Superada la depresión inicial, empecé a creerme el cuento de que Fox era un ranchero austero y bienintencionado, que no iba a caer en los viejos vicios priistas. Rupestre y primitivo, sin duda, pero con ganas de trabajar y cambiar las cosas. Y sigo pensando que así fue, hasta que Marta se apareció en su camino.
No voy a caer en la tentación de comparar a la señora Sahagún con una femme fatale, capaz de manipular a los hombres con sus encantos, pero sí creo que Marta le metió en la cabeza a Fox que él era el hombre más poderoso de México y que, por lo tanto, se podía permitir cualquier cosa, como ayudar a sus hijastros a enriquecerse, por ejemplo. (…)
¿Era necesaria tal ostentación? ¿No hubiera sido más decente, en un país con millones de pobres, no exhibir tantos lujos?
¡Tan imprudente se ha mostrado la ex pareja presidencial, que Zedillo aparece como el nuevo héroe de la democracia y la austeridad republicana!
Maite Reyes Retana, Milenio, 19 de septiembre.
Los Fox-Sahagún no entienden. Desde que estaban en el poder, su presencia en los llamados “medios del corazón” les acarreó críticas. Ahora al “presumir” la lujosa remodelación de su rancho avivaron las exigencias de quienes piden castigo ante supuestas irregularidades durante el sexenio anterior para beneficiar a miembros de la familia.
Por una parte, la comisión que investiga a la empresa Construcciones Prácticas acordó citar a comparecer a la secretaria ejecutiva del IPAB (antes Fobaproa), María Teresa Fernández Labardini, a fin de que explique los avalúos y procedimientos de bienes que pasaron de ese organismo a la empresa propiedad de Manuel y Jorge Alberto Bribiesca, hijos de Marta Sahagún Jiménez.
También se prevé citar al titular de la PGR, Eduardo Medina Mora, y como complemento se anunció que se “invitará” al ex dirigente de la agrupación Amigos de Fox, Lino Korrodi Cruz, quien ha dado testimonio de que a principios de los años 90 el rancho de su ex amigo era muy modesto…
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 20 de septiembre.
A Fox sí que le sirvió el “cambio”: no le quitó lo mediocre, lo mentiroso, ni lo bocón, pero qué tal le cambió la chequera, gorda, gorda, que ahora exhibe cínicamente. Pero no hay de qué preocuparse: las mejores pruebas del enriquecimiento ilícito de Fox y Martita son ellos mismos, la parejita ex presidencial, porque con su megalomanía aportan y hacen públicos todos los elementos sobre la corrupción sexenal por ellos encabezada. Lo único que falta es que alguna autoridad proceda judicialmente en contra de ellos, pero para eso falta, precisamente, la autoridad… Mientras, el de las ideas cortas y la lengua larga ayer contó un chiste: “la ética (el desafuero, por ejemplo), la transparencia (las finanzas de los Amigos de Fox) y la rendición de cuentas (su larga mano metida en las elecciones 2006, en los tres casos) han sido una norma permanente a lo largo de mi vida”. Ja, ja, ja…
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 20 de septiembre.
Y el Vicente Fox que en 2003 lanzó todo el peso del gobierno contra Felipe Calderón para impedirle competir por la candidatura presidencial panista que ya estaba endosada por Martha Sahagún a favor de Santiago Creel, es el mismo Vicente Fox que hoy se ostenta como cualquier expresidente del reinado priista ostentando una riqueza sospechosa en un país marcado por la desigualdad social y apostándole a la impunidad del poder. El Fox que sacó al PRI de Los Pinos es el Fox como expresidente de la era priista.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 21 de septiembre.
Se ha dicho en este espacio que la verdad de un mito no radica tanto en su contenido, como en el hecho de ser una creencia aceptada por gran parte de la sociedad. El mito es una creencia compartida, no una verdad sujeta a verificación.
Será difícil después de lo ocurrido ayer que el mito de Fox el honesto tenga larga vida. Revoloteaban las historias de Marta Sahagún y sus hijos, las de Caminos y Puentes Federales, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en fin, y aun así se podía seguir escuchando: “… pero era honesto”.
