Por la parte más frágil se deshoja siempre la margarita. Luis Miguel Moreno, propietario de CMM Consultores, le reveló al reportero Alberto Aguirre, de EL UNIVERSAL, que el jeep rojo todo terreno con el cual ha aparecido Vicente Fox en varias fotografías no fue producto del esfuerzo del ex presidente, sino, muy probablemente, del de su esposa, Marta Sahagún. Moreno contó que en 2001 logró un contrato con la Fundación Vamos México para comercializar 5 millones de boletos tipo “ráscale”, y que conforme iban aumentando sus pedidos igual se incrementaban las solicitudes extraordinarias de la ex primera dama. Como por ejemplo, cuando en 2002, para celebrar el Informe presidencial, le pidió un jeep como el que usaba el presidente George W. Bush en su rancho en Texas. El 1 de septiembre de ese año, con una factura a nombre de otra persona, lo entregó en Los Pinos.
La revelación de Moreno es tremendamente significativa, pues por primera vez pone al descubierto el modus operandi que empleó la ex primera dama durante el arrogante reinado que presidió en Los Pinos. Mendiga de lujo, la señora Sahagún ejerció una permanente presión sobre la clase empresarial y en los círculos de poder político para allegarse bienes, conseguir recursos y obtener protección para su familia, sin pensar que, quizá en el futuro, le empezarían a cobrar las facturas. Moreno abre esa puerta, que es profunda y a veces parece interminable
Raymundo Riva Palacio, “Estrictamente personal”, El Universal, 3 de octubre.
Pésima semana la que ha tenido Vicente Fox.
Y para mitad de semana tenemos al primer valiente empresario en decir esta boca es mía. Pero ojo: no salió a defenderlos, ¡sino todo lo contrario!
Se trata de Luis Miguel Moreno Vélez, dueño del despacho MM Consultores, que colaboró en la venta de boletos tipo “raspadito” de la Fundación Vamos México.
En entrevista con EL UNIVERSAL, relata que Sahagún le pidió un pequeño detalle para el ex presidente:
—La señora Marta me solicitó la compra de un vehículo tipo Jeep que quería regalar al presidente Fox con motivo de su Informe…
¡¿Qué tal?! Lo pidió en color rojo, para que fuera idéntico al que George W(ar) Bush usa en su rancho Craw-ford… El mismo que ahora califica en su libro de “arrogante” y “vaquero de parabrisas”.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de octubre.
Tenía que ocurrir. Tarde o temprano alguno de los empresarios que aparentemente fueron chantajeados por la esposa del presidente Fox haría pública las presiones que recibió para ofrecer regalos o contribuciones que beneficiaron a Marta Sahagún y su familia.
Luis Miguel Moreno Vélez, de la empresa de consultoría MM, le platicó al reportero Alberto Aguirre, de El Universal, que hace cinco años llevó a Los Pinos un jeep “Wrangler X” que le solicitó la señora Sahagún. Ella quería regalárselo al presidente Vicente Fox con motivo de su segundo informe de gobierno.
A Marta Sahagún le gustaba hacer caravana con obsequio ajeno. Pedía que le dieran, para ella, a su vez, mostrarse dadivosa. Eso hizo a través de la Fundación Vamos México que durante todo un lustro recibió donativos de empresarios y organismos públicos para, luego, repartir parte de ese dinero entre instituciones de beneficencia o, directamente, entre personas agraciadas con tal magnanimidad.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 4 de octubre.
Fue en las primeras horas del 1 de septiembre de 2002 cuando se presentó en Los Pinos para dejar el Jeep Wrangler X, con transmisión 4 por 4 y faros de niebla, y que le costó 250 mil pesos.
Lo curioso es que en sus declaraciones patrimoniales no aparece este vehículo.
Posiblemente sea porque le pidieron que el vehículo se facturara a nombre de Gonzalo Bustamante. ¿Será por eso?
Ayer, el ex presidente no dijo ni pío respecto a este asunto.
¿Alguien saldrá a decir qué otros regalos pidieron? Por lo pronto el perredista Javier González Garza asegura que esto es solo “la punta del iceberg”.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de octubre.
La misma desfachatez con que le pidió a Moreno Vélez que le regalara el vehículo —que se dice costó 250 mil pesos— porque era igualito al que utilizaba el presidente Bush en su rancho en Texas, Sahagún la esgrimía al pedir donaciones para sus proyectos sociales que siempre tuvieron inclinaciones políticas.
