunció a la SFP y con absoluto descaro señaló que junto a César Nava gobernarán al PAN. El Gymboree presidencial cerró filas alrededor del dedito retozón que designó a Martínez Cázares desencadenando la farolera foto de júbilo. La foto, mi estimado, que pintó el tamaño de la ruptura panista rumbo a su sucesión interna de 2008.
Germán, quien lamentablemente habla de la sana cercanía (¿obediencia incondicional, sumisión rastrera y/o subordinación absoluta?) que habrá con Calderón. Germán, el candidato de Los Pinos para continuar sometiendo a militantes y legisladores azules que osen cuestionar los deseos presidenciales. Germán, el primer alfil visible para 2012 aunque Santiago Creel sintiendo que la vida le da otra oportunidad política ignora que Felipe lo utiliza como su punta de lanza de los planes contra el duopolio televisivo y a su tiempo le dará su ración de flit.
Felipe, quien emblema el rencor y cuyo puño desciende sobre aquellos que titubearon o no se la jugaron con él, sobre quienes lo subestimaron y se burlaron.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 1º de octubre.

Germán Martínez Cázares y Gerardo Priego han anunciado su aspiración en el PAN. La del ex secretario de la Función Pública es una candidatura esperada, pues un proceso de consulta entre el equipo de Calderón y con consejeros afines oreó la decisión de quién, desde esa óptica, reunía el mejor perfil para encabezar el partido. Ese sondeo puso un sello oficialista a la candidatura de Germán —su misma circunstancia de miembro del gabinete—, pero nuevamente la percepción es lo que contó frente a la realidad. La superficialidad con la que uno puede asomarse por la ventana entraña el riesgo de asumir a pie juntillas que el Presidente impuso un candidato, y no que tuvo que superar miedos propios y la desconfianza que lo alcanza con no poca frecuencia. Que entre ese equipo se optó por Germán, de entre éste y César Nava, no hay duda. Que sería un incondicional no es cierto
Javier Corral, El Universal, 2 de octubre.

Sólo Calderón está al tanto de las aptitudes de su amigo como dirigente político de alcance nacional. A pesar de haber sido secretario de la Función Pública durante diez meses, el abogado Martínez es desconocido para la ciudadanía. Pasó por la administración pública sin pena ni gloria, aunque ahora ya puede incluir en su hoja de servicios que ocupó una de las sillas del gabinete presidencial, aunque sólo fuera para calentarla. La temprana renuncia dice más del Presidente que de Germán Martínez.
Dice, por ejemplo, que Calderón está resuelto a ganar su partido desde Los Pinos. Va con todo por el PAN. Lo que no pudo lograr en la campaña y tampoco durante el arranque de su mandato, lo busca alcanzar a través del Sr. Martínez. Esto es, arrebatar los puestos de dirigencia a la cofradía filo yunquista de Espino y Abascal. Quiere tener voz y voto en la conformación de la lista de candidatos del PAN para las siguientes elecciones y diseñar la estrategia de 2009 y el 2012.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 2 de octubre.

Para la administración de Calderón el apoyo del panismo es decisivo. Por las razones que sean, justificadas o no, ese apoyo no se ha percibido en la gestión de Manuel Espino y el Comité Ejecutivo de éste. Un gobierno, lo hemos dicho muchas veces, se sustenta en tres patas: la conducción política (incluida la seguridad), que tendría que estar en la Secretaría de Gobernación, la política social y su partido. En las tres tiene problemas el gobierno de Felipe Calderón y, en el caso de su partido, eso se ha puesto de manifiesto con la lejanía con que la dirigencia partidaria, más preocupada por promocionar, es un decir, a Vicente Fox, ha visto las negociaciones con los demás institutos políticos, durante este ciclo de reformas. Puede ser verdad, como dice Espino, que ello ha sido así porque no existe confianza del equipo gubernamental en la dirigencia panista, pero esa desconfianza se ha generado por tres años de continuos desencuentros
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 5 de octubre.