Sin embargo ayer, jueves 20 de septiembre de 2007, como si se hubieran puesto de acuerdo, MILENIO, Reforma y El Universal publicaron tres reportajes distintos que zarandearon el mito: el rancho de Fox era una ruina en el año 2000, Fox se hizo de propiedades lujosas siendo Presidente y Marta Sahagún gastaba sin pudor en viajes y lujos.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, Milenio, 21 de septiembre.
El poder envilece y también embrutece. Se necesita ser bruto para sacar la cabeza en el momento en que los partidos están cobrándose las cuentas de la elección pasada. Se necesita ser bruto para meterse entre las patas de los caballos en medio de una estampida generada por los reacomodos del poder. Se necesita ser muy bruto para invitar a la prensa del corazón, ésas donde aparecer en la portada es pase automático al catálogo de secuestrables y sinónimo de cuentas bancarias grandes, a menos de un año de haber dejado el poder. ¿Por qué se atrofia tanto el cerebro de un ex presidente? La única explicación que encuentro es que después de seis años de no usar la cabeza más que para ponerse sombrero, porque es otro el que piensa, otro el que decide, otro el que está atento a los peligros, otro el que dice qué decir y cuándo decir, otro el que corrige lo que le dijeron que dijera, comienzan a aparecer las lonjas en la conciencia (a Jaime López deberían darle el Nobel de medicina por este concepto). Está claro que el ex presidente está incapacitado para tomar decisiones, y que no puede medir el peligro de sus acciones. El animal político que era el Fox candidato, ágil como un zorro, capaz de corregir y salir de la trampa con una velocidad que destanteaba a sus enemigos, no existe más.
Diego Petersen Farah, Milenio, 22 de septiembre.
Pero el boato insultante se enseñoreó desde el primer día. Desde la tamalada con menesterosos y la violación del artículo 87 de la Constitución en la toma de protesta, hasta la fiesta de Televisa en el Castillo de Chapultepec con Sir Elton John cantándole a nuestra “Lady M” con todo el almíbar y sentimentalismo de su cursilería infinita —Martita, candle in the wind—, hasta la construcción de las “cabañitas” en la vieja Hormiga.
¿Y los sainetes de los hijos y los otros hijos y el matrimonio y la organza y la crinolina y la triangulación del dinero con la Lotería Nacional, la Coca-Cola en Nueva York, y la entrega de la Secretaría de Energía al grupo Monterrey, y la extrañísima condonación fiscal y venta del Excélsior al jefe de Cristina Fox, y las nunca claras cuentas sobre los excedentes petroleros, y el manejo de las aduanas y los negocios de las Construcciones Prácticas y las indagaciones de los diputados, y la biblioteca, y el aeropuerto, y el Centro de Estudios, y la Enciclomedia, y… todo un sexenio de grotesca ineptitud para cuyo análisis no alcanzarían estas páginas ni las de diez años más?
Rafael Cardona, “El cristalazo dominical”, Crónica, 23 de septiembre.
Pero lo que resulta más que un despropósito, que raya en el ridículo y hasta ofende a la memoria y la inteligencia colectivas, es que por obra y gracia de los juegos mediáticos hoy se pretenda descubrir lo que por lo menos desde 1999 estaba a la vista de todos: que Vicente Fox no sólo era un “aprendiz de brujo”, frívolo, nada culto, incapaz para la política y para el ejercicio del poder, sino un mediocre que gracias a la mercadotecnia y la popularidad mediática engañó a todos los que creyeron en él y a muchos otros que, luego del 2 de julio, le vieron las cualidades que nunca tuvo.
Vicente Fox, nos guste o no, es un retrato de lo que colectivamente somos como sociedad democrática: un fracaso. ¿Cómo pudimos, como sociedad y en colectivo, llevar a la Presidencia a Vicente Fox? ¿Cómo fue posible que muchos creyeran, a ciegas y sordas, en el “fenómeno Fox”, en un ranchero populachero que frente a todos exhibía sus cualidades como político “ligero”, “bocón”, “irresponsable” y hasta “tonto”. ¿Cómo fue posible que un sector de la llamada izquierda se tragara el cuento del “voto útil”?, justificación discursiva que dejó de lado la crítica, la autocrítica, la sensatez, el valor de las ideas y la fuerza programática de una alternativa político electoral, para rendirse a los pies de la popularidad. Era el más popular, el único capaz de ganarle al PRI, y por esa sola cualidad, debía ser el Presidente, el mejor
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 23 de septiembre.
