Que a la pregunta de si George W. Bush es en efecto “un vaquerito”, Vicente Fox le respondió a los periodistas del Chicago Tribune: “Mejor lean mi libro”.
En su libro La revolución de la esperanza, el ex presidente Vicente Fox reniega de su cercanía con la Casa Blanca y acusa a Estados Unidos de haberse convertido en juez, jurado y policía del mundo tras la guerra de Irak.
Fox se mofa además de Bush y cuenta que en la visita que hizo al rancho San Cristóbal en Estados Unidos se negó a montar un caballo brioso.
¿Cómo un vaquerito?
“Trascendió”, Milenio, 20 de septiembre.
Por cierto, un adelanto del libro de Chente, Revolution of hope, que saldrá a la venta el 4 de octubre y que el miércoles hizo The Washington Post:
Dice Chente que el mandatario George W(ar) Bush "es el tipo más vanidoso que he conocido en mi vida y un vaquero de parabrisas, con miedo de montar un caballo".
¡Újule!, dicen, ¿no que eran muy amigous?.., esos amigos de Fox..., casi le dice "vaquero montaperros"..., al rato Bush va a decir que Chente es "un infiltrado de Osama ben Laden", y va a invadirnos (¿más?), y todo por culpa (otra vez) de Fox...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 21 de septiembre.
Y ya como cereza de este pastel, hay que rescatar la descripción que hace Fox de su “amigo”, “socio”, George W. Bush en el libro Revolución de la esperanza:
—El tipo más arrogante que he conocido en mi vida…
Dice que es un vaquero de parabrisas, que tenía miedo a montar un caballo poderoso
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 21 de septiembre.
El ex presidente Fox se aventó la puntada de hacer, no sólo una, sino hasta dos autobiografías: la primera, que saldrá a la venta próximamente en Estados Unidos, titulada Revolution of hope (o sea, la Revolución de esperanza… ¿de cuál, exactamente?). Y, para que no quede ninguna duda de los dones de doña Marta, con su teacher en inglés, será en ese idioma en el que esa primera autobiografía se presentará en los apartados de novedades en Amazon.com y en Barnes&Noble. En México será publicada la segunda, de la cual todavía desconocemos el título.
Mago de los medios como es, Vicente Fox dio inmediatamente la nota en Estados Unidos. El diario The Washington Post reveló el miércoles algunos extractos del libro La Revolución de la esperanza, en el que Fox Quesada escribe que Bush es "el tipo más arrogante y engreído con el que me he reunido jamás en la vida" y un "vaquero de parabrisas, atemorizado de cabalgar un caballo poderoso". Y este es el juicio que Fox deja a la Historia y la posteridad sobre su ex homólogo estadunidense: "Un amante de los caballos siempre puede darse cuenta cuando otros no comparten nuestra pasión". Peor aún, para documentar la ingenuidad de la política bilateral de los dos países durante su mandato, narra que George W. Bush le dijo que lograrían la reforma, porque para entonces el mandatario del vecino país del norte "había mejorado su español y dominado el saludo masculino tradicional de la cultura mexicana, el abrazo". Razones de enorme peso en ésta y en cualquier otra relación bilateral, sin duda…
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 21 de septiembre.
En sólo unos días, Fox dio una conferencia de prensa en Roma y fue entrevistado por la cadena estadunidense de tv en español Telemundo (misma a la que Fox negó entrada a México en 2006 cuando pretendió asociarse con el concesionario de Canal 40 para participar en una cadena nacional de televisión); asimismo, fue dado a conocer un avance del libro autobiográfico que Fox dictó a Rob Allyn (no Allen, como dice el reportaje de Quién), un consultor estadunidense en política que Fox conoció en 1997 y fue su asesor de cabecera durante la campaña por la Presidencia de México. El libro se llama Revolution of Hope. The life, faith and dreams of a Mexican president y ya es anunciado por la editorial The Penguin Press entre sus novedades para este fin de año. Aparecerá a mediados de octubre en Estados Unidos y promete como “gancho” opiniones más o menos escandalosas de Fox sobre George Bush. En México, Planeta publicará también, aún no se sabe cuándo, una biografía en español sobre Vicente Fox que éste dictó al escritor Alberto Vital, quien ha sido biógrafo de Juan Rulfo y ahora cambia de personaje. Todavía no se dan a conocer avances de este libro que seguramente, para mantener la atención mediática sobre Fox, tendrá algunas “revelaciones” y tal vez “ataques” hacia políticos mexicanos.