A ese empresario se le puede recriminar porqué hasta ahora denuncia el obsequio que se vio compelido a entregar. Al parecer el reportero se le acercó para comprobar esa información y él simplemente la corroboró. Moreno se dedicaba a organizar sorteos y hace varios años le propuso a Sahagún la realización de algunos de ellos para la fundación Vamos México. Aparentemente la esposa del presidente comenzó a requerirle distintos obsequios a cambio de esos contratos. El 1° de septiembre de 2002 llevó, personalmente, el jeep rojo a la residencia presidencial. La factura quedó a nombre de otro empresario, que había mediado para acercar a Moreno con la señora Fox.
El mencionado diario informa que dicho vehículo no aparece en la declaración patrimonial del presidente. Así que no es aventurado preguntarse ¿cuántos de los bienes que usufructúa la familia Fox no fueron resultado de transacciones similares? La señora pedía, los empresarios interesados en hacer negocios o simplemente en congraciarse con la esposa del Presidente de la República transigían y las pertenencias del consorcio Fox-Sahagún se incrementaban, aunque no quedase registro de ellas en el inventario oficial de sus bienes.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 4 de octubre.
Chingón el Jeep rojo de Vicente Fox. Ahora, si de juguetitos hablamos no estaría mal que Marta presuma su Jaguar que le obsequió la Ford cuando la primera dama gestionó esos favores fiscales para la instalación de su planta en Hermosillo, Sonora. Digo, para equilibrar...
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 3 de octubre.
El empresario Luis Miguel Moreno se animó, por ejemplo, a revelar a El Universal que Marta le pidió que le “regalara”, para ella a su vez dárselo a Vicente en ocasión de su segundo informe de gobierno, un Jeep Wrangler X, con valor de 250 mil pesos, igual al que George Bush usa para sus desplazamientos en el rancho Crawford, en Texas. Imposible negarse, pues Luis Miguel Moreno era proveedor de la Fundación Vamos México, el lucrativo negocio filantrópico de la ex primera dama.
A juzgar por varias fotografías, a Fox le encantó su jeep rojo, a pesar de lo cual se le olvidó incluirlo en su declaración patrimonial. Fue cosa de que el empresario Moreno relatara su experiencia para que comenzaran a brotar, como hongos después del aguacero, versiones sobre otras maniobras similares de la señora Martha. El episodio es oro molido para los partidos de oposición. Javier González Garza, coordinador de la bancada del PRD en San Lázaro, dijo que el jeep es la punta del iceberg de una intrincada red de tráfico de influencias encabezada por la señora Sahagún, a través de la Fundación Vamos México. El desconcierto panista quedó al descubierto con la declaración del diputado Héctor Larios, quien simplemente dijo: “yo no sé nada, habrá que preguntarle a Fox”.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 4 de octubre.
Un día muy ajetreado tuvieron ayer en la ciudad de México el ex presidente Vicente Fox y su esposa, Marta Sahagún, quienes se encuentran en medio del escándalo político por los lujos del rancho San Cristóbal y ahora por el famoso jeep rojo que les obsequió un empresario del estado de México a cambio de negocios con la fundación Vamos México. Nos cuentan que los Fox sostuvieron diversas reuniones “muy discretas”, pero intensas, en la capital del país.
“Bajo reserva”, El Universal, 4 de octubre.
Ahora resulta que todos sabían que Martita se despachaba con la cuchara grande y que iba por la vida pidiendo Jeeps y Hummers para la causa. Algo que, por demás, resultaba muy justo, habida cuenta de todos los vivales que viven a sus costillas. O sea, me llama la atención que todos se esperaron a que los Fox de Peralvillo les saliera su vocación histriónica y exhibicionista para sacarles sus trapitos al sol. Sólo pienso, sospechosista que soy, ¿por qué no lo hicieron antes? Claro que ahorita está sabroso el linchamiento y, si Dios nos presta vida, quizá veamos a la bonita pareja agarrando el Ipiranga a todo vapor con rumbo desconocido; pero habría sido un detallazo que nos documentaran el tráfico de influencias un poquito antes de que el rancho se convirtiera en paraíso fiscal.
Jairo Calixto Albarrán, “Política Cero”, Milenio, 4 de octubre.
Ahora resulta que el jeep rojo que utiliza el ex presidente Vicente Fox en las inmediaciones de su rancho San Cristóbal es prestado. Bueno, el guanajuatense ha dicho que ni esa propiedad es de él, menos el todoterreno. El empresario Gonzalo Bustamante Celayeta, hombre de todas las confianzas de Marta Sahagún, pregona que el vehículo sí, sí está a su nombre, porque él lo pagó de su bolsa, nos cuentan.