La impunidad y cinismo de los Fox no radica en la ostentación y el insulto supuestos en el afán de exhibir públicamente su riqueza bien o mal habida.
No, su impunidad y cinismo radican en la pretensión de ignorar el desastre político y social que dejaron por herencia, luego de su estancia en Los Pinos. Muchos de los problemas de hoy tienen origen precisamente en la perversión política de esa pareja y su escudero, el hoy callado senador Ramón Muñoz.
El desencuentro nacional, la polarización y las serias dificultades para reponer el diálogo, la negociación y el acuerdo para dar solución a asuntos tan graves como el del crimen, la violencia, la educación, la salud, el fisco, la energía y la consolidación de la democracia y el Estado de derecho se deben, en buena parte, a ellos. A su impunidad, cinismo y perversión política. Ése es el reclamo a formular.
Pueden vanagloriarse los españoles José María Aznar y Mariano Rajoy de manejar al panista Manuel Espino y explotar a la pareja de comediantes que dividió a México. Allá los democristianos, que acaban de adoptarlos. Vicente y Marta simbolizan ese tipo de políticos cuyo signo no deriva de su capacidad para construir, sino para destruir los puentes de entendimiento.
René Delgado, “Sobreaviso”, Reforma, 22 de septiembre.
Mucha gente se pregunta ¿por qué tanto drama? Sencillo: Este caballero encabezó por seis años una nación que aún tiene cuarenta millones de pobres y de ellos, la mitad están en la pobreza extrema —esa que definen las Naciones Unidas como la ausencia de todo tipo de benefactor, la calidad de vida más terrible de todas, la ausencia de toda oportunidad. Y él y su esposa no tienen ningún pudor, sensibilidad o cautela ante toda esa gente que fue, en parte, su responsabilidad.
Parecen arrogantes, suficientes, orgullosos. Su pecado —éste debe ser todo un insulto, dada su rijosa y autoproclamada religiosidad— es la soberbia, su absoluta ignorancia de la realidad nacional. El debate sobre su propiedad ha empezado. Ya el propio Jorge Castañeda les dio una gran ayuda al decir que para la visita de su ‘majestad’ George Bush se hicieron muchos de los arreglos y modificaciones al rancho San Cristóbal, ahora visibles gracias a la mencionada publicación. Así que no sólo tienen el descaro de hacer alarde de su dinero, pero —según su amigo— mucho lo hicieron con recursos públicos.
Luciano Pascoe, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 23 de septiembre.
Mucho antes de julio de 2000, el Fox al que hoy todos o casi todos cuestionan y colocan en la hoguera mediática, estaba a la vista de todos. Desde 1988, cuando fue un diputado federal gris, que pasó por la 54 Legislatura sin pena ni gloria, ya en 1991, en su fracasado intento por ser gobernador de Guanajuato en el salinato, y sobre todo en 1995, cuando por fin se hizo gobernador de su estado adoptivo, Vicente Fox no fue más que un producto de la mercadotecnia político electoral; un producto que fue vendido a los ciudadanos como vender jamones y salchichas. Pero estaba muy lejos de ser visto como político experto, gobernante eficaz, empresario exitoso, como demócrata o pretendiente a hombre de Estado. ¿Por qué como sociedad, de manera colectiva, nos negamos a ver esa realidad? ¿Por qué como sociedad nos equivocamos?
No faltarán los que digan que no votaron por Fox, y tendrán una buena coartada. Pero luego del 2 de julio del 2000, ocho de cada 10 se decían convencidos. ¿Por qué? Porque Vicente Fox, el empresario, el diputado, el gobernador de Guanajuato y el presidente de todos los mexicanos, no fue un político, menos un demócrata, y mucho menos un gobernante; fue un producto del mercado y de la popularidad
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 23 de septiembre.