Lo único que le faltaba a Felipe Calderón para reforzar su posición política era recuperar la dirección del PAN. Durante este primer año de gobierno, el Presidente ha tenido que enfrentar el golpeteo de la izquierda lopezobradorista y de la derecha representada por Manuel Espino. Junto con este dirigente, el ex presidente Vicente Fox ha conformado una especie de oposición interna destinada a mostrar la fuerza de aquellos panistas que perdieron con la elección de Felipe como candidato del blanquiazul: Espino tratando de estorbar la labor de gobierno, y Fox con sus trasnochadas aspiraciones políticas ahora al frente de la Internacional Demócrata de Centro.
Es por ello que la postulación de Germán Martínez Cázares como la carta de Calderón para dirigir al PAN tuvo que adelantarse. Había que demostrar cuál era la voluntad presidencial antes que el dúo Fox-Espino intentara alguna maniobra capaz de imponer una candidatura afín. El mensaje no pudo ser más claro. Martínez Cázares ha sido enviado a sustituir a Espino con la finalidad de servir como enlace entre gobierno y partido, anulando el saboteo constante por parte de los grupos extremistas del PAN. Además, su labor estará encaminada a lograr la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en el 2009, lo que le permitiría al Presidente proponer reformas más profundas y efectivas que las aprobadas en estos días.
Ezra Shabot, Reforma, 5 de octubre.

Esa desconfianza hacia los “no puros” se vuelve ahora en el talón de Aquiles de las aspiraciones de Germán Martínez y del calderonismo en general. Porque, a estas alturas, el presidente Calderón necesita sumar, ampliar el círculo de sus adeptos, y su gente, abrir las puertas de esa cerrada casa imaginaria de “los puros” que tan celosamente cuidan. Que también lleguen y entren los buenos. Harán mucha falta porque para el gobierno vienen días difíciles: enero está a la vuelta con la flama más ardiente del gasolinazo y la necesidad de sacar adelante otras reformas, al menos las de seguridad. Y hay otros que igualmente juegan: Marcelo Ebrard y los gobernadores del PRI toman el papel de redentores y se proyectan con políticas sociales destinadas a paliar los efectos adversos de la reforma hacendaria.
De tal guisa que esta primera jugada en el tablero, por causas partidistas, viene a complicar aún más los estrechos márgenes de operación presidencial. Porque de momento no resuelve nada y faltan cinco largos meses para el relevo en el PAN. Y porque, tarde o temprano, la evaluación de las otras piezas resultará inevitable y entonces ser “de casa” y confiable no habrá sido suficiente en un país que reclama resultados para todos.
Ivonne Melgar, “Retrovisor” Excélsior, 6 de octubre.

Y es que en Acción Nacional parece que la política sucesoria se decide en una suerte de “partida de ajedrez político”, en donde el huésped de Los Pinos movió con mucha anticipación a uno de sus “alfiles” —desde el anterior Consejo Nacional—, cuando se hizo creer a todos que “el bueno” para presidir al PAN sería César Nava, el secretario particular del Presidente, cuando en realidad la “carta fuerte”, el virtual “tapado” era el hasta hace días secretario de la Función Pública.
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 8 de octubre.

Ya en el poder, y con un proyecto político personal y de grupo de corto y mediano plazos, a ciertos panistas, entre ellos Felipe Calderón, ese comportamiento priista no les parece reprobable, sino un modelo a seguir. La foto en la que Juan Carlos Mouriño y César Nava aparecen flanqueando a Germán Martínez, los tres muertos de risa, no deja lugar a dudas de que se pretende reeditar ese aspecto controvertido del antiguo régimen y que la jefatura del partido en el poder sea de nuevo apéndice de Los Pinos.
Desde luego, para Calderón es insostenible que el PAN esté dirigido por un grupo político adversario, que se la ha pasado poniéndole piedritas y piedrotas en el camino; pero de eso a mandar a los chicos de su staff personal a tomar por asalto las oficinas de Avenida Coyoacán hay una distancia enorme. Estamos ante una decisión que afectará de manera significativa el camino del PAN en los próximos años y que puede generar grietas, que se conviertan en fracturas y terminen en desprendimientos importantes.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 9 de octubre.