“Fox lo tiene en su rancho, pero en calidad de préstamo, porque el jeep sigue siendo mío”, sostiene. Pero hace mutis cuando le preguntan si tiene el original de la factura. Luis Miguel Moreno Vélez, quien compró el auto, sostiene que él vio cuando don Gonzalo endosó la factura en el reverso y se la entregó a doña Marta, nos explican. Moreno ha dicho que él compró el famosísimo jeep a petición de la ex primera dama. La documentación salió a nombre de Bustamante Celayeta
“Bajo reserva”, El Universal, 8 de octubre.
Las cosas siguen de peso. No sólo las propiedades, sino los carros de esta Banda del Jeep Rojo… y de todo su parque vehicular, Jaguar que no aparece en sus declaraciones incluido.
El fin de semana su eterno enemigo Andrés Manuel López Obrador, en gira por Puebla, dio una versión de cómo fue que Fox se hizo de la Hummer blanca en la que Fox y Marta viajaron con la familia Calderón.
—Hay información de que esa Hummer la decomisaron en la aduana de Sonoyta, y Hacienda se la pasó a Fox…
Y no son los únicos autos de los que se hicieron los Fox, quienes son grandes clientes de la hoy llamada Agencia Automóviles del Bajío Campestre, antes Autobasa, en León, Guanajuato, donde todos los Fox Quesada son clientes distinguidísimos.
Por lo visto, los Jeeps son de un gusto peculiar de ellos. También tiene el suyo Ana Cristina Fox. Qué decir del 300 C, de Chrysler, que le vendieron. O bien los autos que ahí también han comprado para sus hijos
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 8 de octubre.
Los dos vehículos en los que se pasea el ex presidente Vicente Fox, el famoso jeep rojo y el lujosísimo hummer, tienen un origen poco claro. Uno de ellos fue producto de un regalo de un empresario, solicitado por la ex primera dama Marta Sahagún. El otro no tiene datos fundamentales, como el nombre del propietario, y el domicilio coincide con la aduana de la Secretaría de Hacienda en Toluca.
¿Qué automóvil puede ser registrado por una autoridad sin el nombre del propietario? Las autoridades federales y las del estado de México, donde se dio de alta el hummer, no han dado una respuesta. Desde luego, también existe una normatividad para vehículos legalmente importados. Todo indica que el auto de don Vicente es producto de un decomiso, porque no tiene factura, nos explican
“Bajo reserva”, El Universal, 11 de octubre.
La secuencia de hechos que ligó Vicente Fox en el último mes removió aguas que habían vuelto a la tranquilidad. Los arreglos al rancho, el ahora célebre jeep rojo, más los documentos digitalizados que sacó de Los Pinos sin permiso lo devolvieron al torbellino, tanto, que los legisladores piensan abrir una comisión investigadora de sus bienes y, ayer, el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, lo mandó callar al estilo chachalaca
“Frentes Políticos”, Excélsior, 11 de octubre.
El ex presidente Vicente Fox no tiene una camioneta Hummer; está en posesión de dos unidades todoterreno de la misma marca fabricadas en Indiana, Estados Unidos: una color arena, con placas del estado de México, y otra negra. Nos explican que fueron embargadas en una de las aduanas de Sonora. Posteriormente fueron entregadas al Estado Mayor Presidencial para el uso exclusivo del guanajuatense. Por supuesto, nos ratifican, no tienen factura, y menos el permiso de importación correspondiente.
Pero no son los únicos vehículos que posee don Vicente, autos cuyo origen es poco claro. Además del famoso jeep rojo, conduce un minicooper rojo y una motocicleta Harley-Davidson. Nos cuentan que el entonces secretario de Comunicaciones, Pedro Cerisola, llegó en un minicooper a Los Pinos. Fox festejó el hecho. Días más tarde, un auto de ese tipo entró a la casa presidencial
“Bajo reserva”, El Universal, 12 de octubre.
Y aunque fue traicionero que Fox negara tres veces el emblemático Jeep rojo que tantos favores le ha hecho (mejor hubiera explicado que todo se lo debe no al enriquecimiento inexplicable, sino a Martita que es su manager), eso se compensa por la manera filantrópica en la que ha bajado el costo de sus conferencias. Hay algunos canallas que alegan que don Vicente, como Salomé, al fin bajó de precio (los boletos pasaron de 150 dólares a 40 o 18) debido a su vertiginoso desprestigio. Yo prefiero creer que Fox no tiene la culpa de lo que pasa aquí, que son las rentas de la crisis de su civilización.