Es sorprendente que todavía en un sector de la población –en las clases medias y altas principalmente– Vicente Fox conserve la imagen de político honesto. “Los corruptos son Marta y sus hijos”, suelen decir. También es explicable: construirla llevó seis años de espots de radio y televisión, pagados sin pudor con dinero del gobierno. Sin embargo, su imagen podría cambiar en las próximas semanas. El golpe le viene –como tantos otros– de la patológica necesidad de figurar en el escenario social y político de la señora Marta. Resultó aberrante la exhibición de su incalculable riqueza en la revista Quién, justo en días que los mexicanos resienten la quemadura a flor de piel del gasolinazo. Si la comisión legislativa que se hará cargo de investigar su patrimonio se enfoca a desentrañar las inconsistencias de las declaraciones patrimoniales de Fox, al llegar y salir del gobierno, será tiempo perdido de ooootra de las numerosas comisiones que se integran y desintegran sin resultados concretos.
Enrique Galván Ochoa, “Domingo”, La Jornada, 23 de septiembre.
Las propiedades que poseen los Fox en San Cristóbal difícilmente rebasan los 250 millones de pesos, una cantidad muy superior a los 25 millones, aproximadamente, que declaró en su reporte patrimonial de enero de este año. Pero en México no va a la cárcel un político –menos un ex presidente– por tristes 250 millones. Los líderes del sindicato de Pemex y el ex director Rogelio Montemayor nunca pisaron una celda, y eso que el Pemexgate fue por mil 400 millones. Lo importante es detectar cuál es la fortuna que el cártel de San Cristóbal presuntamente oculta en paraísos fiscales del extranjero. Ese nido de sospechas que es Vamos México contó con los servicios de una empresa especializada en la materia, la cual fue hallada culpable en Estados Unidos de asesorar a sus clientes para exportar capitales. Eso por un lado. Por otro, ahora que se discute la reforma del Estado sería conveniente desmantelar el blindaje jurídico de los ex presidentes, que los hace prácticamente intocables. Entre paréntesis, no falta quien calcula la fortuna de los Fox-Sahagún-Bribiesca en miles de millones de dólares. Sería la familia más rica de México, después de los Slim
Enrique Galván Ochoa, “Domingo”, La Jornada, 23 de septiembre.
Pero tengo dudas.
Si el ex presidente es capaz de hacer tantos milagros con tan pocos peces y pan, ¿por qué no hizo lo mismo por el país?
Ah, porque está documentado —por sus propias palabras y también por reportes de Bancomext y el IPAB— que Fox no tenía una fortuna merecedora del reportaje en Quién antes de ser Presidente… y eso se ve en un video de precampaña —fechado el 14 de julio de 1999— que está en el mismísimo sitio donde ahora se encuentra el Centro Fox.
Y un detallito más en todo este caso, que bien podríamos titular Lo que (de) Los Pinos se llevó. Resulta que en el Archivo General de la Nación no hay ningún documento sobre la gestión de Fox como presidente de la República, aunque debería ser así por ley. Que no lo han llevado y no saben dónde está… ¿Aparecerá en los anaqueles del Centro Fox?
Y otra duda, que me da ansias de ver cómo se manejará: ¿qué va a hacer el mandatario Felipe Calderón con esta papa caliente, con el hecho de que como Presidente electo visitó el ahora tan cuestionado rancho? Se aceptan apuestas…
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 24 de septiembre.
La vida de príncipe del ex presidente Vicente Fox opaca incluso a Arturo Durazo Moreno, el jefe de la policía más corrupto de todos los tiempos. Suena aberrante.
Se sabe de la opulencia de Fox, cuando se desatan las alzas de precios de alimentos básicos; cuando el desempleo y los bajos salarios reducen la calidad de vida de millones de mexicanos.
Es el ex presidente de un país de pocos ricos y muchos pobres. Y sobre todo, Fox —el rancho, el tren de vida— ejemplifica el México de la impunidad
Juan Arvizu, “Vitral Político”, El Universal, 24 de septiembre.
Fue el primer Presidente de la oposición. Ahora Vicente Fox, puede ser el primer ex presidente acusado penalmente, con posibilidades de ser hallado culpable. Él mismo, y Marta, se encargaron de presentar pruebas en su contra. Y faltan las que involucran a los empresarios Bribiesca Sahagún. Esta vez no le valdrá a Fox aquello de: ¿y yo por qué?
Pepe Grillo, Crónica, 25 de septiembre.
Dice el excandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, de gira por Puebla, que él está "dispuesto a retirarse de la política si Calderón encarcela a Fox, pero que nadie espere que enjuicie a la chachalaca ladrona"...