Es decir, Calderón está a punto de cometer el error del reinado priista: subordinar el partido y por tanto la política a la voluntad del puño presidencial. Si Germán Martínez gana la presidencia del partido, entonces el verdadero jefe del PAN será el presidente de la República. Y como en el pasado priista, los aspirantes a cargos de elección popular en el PAN tendrán que hacer cola en la residencia presidencial de Los Pinos.
Y el PAN tendrá que entrarle a la nefasta práctica del dedazo que tanto costo político tuvo para el PRI y que alejó al PRI y a los priistas de las bases. El hecho de que el jefe de la campaña de Germán Martínez sea el secretario particular del presidente de la República, César Nava, es de suyo un indicio de aquellas épocas en donde el PRI se manejaba desde Los Pinos y el presidente del CEN era una mera figura decorativa, para decir lo menos.
Por tanto, la elección del próximo Comité Ejecutivo Nacional del PAN será decisiva para definir el rumbo del partido hoy en el gobierno federal: un partido para la sociedad y los militantes y éstos sobre el gobierno para exigirle rendición de cuentas y buena administración o un PAN ya priizado y controlado desde la presidencia de la República. Es decir, un PAN como partido de Estado, un PAN repitiendo el modelo del PRI.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 9 de octubre.

Porque al enviar a Germán Martínez como su candidato a dirigir el PAN, el mensaje de Calderón a Espino y los grupos de ultraderecha fue bastante claro: desde Los Pinos iban con todo para sacarlos de la dirigencia y arrinconarlos a sus posiciones históricas. Los conservadores no sólo captaron el mensaje, sino que desde el principio evitaron la confrontación y le hicieron guiños a Germán, como aquella fotografía que Carlos Abascal salió a tomarse con el enviado de Felipe Calderón
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 9 de octubre.

Tan activo promotor electoral como su antecesor, que fue determinante para hacerlo presidente de la República, Felipe Calderón no se recata para participar, indirecta pero inequívocamente, en la elección de su amigo Germán Martínez como líder del PAN, y menos para hacer abierto proselitismo en su estado natal. Estuvo allí el fin de semana, anunció inversiones federales y la intensificación del programa de seguridad pública que impresiona más al público que a los delincuentes, a los que dejan impávidos, y de allí coligió que "a Michoacán le va a ir bien", que es el lema de campaña de Salvador López Orduña, el candidato de su partido al gobierno del estado. Tal vez no lo hubiera sido, de no ser porque en Los Pinos se disuadió, quién sabe con qué artes, al diputado Benigno Quezada Naranjo, que se había proclamado aspirante al cargo y que a la postre se contentó, sus partidarios no saben por qué, con ser jefe de la campaña de López Orduña, a quien tal vez hubiera vencido en la contienda interna que quizá por eso se canceló.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 9 de octubre.

Para Calderón, rescatar al PAN es un imperativo. En el plano más pragmático y coyuntural: para seguir amarrando los hilos sueltos del ejercicio del poder, la falta de apoyo de la dirección de su partido ha favorecido la centralidad política del PRI; en lo simbólico: para mostrar a un Presidente que es el jefe real de su partido, como ocurre en otras democracias; para expropiarle el manejo de los aparatos (nacional y estatal) a grupúsculos que han abusado de las prerrogativas económicas, manipulado las candidaturas y manejado a su antojo las relaciones internacionales; para depurar su gabinete sobre la base de la eficacia y la lealtad (derrotar a Espino favorecerá deshacerse de los “compromisos” que se tradujeron en posiciones de gobierno), y para preparar la dura batalla de 2012
Alfonso Zárate, “Usos del poder”, El Universal, 10 de octubre.

Tan difícil, o costoso, resulta para Calderón someter a quien nunca lo quiso de candidato ni de presidente, que a casi un año de haber tomado el poder, el equipo central de Los Pinos apenas ha comenzado a saborear una presunta venganza al realizar una forzada maniobra de cargada oficial en favor de Germán Martínez para que éste desplace al villano Espino (maniobra hoy oscurecida, e incluso puesta en riesgo por la virtual sublevación de la chachalaca guanajuatense que demuestra en foros nacionales e internacionales que su lengua desatada está más que lista para hablar de temas electorales de 2006 si acaso sus intereses son tocados por el heredero rehén: negocias o suelto la sopa, sería la frase del Chente Ye Gon).
Julio Hernández López, “Astillero”, La jornada, 12 de octubre.