Jairo Calixto Albarrán, “Política Cero”, Milenio, 12 de octubre.
El origen de las camionetas Hummer, una color arena y otra negra, sigue siendo un misterio. Ambos vehículos todoterreno están en posesión del ex presidente Vicente Fox; uno tiene placas del estado de México y otro del Distrito Federal. El guanajuatense dijo la semana pasada a la cadena de televisión CNN que la Hummer que él conduce es propiedad del Estado Mayor Presidencial. Pero la unidad no aparece en el parque vehicular del EMP, no al menos en la lista actualizada hasta mayo de 2007.
Lo que sí aparece son automóviles, a resguardo de los militares del EMP, cuyos costos oscilan entre un peso y 2 millones 104 mil pesos. En la relación destaca un convertible Mercedes Benz, modelo 1959, adquirido en 2005. De las famosas Hummer no hay nada
“Bajo reserva”, El Universal, 15 de octubre.
Fox, en medio de graves acusaciones y de muestras públicas de que un porcentaje importante de los mexicanos no le cree, se defiende de denuncias de enriquecimiento diciendo que sus vehículos de lujo “son prestados”, que “yo no los uso, sólo los manejo”, y que nada de la opulencia en la que vive, tras dejar el poder, es suyo. No importa que los números y las cifras en sus declaraciones patrimoniales no concuerden; no importan los testimonios que hablan de que le regalaron camionetas y vehículos de lujo de manera irregular. Las evidencias no existen si no se acomodan a la realidad virtual del ex presidente que se sigue creyendo un gran gobernante, casi héroe de la democracia mexicana
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 15 de octubre.
Aunque debo reconocer que con gusto hubiera regalado mi Jeep rojo sólo por la dicha inicua de estar junto a la familia Fox cuando les dieron la infausta noticia de que la estatua de don Vicente, que iba a ser el Goloso de Rodas de Boca del Río, fue derrocada a la brava por una bola de resentidazos sociales. Pero como patriota que metería las manos al fuego por un ex presichente —revestidas de asbesto, claro— sí me pareció un exceso que los priistas veracruzanos, dicen que por capricho del góber precioso de la zona, Fidel Herrera (podemos recordarlo por películas como Zongolica mon amour), tumbaran tan digno monumento al ¿Y yo por qué?, en el peor estilo de los talibanes cuando dinamitaron los budas gigantes, o de los anticomunistas partiendo Lenins por toda la agreste geografía del socialismo real, o de los tanques yanquis arrancando de cuajo los Huseins que adornaban lo que fuera Bagdad ensangrentada.
O sea, por la saña con la que se cometieron estos atentados, cualquiera diría que Fox es el Caníbal de la Guerrero, cuyas hazañas culinarias de serial killer desbancaron a la entrañable Mataviejitas.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 15 de octubre.
Los mandos del Estado Mayor Presidencial tampoco están de buen humor. Una institución expuesta al desgaste mediático de intentar explicar lo inexplicable: que las camionetas de lujo en las que Fox se pasea son y no son del EMP. Las Hummer están ahí, rodando, bajo las oscuras figuras del comodato y el embargo. Todo lo que sea para que Vicente no deje de emitir sus sonoras carcajadas. ¿Cuántos vehículos más y propiedades de todo tipo maneja el Estado Mayor Presidencial para apapachar a los ex mandatarios, quién lleva un control de todas esas operaciones, domina la transparencia o la opacidad al interior de ese cuerpo del Ejército? Ante la necesidad de responder a estos cuestionamientos, no hay en las filas del Estado Mayor muchos oficiales con la sonrisa en la boca.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 16 de octubre.
Ya aclaró el Estado Mayor Presidencial, mediante un inusual comunicado con membrete de la Presidencia, que los vehículos Hummer que usa Vicente Fox pertenecen al EMP. Sin embargo, ese sería el problema menor.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 16 de octubre.