Újule, dicen, pues por lo visto habrá Peje para rato..., ni quién crea que la comisión especial para investigar a los Fox que crearon los iracundos legisladores, va a servir para algo...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 25 de septiembre.
El caso Amigos de Fox terminó como un expediente ilegal de financiamiento político; o las cuentas sobre los hijos de Marta Sahagún, que no acabaron de cuadrar. En este país se sabe que las explicaciones más importantes sobre las fortunas de los ex presidentes tienen que ver con el tráfico de influencias. El enriquecimiento de los políticos es un río revuelto de intereses que resulta complicado de probar penalmente. Habrá que observar, sin muchas expectativas, si existe alguna ruta de transparencia sobre el caso de Fox, o todo termina como un simple nubarrón de temporada, producto de un reportaje. Al final de cuentas, como lo señaló René Delgado, eso es lo de menos. Lo importante es el desastre político que armó Fox y del cual todavía pagamos las consecuencias
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 25 de septiembre.
Lo que permanecerá es el Fox provocador, que empezó como un líder de oposición y terminó como un presidente que lastimó la legalidad y puso en riesgo la elección. Esa será su herencia como ex presidente
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 25 de septiembre.
Así es que nadie debería extrañarse si al final de las indagaciones sobre los latrocinios de Chente y Me Harta se propone un homenaje nacional de desagravio al copresidente de México y su tierna y generosa mujercita pues, si el candidato de la continuidad se asumió propagandísticamente como el hombre de las manos limpias, lo menos que puede hacer es asegurarse de que al menos formalmente su antecesor e instalador siga teniendo lavadas las manos con las que construyó la diferencia artificial de 0.56 por ciento. Felipe no puede más que continuar con la farsa de la honestidad de su antecesor, porque él mismo fue oportunamente embarrado, en términos políticos, cuando formalmente era presidente electo, al ser llevado en condiciones de explícita subordinación al rancho (a los ranchos) de las trapacerías para sellar fotografiados pactos de impunidad (por si fuera poco, Germán Martínez, el secretario de la Función Pública, ha dicho que metería las manos al fuego por la honestidad de Vicente Fox
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 25 de septiembre.
Parece que del lado legislativo existe voluntad política para llegar al fondo en esta investigación, porque todo indica que el rancho San Cristóbal sólo es la parte visible del atraco. El problema comienza cuando se sabe que en los ires y venires de esta pesquisa participarán instituciones bajo el mando de personajes como Eduardo Medina Mora, uno de los inventos foxistas. Y la PGR tiene un largo historial de “extravíos”, “olvidos”, “desapariciones” y demás casualidades relacionadas con delitos de cuello blanco, especialmente los asociados con el poder (público y privado).
¿Cómo se vería Martita vestida con un traje a rayas marca Chanel, con escoba Louis Vuitton? Sensacional, como siempre, pero ello dependerá de la investigación legislativa y de los “atorones” que provoquen todos aquellos que, ahora funcionarios, se animaron a declarar públicamente su pasión por la parejita ex presidencial y su voluntad ciudadana de “meter las manos al fuego” por ellos (por ejemplo, el actual secretario de la Función Pública, Germán Martínez, alias El callado).
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 25 de septiembre.
Que se investigue a los Fox, que se aclare el origen de su riqueza, eso no es optativo. Pero que no nos vuelvan a atrapar en su dinámica de escandalitos que nos da una dimensión de los horizontes de la pareja. México se merece otro nivel de discusión. Escándalos siempre habrá, por ejemplo Sarkozy y Chirac también tienen algunos detrás, lo cual no ha impedido al Presidente francés presentar al menos seis reformas de fondo (pensiones, función pública, inmigración, sindicatos, delincuencia y productividad). Que los mediocres se ahoguen en su propio lodo. Ya tuvimos suficiente.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 25 de septiembre.