También para finales de 2007 el ex presidente planea inaugurar el Centro Fox, proyecto que, junto con su nuevo puesto en la internacional demócrata cristiana, le servirá para seguir participando en política
Fernando Mejía Barquera, “Cambio de frecuencia”, Milenio, 22 de septiembre.
Cuentan los todavía amigos de Fox que el autor del elogio al analfabetismo “escribió un libro”, en el que critica a George W. Bush... a toro pasado. Quizá por eso inquietó a tantos que el Presidente callara ante los micrófonos de la globalidad en Canadá, guardara silencio durante el duro debate de la reforma migratoria en Estados Unidos, y en Monterrey proclamara que “donde hay un mexicano ahí está la patria”; que “los muros, las razias contra los nuestros atentan, sí, contra nosotros, pero también atentan contra la prosperidad de Norteamérica.” Endureció el tono en casa ante la afortunada presencia de Gabriel García Márquez, con Natividad González Parás como anfitrión y en plena cuna de la patronal, el oximorónico “sindicato de patrones”.
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 23 de septiembre.
De hecho, no parece estarle yendo muy bien al libro de marras.
Amazon en Gran Bretaña lo tiene en 50% de su valor a 48 horas de haberlo puesto a la venta, y 12 de sus compradores ya lo colocaron en el mercado de segunda mano, dispuestos a perderle 70% del precio de tapa. Pero todo esto no evitará que los dichos de Fox no alimenten ni la incineración de su figura en amplios sectores mexicanos, ni exacerbe los ánimos en la clase política, ni vuelva a meter al presidente Calderón en presiones políticas para que su gobierno investigue los presuntos actos de corrupción de la pareja presidencial a fin de avalar lo que el tribunal popular ya dictaminó: culpables. Como bien recomendó un funcionario mexicano a sus colegas: “Abróchense los cinturones”. El libro, que venden sus editores como “la transformación de un chofer de camiones de la Coca-Cola que llegó a ser presidente”, es mucho menos de la imagen que pretenden de un Pigmalión tropical de la política. Como escribió un crítico de la obra en la edición corriente del semanario británico The Economist, “viniendo de un hombre que prometía tanto, el libro del señor Fox, como su presidencia, es curiosamente ligero. Su objetivo parece ser asegurarle trabajo en el circuito de las conferencias más que iluminar sus años en el poder”. El libro tiene, sin embargo, un spin doctor de primera categoría. Es Rob Allyn, coautor del mismo o, se podría decir, quien realmente puso con sintaxis adecuada las parrafadas comunes de Fox, a quien conoció como gobernador de Guanajuato en una conferencia en Monterrey en 1997, y que se convirtió en la verdadera cabeza creativa durante la campaña presidencial, responsable de haber convertido el naufragio del “hoy, hoy, hoy” que profirió semiembriagado —no se le bajó el vino de una larga sobremesa— durante la negociación del segundo debate presidencial, en la gran frase de campaña, e inventor de un organismo llamado Democracy Watch, que bajo el disfraz de ONG independiente que monitoreaba elecciones, fue creando una fuerte corriente de opinión pública contra el PRI en Estados Unidos, en una de esas injerencias electorales que le serían comunes en procesos posteriores. Allyn, un estratega político y fundador de una firma de relaciones públicas que fue adquirida hace pocos años por uno de los consorcios internacionales dedicados al maquillaje de los políticos, ha sido en la última década el álter ego de Fox y, recientemente, la persona que realmente impidió que el ex presidente y su ex primera dama se quedaran recluidos en el ostracismo en el rancho San Cristóbal. Sin Allyn, a quien su presidencia contrató para hacer cabildeo a favor del plan migratorio por 720 mil dólares al año, Fox no sería lo que es ahora.
En palabras de su ghost writer, como se denomina a quienes escriben libros que no son suyos, el nieto de Joseph Fox, un alemán que emigró de Ohio en 1914 para trabajar de velador en Guanajuato, “es un héroe de la democracia global”.
Raymundo Riva Palacio, “Estrictamente personal”, El Universal, 8 de octubre.