Lo cómodo del comodato es que siempre se podrá usar como comodín: arrendamientos ocultos, evasiones fiscales, favores desde el gobierno y pagos disfrazados forman parte del catálogo de posibilidades tramposas que ofrece el peculiar contrato mediante el cual algo es cedido para que un beneficiario lo use como si fuera suyo, con la condición de regresarlo más delante. Comodato es como dado, pero ¿quién da nada más porque sí? Dar ¿a cambio de qué? ¿Una empresa vendedora de automóviles puede “agradecer” a un funcionario la compra de flotillas de vehículos o la realización de negocios varios mediante la cesión “a título gratuito” de unidades de lujo como las camionetas Hummer? ¿Un ex presidente de México que recién ha dejado el poder, y la Secretaría de la Defensa Nacional, a través del Estado Mayor Presidencial, tienen derecho a recibir esas formas de tenencia de bienes ajenos provenientes de empresas particulares, o al aceptarlos incurren en una variante del tráfico de influencias o del conflicto de intereses? ¿Para qué es, entonces, la muy inflada partida presupuestal dedicada a los ex presidentes?
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 16 de octubre.
Pero el subcomandante Martox no entiende razones y ha lanzado un grito de ¡ya basta! desde las alturas clandestinas de algún estadio gringo de futbol americano, donde se hace pasar por Vaquerito de Dallas. “Basta de mentiras, basta de engaños”, ha hecho escribir en la página electrónica del Centro Fox quien ahora dice que no es dueño de nada de lo que semanas atrás lució en papel lujoso: el rancho no es de él, el lago artificial es un simple charco de aguas turbias, el yip rojo es un préstamo a fuerzas que fue facturado a nombre de un empresario amigo y, de las dos Hummer, una es cortesía del afamado general Motors, siempre agradecido con Los Pinos por las compras de, entre otros modelos, camionetas Suburban
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 16 de octubre.
Los deslices automovilísticos del padrastro de los modélicos hermanos Bribiesca confirman lo que el origen empresarial desfondado y, por ello, voraz, de Vicente Fox anunciaba pero algunos ciudadanos despistados se negaban a aceptar: el ex gobernador de Guanajuato es la expresión más descarnada del pensamiento de los empresarios metidos a la política que, llegados al poder, creen legítimo aprovechar la riqueza pública fundiendo sus intereses particulares con los asuntos gubernamentales. Fox, y la gran mayoría de negociantes metidos al panismo para alcanzar poder, provienen de una cultura de evasiones y elusiones que considera purificada una ganancia a costa del erario si ella cumple con mínimos requisitos moldeables. El otorgamiento de licencias, concesiones y contratos, la regularización de asuntos entrampados, la condonación de adeudos o intereses, el acomodo de las reglas oficiales a las necesidades de los empresarios consentidos son algunas de las formas mediante las cuales los educados en la escuela histórica de la connivencia entre funcionarios y empresarios se hacen de nuevas riquezas y devuelven bonanza a hundidas fortunas familiares o personales
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 16 de octubre.
El sainete es vicio en Vicente Fox. A lo largo y ancho del autodenominado sexenio del “cambio”, la farsa foxista se convirtió en política de gobierno. Y lo peor del caso es que a casi un año de su salida formal de la Presidencia de la República el de las ideas cortas y la lengua larga demuestra que no puede vivir sin ella, que la mantiene como práctica cotidiana.
Y la “continuidad” le da vuelo. Por medio de un comunicado oficial, la nueva gerencia en Los Pinos intenta deslindar al de las botas sobre el asunto de las camionetas de lujo (no pudo hacerlo con el ya famoso jeep rojo), y hace saber que “el vehículo Hummer modelo 2005, placas de circulación LYF 6071 (…) pertenece a la compañía General Motors de México S.A. de C.V. y se encuentra otorgado en comodato al Estado Mayor Presidencial desde el 12 de noviembre de 2004, mismo que a partir del 15 de noviembre del mismo año está asignado a las actividades de seguridad del ex presidente Vicente Fox Quesada… En lo que respecta a la unidad Hummer modelo 1995 (…), el vehículo es propiedad del Estado Mayor Presidencial ya que le fue asignado de manera definitiva por la Secretaría de Hacienda para el desarrollo de sus funciones, mismo que también está destinado a la seguridad del ex presidente Fox Quesada”.
Días atrás, el adorador del sainete dijo que “el jeep no es de mi propiedad; el Hummer es del Estado Mayor Presidencial; la manejo a veces, pero no la uso”. Ahora el EMP dice que no es suyo, que es de la trasnacional automotriz, pero que se lo prestó para que lo usara Vicente Fox, quien asegura que “no la uso”. Galimatías puro, al estilo Chente.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 16 de octubre.