Los medios podrán indagar, divulgar y movilizar a la opinión pública. El Congreso, establecer comisiones de investigación. Pero si desde el Ejecutivo se decide no hacer nada al respecto, nada ocurre. Felipe Calderón tiene en este asunto una gran oportunidad, servida en charola de plata. Podría asegurar un margen de gobernabilidad para el resto de su administración, pese a haber iniciado con el pie izquierdo. La receta fue sumamente eficaz con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. El costo de investigar a fondo a la ex familia presidencial y, en su caso, penalizar a algunos de sus miembros, sería ínfimo. De ser encontrados culpables, ni Mariano Rajoy saldría en su defensa. Y en cambio, Felipe abriría una enorme válvula política de escape, además de generar un enorme monto de legitimidad por desempeño. Fue Fox uno de esos líderes fallidos a los que Calderón se refirió hace unos días. De esos que se "pierden, se hunden, se callan (es un decir), se opacan en la mediocridad, en el temor, en la desesperanza, en la inercia", y cuya riqueza pudo haberse construido sobre el dolor y la pobreza de los mexicanos. Lo que se exige hoy es absoluta claridad sobre el patrimonio de Fox y los suyos
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 26 de septiembre.
Hay preguntas sensatas que hacer en torno a la remodelación del rancho del ex presidente Vicente Fox, pero también es cierto que una parte importante de los cuestionamientos que se han generado son simplemente políticos. Algunos grupos están ansiosos de demostrar que la imagen de honestidad del ex mandatario oculta un indebido enriquecimiento, pero no porque Fox sea particularmente rico sino porque esto beneficia sus causas políticas.
Fox es el único ex Presidente, y uno de los pocos políticos importantes de nuestro país, que ha dado a conocer públicamente su declaración patrimonial. No lo ha hecho ni Arturo Montiel ni ningún otro ex gobernador. Tampoco los políticos que se encuentran actualmente en posiciones de responsabilidad. El senador perredista Ricardo Monreal, quien ha presentado una denuncia formal ante la PGR por el presunto enriquecimiento ilícito de Fox, no ha difundido, que yo sepa, su situación patrimonial.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 26 de septiembre.
Lo que no es un chiste es que ahora resulta que la pareja de marras no sólo amasó una gigantesca fortuna personal si no que también es socia de prósperas y productivas empresas en el ramo agroindustrial. Y que para lograrlo usó el poder para tejer alianzas vergonzantes: con los dueños de Bimbo, quienes les compraron la cartera vencida de sus empresas quebradas —al principio del sexenio, claro— para hacerlos sus socios en plantas procesadoras de alimentos; en paralelo Fox fue tan desvergonzado que hizo secretario de Agricultura a Javier Usabiaga, el rey del ajo, que también es su socio, y juntos son los reyes del brócoli y otras yerbas
Ricardo Rocha, “Detrás de la noticia”, El Universal, 27 de septiembre.
Además, el cinismo de Fox pareciera retar al país: si éste aguantó un régimen priísta autoritario y corrupto por 70 años, ¿por qué no va a permitir que la derecha se quede otras tantas décadas con iguales prácticas? A este país que, por más avances democráticos y reformas electorales logradas, continúa permitiendo que el poder político sea sinónimo de enriquecimiento personal. Así, Fox se instala en esta asociación que quisiéramos del pasado, para enviar el mensaje futurista de que la derecha seguirá haciendo lo mismo que hizo el PRI, y que para afianzar ese modelo él es una pieza clave e intocable. Y por si fuera poco de talla internacional.
No hay cinismo gratuito en la decisión de Vicente Fox de exhibir su lujoso rancho. Tampoco es una ocurrencia personal. Si no se le pone un alto con la debida investigación, se habrá dado un paso más en el afianzamiento del viejo régimen, para el cual la impunidad constituye una pieza clave. Con el apuntalamiento de tantos poderes fácticos, no habrá reforma del Estado que alcance
Rosa Albina Garavito, El Universal, 29 de septiembre.
Me pregunto: ¿por qué solicitarle ahora “prudencia” a Fox cuando fue precisamente gracias a su falta de prudencia que logró sacar al PRI de Los Pinos? Si algo debe reconocérsele es que sigue siendo el mismo. Los que han cambiado son otros, los que en el pasado lo alababan por su audacia, hoy lo critican por él sigue siendo audaz (y temerario). ¿En qué quedamos, pues? ¿Alguien pensó alguna vez que Fox, siendo como es, iba a ser un ex presidente callado y sosegado? Quien haya imaginado ese escenario una de dos: O no lo conoció o simplemente le esta haciendo al tamacuil
Lolita de la Vega, “Frente a frente”, El Universal, 29 de septiembre.