Faltaba más. Que su libro, como su presidencia, incurra en mentiras, es un pleonasmo que, no obstante, sigue echando alcohol en las heridas políticas de 2006 saboteando una menos violenta sanación nacional. Pero ese es Fox, y Allyn, y también Marta Sahagún. Como apuntó Reed Johnson en Los Angeles Times sobre el libro, a manera de recomendación, “cuando escriba una autobiografía en la que fustiga a sus predecesores como cleptopresidentes, lo mejor no es publicarla poco después de aparecer en una revista que muestra un hermoso rancho multimillonario”. Cierto. Sin que hubiera ninguna revelación, las fotografías publicadas en la revista Quién del rancho generaron una polémica encendida. Cuáles son las razones por las que esa edición, en su primer corte de ingresos, es la que mayor número de ejemplares ha vendido en la historia de Quién, no se saben. No hay nada nuevo, pero muchos ya se tropezaron. El secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, uno de ellos, que sin recibir línea alguna “metió las manos al fuego” por Fox, y los panistas queriendo hacer un deslinde del ex presidente y de su esposa, como si realmente estuvieran desasociados de todo. Allyn tuvo que salir en defensa de su socio para aclarar que el rancho es propiedad de todos los hermanos y que el Centro Fox está financiado 100% con aportaciones privadas. Las semanas de debate han ido alejando temores de quienes fueron chantajeados por la señora para aportar fondos que nunca fueron declarados. Está el ya famoso Jeep rojo, y están los Hummers, aparentemente regalados a Fox por el ex gobernador Arturo Montiel. No es lo único. ¿Quiénes son los donantes para el Centro Fox? ¿Qué recibieron a cambio de ello? En varios medios de comunicación ha habido amenazas laborales contra periodistas que criticaron a la pareja. ¿Qué es lo que todavía no terminamos de ver? Poco a poco empiezan a caer piezas en la prensa que arañan los secretos. Pero aún no es suficiente. Por esto, hay que darle gracias a Fox, que se lanza esta semana en su nuevo road show de medios, porque continúa tensando sus apoyos políticos y acelerando hasta el punto donde se tendrá que evaluar si ha dejado de ser un activo para convertirse un lastre, y si llegó el momento de cortarle el tubo de oxígeno que lo mantiene, hasta ahora, en la burbuja de la impunidad
Raymundo Riva Palacio, “Estrictamente personal”, El Universal, 8 de octubre.
EN LOS CÍRCULOS más conservadores de Estados Unidos se hacen una pregunta sobre el ex presidente de México que quiere que le sigan diciendo Presidente.
¿QUIÉN se cree que es Vicente Fox para calificar al mandatario estadounidense George W. Bush como un "Ranchero de Parabrisas"?
Y LA RESPUESTA es sencilla: ¡Pues un "Granjero de Jaguar"!
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 8 de octubre.
Vicente Fox ha querido titular su autobiografía (por lo menos su versión en inglés) como La revolución de la esperanza. Su trayectoria pública tiene, en efecto esa marca: la ilusión de un cambio profundo tras las décadas del monopolio. Sin embargo, su participación en la vida política terminó siendo la traición de esa esperanza. En ese ámbito, su vida pública es emblemática: un hombre asciende al poder venciendo enemigos poderosos. Contribuye a dar el paso decisivo y simbólico de nuestra democratización pero termina en el sitio donde han encallado buena parte de sus execrados antecesores: en el foso del desprestigio. Uno más en el montón de los ex presidentes denigrados. Su caída no es motivo de celebración. No me uno a quienes festejan su desgracia. El prestigio podrá ser alimento para la vanidad personal. Un hombre que goza del reconocimiento colectivo podrá vanagloriarse de los aplausos, de los elogios, de los homenajes. Pero, independientemente de que pueda sustentar su engreimiento, el prestigio es un recurso público, más que un patrimonio personal. Se depositará en un personaje que ha cultivado una imagen de servicio y de honorabilidad pero no es su propiedad. Se trata de una especie de encargo colectivo que ha de ser atendido y cuidado. Vicente Fox malgastó ese depósito. No solamente arruinó su gobierno; arruinó su nombre. Nuestra historia reciente sigue siendo una larga colección de desprestigios.
Jesús Silva Herzog Márquez, Reforma, 8 de octubre.