Pues bien, lo primero que tendrían que hacer constar (Vicente Fox, el Estado Mayor Presidencial, la trasnacional automotriz y/o la gerencia de la “continuidad”) es de dónde salió el supuesto comodato, qué lo justificó, porque si atendemos la definición que de comodato hace el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (“contrato por el cual se da o recibe prestada una cosa de las que pueden usarse sin destruirse, con la obligación de restituirla”), entonces queda claro que algún día Fox, el EMP o Los Pinos tendrá que regresar el vehículo de marras a la GM. Sin embargo, el solícito comunicado de la “continuidad” ni por asociación hace referencia a tal reembolso.
Entonces, ¿qué recibió General Motors de Vicente Fox, como presidente de la República, para que, por medio del Estado Mayor Presidencial, le otorgara en comodato una Hummer modelo 2005? ¿Qué felicidad provocó Fox a la trasnacional automotriz para que recibiera a cambio una de las camionetas más caras del mercado (450 mil a 800 mil pesos)? ¿Acaso será la planta productora en San Luis Potosí, donde hasta el terreno fue de obsequio? (a costillas de los potosinos, desde luego).
Aún así, parece que la felicidad fue efímera, porque si, como aseguran en Los Pinos, la camioneta fue concedida en comodato, pues Fox o el Estado Mayor Presidencial o Los Pinos tendrán que regresarla, pero antes de que la pareja ex presidencial se la acabe. Por cierto, Felipe Calderón podría ilustrarnos sobre la comodidad, potencia y rendimiento de la Hummer 2005, porque en ella lo paseó Vicente Fox cuando se reunieron en el rancho San Cristóbal, allá por octubre de 2006.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 16 de octubre.
Como tantas otras gracias que rodean al ex inquilino de Los Pinos (ranchos que “no son míos”, camionetas de lujo y jeeps rojos de cortesía que tampoco “son míos”, ranchos de ensueño que “los pagué con mi trabajo”, etcétera), la Hummer en comodato no tiene placas del estado de Guanajuato (donde “la manejo, pero no la uso”), sino del estado de México, donde despacha el gobernador que se ha hecho “guapo” (Chapoy dixit) por medio del descarado derroche de recursos públicos para cultivar su imagen con miras a 2012.
Si se revisa la lista de “donantes” financieros para la construcción y mantenimiento del autodenominado “Centro de Estudios, Biblioteca y Museo Vicente Fox Quesada”, se entiende la razón de tales aportaciones, una suerte de “agradecimiento” en metálico, porque durante el sexenio del presidente ranchero recibieron todo tipo de apoyos, “rescates”, “salvamentos”, contratos, concesiones, exenciones, impunidad y conexos que les permitieron incrementar sus de por sí abultadas fortunas. Pero ¿qué cuál fue la justificación en el caso de la General Motors? Por ello, la trasnacional automotriz también debe dar una explicación pública sobre este asunto, y precisar cuándo Vicente Fox o el Estado Mayor Presidencial o Los Pinos están obligados a regresar la Hummer modelo 2005, que el de las ideas cortas y la lengua larga si maneja, pero no usa.
Y como la Hummer, habrá que levantar el inventario, Martita incluida, porque como dice el cuenta chistes Fox, “basta de mentiras, basta de engaños”, porque “siempre hablo con la verdad”.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 16 de octubre.
Con el puritano PAN en la Presidencia, el Estado Mayor Presidencial ha mantenido una sucia práctica heredada del priato: aceptar de empresas automotrices una forma de soborno al que llaman “comodato”.
Ese cuerpo del Ejército, encargado de la seguridad del mandatario en turno, su familia, su gabinete y de los ex presidentes, administra vehículos tan ajenos como al menos uno de los dos Hummer que Fox “no usa” pero “maneja”, porque la desinteresada General Motors “lo prestó” al EMP.
Esta institución tiene además acreditados como sospechosamente suyos (desde Zedillo) cinco Audis A-6, un Mercedes Benz convertible y una camioneta Cadillac que, para intentar salvar la cara, están registrados a costo de ¡1 peso! cada uno.
Si no quiere acompañar a Fox en la vergüenza pública, Calderón debe ordenar al general Jesús Javier Castillo Cabrera, jefe del EMP, devolver cuanto antes a sus generosos propietarios todos los vehículos mal habidos y asegurarse de que nadie los comodatee.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 16 de octubre.