El diseño felipista de estabilidad básica se completaría con la adquisición del control del partido blanquiazul (para lo cual se formó una trinidad intencionalmente demostrativa de que el dedo de Los Pinos estaba tomando la decisión sucesoria en el PAN: Germán Martínez, Juan Camilo Mouriño y César Nava aparecieron juntos por doquier, para enfatizar el apoyo del jefe Felipe al candidato oficial) y llegaría a su momento crucial en 2009, cuando se haría todo cuanto fuera necesario para que el panismo ganara la mayoría en la Cámara de Diputados e hiciera transitable el último tramo de la historia felipista
Julio Hernández López, “Astillero”, La jornada, 12 de octubre.

Lo que está en juego es el reforzamiento de su alianza con el gobierno de Felipe Calderón, con el fin de actuar como apoyo de las acciones de gobierno pero también como garante de su efectiva realización, puesto que las promesas de campaña del Ejecutivo federal y de su partido lo llevaron al triunfo, y fueron apoyados por la primera mayoría de los ciudadanos en la pasada elección. En este sentido, el PAN debe abandonar la febril idea de jugar a ser una especie de parachoques del perredismo o del priismo, y concentrarse en ser un partido que apuntale las acciones de gobierno y vea que se cumpla lo prometido.
Acción Nacional debería caracterizarse por la contundencia de apoyo a su dirigente para que asuma plenamente la presidencia de su partido, sin que exista línea desde Los Pinos y prive una auténtica y legítima autonomía. Por eso, es necesario establecer claramente las condiciones y el tipo de relación que tendrá el partido con el gobierno para no caer en historias pasadas, cuando los partidos eran instrumentalizados por los presidentes. El fortalecimiento del partido en manos de una persona de las confianzas del Presidente, no debería llevar a pensar en automático que se está regresando a una especie de priismo.
Manuel Gómez Granados, Crónica, 14 de octubre.

Está en peligro el principal objetivo político de Felipe Calderón, que es ganar la elección intermedia del 2009. El mandatario pretende que el PAN obtenga la mayoría en San Lázaro en una elección irreprochable, sin denuncias de fraude, para obtener la dosis de legitimidad que no consiguió en el 2006 y de paso perfilar a su grupo para controlar la elección presidencial del 2012.
Los obstáculos principales para alcanzar esta meta no son, como pudiera pensarse, los partidos de oposición. El PRD, que estuvo a medio punto porcentual de quedarse con la Presidencia de la República, ha experimentado un brutal retroceso en las preferencias ciudadanas. El PRI, cuya estructura territorial opera bajo cualquier circunstancia, ha ganado elecciones sin incrementar sustancialmente su número de votos, sino aprovechando los elevados índices de abstencionismo en varios comicios locales.
El desafío para Calderón es poner orden en casa. Recomponer su relación con el PAN y con los grupos de poder que empujaron su candidatura el año pasado. Después del 2 de julio, el PAN ha tenido un desempeño electoral muy malo. Lo sucedido en Sinaloa en días pasados, donde el PRI lo arrolló, puede calificarse de desastre. El partido en el poder anda mal y de malas. Está al borde de una crisis interna que puede ocasionar desprendimientos importantes.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 18 de octubre.

El segundo paso en la operación calderonista fue un golpe quirúrgico. Y se dirigió a desarticular al “brazo armado” del foxismo, representado por Manuel Espino. La petición de Espino para adelantar la elección de su sucesor, y su inminente declinación a reelegirse, no fueron sólo un acto de “generosidad” política.
Detrás del cambio radical en la actitud del dirigente panista hubo negociaciones en las que a Manuel Espino le mostraron varios expedientes que lo involucran en situaciones comprometedoras, que tienen muy bien documentadas en el gobierno. El mensaje fue directo y personal de los operadores calderonistas a Espino: “Te retiras y te haces a un lado o te atienes a las consecuencias”. Y mágicamente, el combativo y pendenciero líder del blanquiazul, se volvió un dócil y “generoso” político
Salvador García Soto, “Serpientes y escaleras”, El Gráfico, 18 de octubre.

Felipe Calderón, a quien Espino ahora compara con Martín Lutero como si el PAN fuera la corrupta Iglesia de la Reforma del siglo XVI sencillamente convirtió el PAN en un asunto de importancia primordial para lo cual era necesario (de facto) darle a la presidencia del partido una categoría similar a una secretaría de Estado.
Por eso ha subido en el panorama político nacional el señor Germán Martínez.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 24 de octubre.

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