Me escriben Margarita Salazar Rojas, de Guadalajara, y los médicos Alfonso Martín del Campo y Juan José Bustamante, del Hospital General de la ciudad de México. Me dicen lo siguiente: “Hay un libro de Erich Fromm titulado La revolución de la esperanza, editado por el Fondo de Cultura Económica. La primera edición en español es de 1970. El título original en inglés es The revolution of hope, su primera edición data de 1968. Y lleva este subtítulo: Toward a humanized technology. Don Bizente y Rob Allyn, mostrando su gran ignorancia, están cometiendo un plagio al llamar a su libro The revolution of hope”. Así es, estimados amigos: Fox y Allyn, el publirrelacionista texano que recibió muchos millones del gobierno del guanajuatense, sólo cambiaron el subtítulo que aparece en letras pequeñas: La vida, la fe y los sueños de un presidente mexicano. Podría constituir una violación a los derechos de autor del ya fallecido sicólogo y sociólogo estadunidense de origen alemán, emigrado a Estados Unidos. Fromm vivió en México; su biografía indica que trabajó en la UNAM, fundó la Sociedad Psicoanalítica Mexicana en 1956, y en 1963 el Instituto Mexicano de Psicoanálisis
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 9 de octubre.
Y si a toda esta lluvia de declaraciones se le suma el nombre de su libro, La revolución de la esperanza, todo parece indicar que se lo plagió de una obra escrita por Eric Fromm.
Bueno, también podría ser un homenaje porque le encanta leer a Fromm…
Mmm, está bien: es poco probable. Bueno, lo más seguro es que ni siquiera lo sabía y ahora se entere.
Por cierto, en el libro de Fox se da una nueva versión de su boda con Marta Sahagún, la cual choca contra el relato de ella misma, que fue en un “acuerdo”. Pero bueno, se nota que le escribieron el libro. ¿Alguna objeción? Ninguna.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 10 de octubre.
Los editores de su reciente libro, La revolución de la esperanza, presentan al guanajuatense como un héroe de la democracia global, pero aquí esa imagen se ha ido esfumando. Algo parecido a lo que ocurrió con muchos de sus antecesores, a quienes tilda Fox —no sin razón, pero quizá mordiéndose la lengua— de ladrones y corruptos. Las encuestas de opinión empiezan a arrojar saldos negativos a su persona. Un sondeo telefónico, publicado por el diario Reforma, señala que casi 80% piensa que sus ranchos de Guanajuato valen más de lo que él afirma. Y 66%, que pudo muy bien haber incurrido en enriquecimiento ilícito. El 62% dice que debiera ser investigado a fondo y, en caso de hallarlo culpable, llegar a las últimas consecuencias penales. Aunque también más de la mitad (54%) piensa que la oposición pide dicha investigación por motivos políticos y no por amor a la verdad (3/Oct./06). Bueno, la rendición de cuentas, que es un elemento político (con eventuales efectos jurídicos), suele tener componentes sicológicos por parte de los agraviados (resentimiento, decepción, indignación) que en este caso son los ciudadanos de cualquier ideología. Y por lo mismo, los políticos suelen buscar una ganancia política de eso. Pero no por ello debe dejarse de lado la rendición de cuentas. La idea es sentar precedentes para que los gobernantes, sobre todo del más alto nivel, sepan que no gozarán de impunidad y que mejor se refrenen de cometer abusos. Tal como lo planteaba Platón: “El que desea infligir un castigo racional no toma venganza por un daño que ya no puede remediarse. Más bien se preocupa del futuro y cuida de que el hombre castigado, y el que presencia el castigo, se abstengan de delinquir en lo sucesivo”. Ese es el elemento esencial de la rendición de cuentas, haya o no deseos de revancha en los agraviados. Lo inaceptable sería que, por exclusiva venganza o debido a un estricto cálculo político, se pretenda ejercer una acción judicial sin fundamento (o con uno muy magro, como fue el caso del desafuero a Andrés López Obrador, suceso que el gobierno y el PAN presentaban como un estricto ejercicio de “rendición de cuentas”).
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 10 de octubre.
Que al menos dos organizaciones de residentes mexicanos en EU promueven un boicot contra el libro de Vicente Fox, La Revolución de la Esperanza, porque consideran que alienta las campañas antimigrantes.
Son de Rhode Island y Nueva York, y quieren que el texto se venda en 50 centavos de dólar, en vez de 18 dólares.
“Trascendió”, Milenio, 11 de octubre.
La dedicatoria lo dice todo: To the people of Mexico, with love. Un pensamiento admirable y enternecedor de parte del ex presidente Vicente Fox, salvo por el hecho de que esa primera línea y las 375 páginas que le siguen están en inglés, un idioma que no podrá leer la gran mayoría de las personas a las que supuestamente está dedicado este libro.