Tampoco es propio el vehículo Hummer —de precio nominal un peso mexicano, según Los Pinos— sino del Estado Mayor Presidencial, esa entidad tan especial del Ejército mexicano que tiene el privilegio y el castigo de cuidar las nalgas presidenciales, todas ellas. Por un mecanismo simplísimo de corrupción, la Hummer no es de Fox ni del Estado Mayor Presidencial ni cuesta lo que cuesta, y está dada en comodato —es algo así como lo que dice el perro Bermúdez, “te la presto, me la das, me la prestas, te la doy, ¡¡¡zambombazo!!!”— o sea que los mexicanos nos echamos un tirititito.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 16 de octubre.
Las leyes como la telaraña, mi estimado, enredan al débil pero son rotas por los más fuertes. La tormenta de otoño llamada Vicente Fox sigue siendo el simpático epicentro de las aguas turbulentas azules. La línea roja —color de moda— se pierde en medio de las explicaciones sobre el origen de los vehículos asignados de manera oficial al ex presidente y entre los singulares regalos que las grandes firmas automotrices —ahí tiene el Jaguar de Marta— parecen haber dado a la parejita presidencial a cambio de favores.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 16 de octubre.
El presidente Felipe Calderón instruyó al Estado Mayor Presidencial dar por terminados todos los contratos de comodato que la Presidencia de la República tiene con compañías automotrices.
Bien por la decisión que provocó Vicente Fox.
Vale preguntar si eran comodatos o compromisos del ex mandatario.
Para investigar
Pepe Grillo, Crónica, 17 de octubre.
¡Basta de mentiras, basta de engaños! —es lo que dice Vicente Fox sobre las versiones de que la Hummer en la cual recorre su(s) ranchos(s) no aparecía entre los vehículos propiedad del Estado Mayor Presidencial, como él lo dijo a CNN.
Pues con la (¿no?) novedad de que en el registro de la flotilla de vehículos que tiene el EMP… no aparece.
Oh-oh. Dentro de los 215 autos registrados (hay Mercedes Benz, Audi, Grand Marquis blindado, entre otros), sí hay una Hummer, modelo 1995, adquirida en 2004.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 17 de octubre.
Desde la Presidencia de la República intentaron aclarar de dónde viene la modelo 2005:
—No aparece mencionado en el referido listado, ya que pertenece a la compañía General Motors de México, SA de CV (Ups. ¿Acaso otro favor empresarial?), y se encuentra otorgado en comodato al EMP desde el 12 de noviembre de 2004.
Tres días después, pasó a las actividades de seguridad del ex presidente. Y la modelo 95, también.
En comodato: una extraña figura a través de la cual, por tan sólo 1 peso, se destina un automóvil u otra cosa al uso de alguien en particular. Interesante figura, ¿no cree?
No sé qué piense usted, pero estaría bien que en el Centro Fox colocaran una sala exhibiendo todos los autos de Vicente y familia, y así dejar de especular.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 17 de octubre.
Mientras el de las ideas cortas y la lengua larga reparte epítetos a discreción en su intento por justificar lo injustificable, General Motors se animó a dar su versión, aunque no aclara nada, sobre la Hummer 2005 que “no es mía, pero sí la uso” (Fox dixit). La trasnacional automotriz confirma lo del comodato con el Estado Mayor Presidencial, que la propiedad es de la propia GM de México y que se entregó “para el uso de actividades de seguridad del ex presidente Vicente Fox”. El comodato, apunta, “resulta una práctica común a nivel de la industria y a través de ella se han asignado unidades al EMP para apoyar cuestiones de seguridad de los mandatarios, incluso en sexenios anteriores al del ex presidente Fox. Esta es una práctica que permite apoyar temas de seguridad y, al mismo tiempo, recibir retroalimentación del desempeño de nuestras unidades. GM de México continúa reafirmando (sic) su compromiso por apoyar al EMP en sus actividades de seguridad”. Bien, pero ¿qué hace una trasnacional “comprometida” con la seguridad presidencial?
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 17 de octubre.
Mientras no haya evidencia de que algo hurtó, Fox es un deshonesto (improbable ladrón porque no está en su personalidad). Hasta hoy, lo indiscutible es que utiliza cuando menos una camioneta Hummer, misma que (como ayer se publicó aquí) constituye un soborno al que llaman “comodato”. En buen castellano y con mayor certeza, se trata de un cohecho: sobornar a un juez o a un funcionario en el ejercicio de sus funciones y en su aceptación. La Hummer y cualquier otro bien que no haya declarado, es un beneficio indebido de Fox (no adquirido con su salario). El cohecho es un delito cobarde, más vergonzoso que el robo.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 17 de octubre.