Este hecho confirma, como pocos, un rasgo revelador de Vicente Fox: nunca entendió cabalmente el privilegio que significó haber sido presidente de más de 100 millones de mexicanos y los compromisos que esa responsabilidad entraña no sólo durante los seis años de su mandato, sino también en su calidad de ex presidente. El libro de un ex mandatario constituye siempre un argumento político (un statement, diría Fox), particularmente si son memorias relativas a su gestión, justo al concluirlo. Todo indica que Fox no está pensado en los mexicanos que lo eligieron en 2000 y lo disfrutaron o padecieron a lo largo de seis años, sino en el público estadounidense que le pagará sus giras y conferencias en los años por venir
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 13 de octubre.
The Revolution of hope (título pirateado de un libro de Eric Fromm) es en esencia una larga visita a Foxilandia. El ex presidente, con ayuda del coautor Rob Allyn, construye la biografía de una especie de Mandela latinoamericano, quien ha dedicado su vida a luchar contra la tiranía. Y si bien no logrará convencer a nadie que no viva en el rancho San Cristóbal, es un libro que despertará el interés del lector atento.
Es curioso que esta edición en inglés haya sido lanzada por la editorial Viking Penguin, que pertenece a Pearson, un grupo mediático propietario, entre otras cosas, del Financial Times, el respetado periódico inglés en el que se publicó un largo reportaje sobre los abusos de la fundación Vamos México, a mediados del sexenio de Fox.
Se sabe que la editorial estadounidense intentó vender los derechos para su publicación en México, en nombre del autor. Creyendo que habría una verdadera disputa por quedarse con las memorias del ex presidente, los estadounidenses solicitaron cantidades importantes en calidad de anticipo. Para su sorpresa, varias editoriales en el país rechazaron el ofrecimiento, por considerar que carecía de suficiente interés para los lectores. Al final, un ejecutivo de una de las principales editoriales del país asegura que los representantes de Fox imploraban el pago al menos de 10 mil dólares, para no regresarse con las manos vacías y, pese a todo, el libro fue rechazado
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 13 de octubre.
Finalmente, se ha sabido que el texto será publicado, con modificaciones, por la editorial Aguilar, perteneciente a Santillana, del grupo español Prisa. A riesgo de ser mal pensados, es imposible olvidar que este grupo fue criticado en el ambiente de la industria editorial por recibir los contratos más abultados durante el sexenio pasado. Tampoco se puede ignorar que tan pronto como se anunció el triunfo de Felipe Calderón, Santillana fichó a su cuñado, Juan Ignacio Zavala, para ocupar un alto cargo ejecutivo.
En resumen, el libro de Fox es un texto huérfano de ideas o elaboraciones profundas. La verificación absoluta de que su autor no es un estadista. Eso sí, nadie puede acusarlo de ser aburrido. Esperemos que la versión en español mantenga los pasajes candorosos y nos ahorre las autoproclamas heroicas
Jorge Zepeda Patterson, El Universal, 13 de octubre.
Que a pesar del esfuerzo que desplegó en la semana para promocionar su libro Revolution of Hope, Vicente Fox no acaba de interesar mayormente en Estados Unidos. Ni siquiera en las ciudades de fuerte presencia mexicana.
Ahí está el ejemplo de la venta de boletos para la conferencia que dictará el lunes en la tarde en el Whortman Center, de Houston, Texas.
No obstante que los precios son más que accesibles para Houston, ya que oscilan entre los dos y los 50 dólares, apenas se habían vendido hasta anoche 270 de los 580 lugares disponibles.
Lo que más debe desalentar a Fox, en su nuevo papel de defensor de los mexicanos pobres en Estados Unidos, es que de las 280 localidades más baratas, sólo se han vendido 74. P
asión por verlo no parece haber.
“Trascendió”, Milenio, 14 de octubre.
Una ruta paralela a la investigación sobre el presunto enriquecimiento del ex presidente Vicente Fox tendría que ser por haber encaminado al país al borde de la bancarrota.
Vicente Fox niega que sea el malo de la película que muchos están viendo en México. “La mía es una buena historia norteamericana”, le dijo a un reportero de The Washington Post que lo siguió en sus presentaciones de libros por tres ciudades. “Hay historias de amor de pioneros luchadores y mujeres valientes, de bandidos con rifles, hermosas damas… Y como las mejores historias norteamericanas, la mía ofrece la esperanza de que cualquier chico de rancho puede llegar a ser presidente de una gran democracia”. Según él, tenemos que agradecerle por todo lo que hizo, subirlo en el pedestal eterno y rendirle tributo. Pero no. A Vicente Fox hay que darle un castigo político, pues cometió un acto criminal.
Fox no es un criminal desde el punto de vista penal, sino por la forma como ejecutó la política energética, que ha hecho un daño a millones de mexicanos que no se han dado cuenta. Comenzó desde que entregó Pemex a Raúl Muñoz Leos, un ejecutivo de la multinacional Dupont de mala fama y peor comportamiento, cuya esposa había tenido relaciones con la ex primera dama Marta Sahagún, lo que pavimentó su llegada a la empresa sostén de las finanzas públicas nacionales
Raymundo Riva Palacio, “Estrictamente personal”, El Universal, 15 de octubre.
En 1968 Erich Fromm publicó en Estados Unidos el libro The Revolution of Hope, aparecido en México dos años después con el título La revolución de la esperanza, incluido en la colección sobre psicología y psicoanálisis que el autor había dirigido para el Fondo de Cultura Económica.
El libro fue escrito, explicó Fromm en el prefacio a la edición en español, "durante la campaña de (Eugene) McCarthy por la nominación (sic) presidencial, en la que participé activamente y no sin la esperanza de que McCarthy resultara electo presidente y de que, como consecuencia de ello, la política de Estados Unidos cambiara de rumbo. Eso no sucedió. Las razones del fracaso son demasiado complejas para analizarse en este lugar. Sin embargo, cuando todo ha sido dicho, lo que permanece es el hecho de que un hombre que apenas era conocido, que era el reverso del político típico, enemigo de la exhortación basada en el sentimentalismo o en la demagogia, que se oponía verdaderamente a la guerra de Vietnam, consiguió ganar la aprobación e incluso el apoyo más entusiasta de un amplio sector de la población que iba desde la juventud radical, los hippies y los intelectuales hasta los liberales de las clases medias superiores. Pienso que fue una cruzada sin precedente en los Estados Unidos y que casi constituyó un milagro el que este profesor y senador, un devoto de la poesía y la filosofía, pudiera convertirse en un serio aspirante a la Presidencia. Esto mostró que un vasto sector de la población norteamericana se halla presta a humanizarse y ansiosa de ello.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 15 de octubre.
Marx escribió, si no recuerdo mal en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, pues cito de memoria, que hay en la historia sucesos que aparecen originalmente como tragedia y se reeditan después como farsa. Semejante desproporción de tallas y trascendencia puede existir entre libros falsamente hermanados por un mismo título, como los escritos por Fromm y el que, firmado por Vicente Fox y Rob Allyn está en circulación en Estados Unidos. Es una suerte de biografía o memoria política del ex Presidente, narrada a un experto en relaciones públicas, que lo auxilia desde hace 10 años. A reserva de volver sobre las páginas de Fox, que anda promoviéndolas en Estados Unidos, me pregunto sobre la autenticidad de sus juicios en general leyendo lo que dijo sobre Bush: "un vaquero de parabrisas" cuya "sensibilidad cultural" aplaude.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 15 de octubre.
Nunca mejor aplicado el apodo de sus contrincantes políticos al ex gobernador de Guanajuato: “Alto vacío”.
Fox, a la fecha, no entiende que no entiende; no se da cuenta de las intenciones de quien lo tripula episódicamente, sean los que querían asaltar palacio y sacar al PRI de Los Pinos, su esposa Marta Sahagún, incapaz de resistir la agonía de no mostrar su “ranchito” en las páginas de la revista Quién, pues lo suyo es la búsqueda eterna de sacudirse el epíteto de pueblerina que tanto la molesta y que tanto repiten al describir su conducta los que guardan la entrada a una alta sociedad mexicana que convenencieramente la dejó asomarse, pero no le dio las llaves del paraíso. Ahora, Allyn, quien le tomó dictado y escribió su propia versión del hombre Marlboro que conduce al ex presidente a adentrarse por vericuetos de los que seguramente no tiene ni idea al suscribir un texto como The Revolution of Hope, así, en inglés, porque no existe una versión para México.
Miente Fox respecto a los vehículos que usa. El Hummer que dijo era propiedad del Ejército no aparece en el inventario del Estado Mayor Presidencial y el otro, el jeep rojo, ya sabemos es producto de un regalo, de un empresario que se dejó extorsionar, porque, como dice la teoría económica galardonada ayer en Suecia, en México se asoman las limitaciones del capitalismo cuando éste depende del contentillo de políticos tramposos
Rossana Fuentes Berain, El Gráfico, 16 de octubre.
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