Lo cierto es que una mano anónima, presumiblemente la propia armadora General Motors, pagó en tiempo y forma la tenencia de este año de la camioneta Hummer que maneja, pero no usa, dice el ex presidente Vicente Fox.
El pago se realizó en efectivo.
La paradoja del caso es que la explicación de la firma multinacional para justificar el gracioso comodato con que entregó el vehículo al Estado Mayor Presidencial, habla de utilizarlo como conejillo de indias para probar su resistencia a todo terreno… es decir el rancho del ex funcionario en entredicho bajo cargos de peculado.
El problema es que el regalito se le entregó a éste en funciones, lo que representa una prestación ajena a las que marcaba la normatividad.
La violación, pues, es redonda.
Alberto Barranco, “Empresa”, El Universal, 18 de octubre.
Desactivado el “brazo armado” del foxismo, la siguiente etapa de la operación “Paren a Fox” está en marcha. El desmentido que el lunes emitió la Presidencia a las declaraciones del ex presidente sobre la propiedad de la camioneta Hummer 2005, que él utiliza desde hace tres años y que adjudicó al Estado Mayor Presidencial, fue otro aviso. Y como no para el exhibicionismo del guanajuatense, anoche el golpe fue directo: desde Los Pinos le quitaron la posesión de la camioneta al cancelar el comodato por el que la empresa General Motors le había cedido el vehículo
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 18 de octubre.
Lo que yo no entiendo es la obsesión por las Hummers. Digo, como objeto referencial tiene sentido (“Mira, ahí donde está el wey de la Hummer, a la derecha”), pero como símbolo de estatus es muy dudoso. Sobre todo porque la posesión de tan caro armatroste te condena o a ser calificado de lumpen militarizado (los que traen esas naves han de creer que van a tomar Bagdad), o de miembro del cártel del Chapo, o de nuevo rico, recién llegado y arribista, que no es lo mismo pero es igual. Una Hummer puede ser un artículo aspiracional para quienes carecen de prosapia y su árbol genealógico es de carácter patibulario, pero no para un ex presichente que es reconocido por su carácter frugal y espíritu franciscano. Por eso don Vicente tendría que estar contento porque Calderón le haya quitado la Hummer que tenía en comodato (además, ese chunche ni es cómodo, es como ir en un vocho con segundo piso) y que únicamente le rayaba la carrocería a su ilustre pasado presidencial.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 18 de octubre.
MUCHOS se preguntan por qué la empresa General Motors se vio tan generosa con el gobierno de Vicente Fox prestándole 138 vehículos en cómodo comodato, incluida la famosa Hummer.
QUIZÁ la explicación esté en que el ex director de Relaciones Públicas y -surprise!- Gubernamentales de General Motors era un tal Carlos Gelista, padre del otro Carlos Gelista que fue presidente del PAN en el DF.
CUENTAN que el ejecutivo de la automotriz hizo tan bien su chamba que tenía una amplia red de contactos dentro del gobierno federal.
TAN BUENAS eran esas relaciones que poco antes de que le prestaran la Hummer, el entonces Presidente ofreció en su rancho una comida para los más altos directivos de la empresa.
A SU VEZ, Fox acudió tiempo después a colocar la primera piedra de la planta armadora que se construyó en San Luis Potosí.
ÉSA PUEDE SER la explicación del préstamo de los vehículos, ahora lo interesante será saber si en Detroit están al tanto -y de acuerdo- de las curiosas relaciones de sus directivos mexicanos.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 18 de octubre.
Como dato que sale de General Motors de México, que dirige Kevin Williams, los vehículos que tiene el Estado Mayor Presidencial son tres: el famoso Hummer H2 que manejaba el ex Presidente Vicente Fox, y dos camionetas Suburban como las que usa el actual mandatario. No más.
Y si bien es cierto que el Presidente Felipe Calderón instruyó romper todos los contratos de comodato, el EMP todavía tiene esas unidades mientras les retira aquellos "detalles" que le daban el sello de autos presidenciales, más allá de las banderitas.
Otro dato es que, de los 235 vehículos que utiliza el EMP, que sí fueron comprados por el Gobierno y no están en comodato, la marca favorita resulta ser... General Motors.
La flotilla de los guardias presidenciales que ostenta el logotipo de esa compañía completa un total de 138 automóviles, que representan 59 por ciento del total.
Al parecer sirvió la prueba de manejo presidencial.
Capitanes, Reforma, 19 de octubre.
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