Lo urgente es lo que viene: la aparición de nuevos y peores delitos de Fox que harán más visible la sumisión de la gente de Los Pinos al cártel de Guanajuato; el descontrol de los precios que inevitablemente seguirá en ascenso, las protestas populares contra la carestía y el desempleo que por lo mismo van a estallar y, por último, como recurso extremo de un régimen inepto, vencido y desesperado, la represión, que aunada a la crisis económica desatará una crisis política más profunda y que sólo se resolvería, en principio, con la salida de Calderón y el nombramiento de un gobierno interino que reponga las instituciones destruidas por los golpistas. Pensémoslo de nuevo: todos somos ese piano
Jaime Avilés, “Desfiladero”, La Jornada, 29 de septiembre.
¿El acoso a Vicente y Marta es un linchamiento mediático o una saludable rendición de cuentas? En tanto lo sabemos, la pareja ex presidencial sigue acumulando preguntas que dejan sin respuesta.
Vicente y Marta forjaron una fenomenal lista de enemigos y adversarios. Estarían los expulsados de esa sucursal del paraíso terrenal conocida como Los Pinos. El PRD y la izquierda pusieron a Fox en la mira por su grosera y marrullera intervención en el proceso electoral. El "círculo rojo" se acuerda de los disparates del sexenio, del veto de Fox a la ley del libro y de Sari Bermúdez. Estarían finalmente los agravios vividos por algunos panistas y ex amigos de Fox como Lino Korrodi.
Sergio Aguayo Quesada, Reforma, 3 de octubre.
Vicente Fox tiene un lugar asegurado en la historia del país. Encabezó la exitosa campaña que consiguió truncar la racha de victorias priistas que se prolongó, para bochorno colectivo, más de siete décadas. Su triunfo en el año 2000 generó expectativas enormes. Se llegó a pensar con optimismo infundado que la transición política terminaría con la concepción de que la Presidencia es, más que nada, una incubadora de negocios familiares. La ocasión de construir una fortuna descomunal para que hijos, nietos y bisnietos se rasquen la barriga sin ningún apremio económico. Fox decepcionó a todos. No sólo a los ciudadanos que votaron por él, sino al ideal compartido de que la democracia nos haría un mejor país, por lo menos un país con un gobierno decente. Pero no.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 4 de octubre.
Que ayer, en El Estoril de Polanco, el ex presidente Fox echó de menos los cálidos saludos de antaño. Fox llegó al restaurante a comer con sus amigos de la familia Pintado.
Nadie le hizo el feo, pero muy pocos le regalaron sonrisas y apapachos en ese delicioso comedero, uno de los más frecuentados por la clase política de la capital.
“Trascendió”, Milenio, 4 de octubre.
Hoy se sabrá que como ex presidente, Vicente Fox tiene derecho a un número determinado de asistentes con cargo a la nómina federal. En su caso, son aproximadamente 25, cifra similar a la que conservan Luis Echeverría y Carlos Salinas. El punto es que don Vicente ubicó a algunos de esos ayudantes en la fundación de doña Marta, Vamos México.
“Bajo reserva”, El Universal, 5 de octubre.
Colocado él mismo en el centro del debate por la enfermedad psicológica de la frivolidad del poder, el expresidente Vicente Fox y su esposa Martha Sahagún deben ser enjuiciados no del delito de mal gusto del nuevo rico, sino por haber despilfarrado el bono democrático del 2000.
Lamentablemente para él, Fox va a pasar a la historia no por haber derrotado al PRI en las elecciones presidenciales sino por su rancho y la colección de autos de lujo. Las preguntas a Fox de ahora en adelante no serán sobre el bono democrático del 2000, sino sobre su verdadero legado histórico: una riqueza personal inconmensurable, de la cual el rancho es apenas una muestra.
Muy a su estilo, Fox anda feliz. Su neurosis del micrófono lo obliga a estar en los medios, para bien o para mal. Pero su legado político y familiar y el primer gobierno presidencial del PAN -el del cambio- serán juzgados por corrupción, manipulación perversa de la política electoral y fracaso en la conducción de la economía.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 8 de octubre.
Fox prometió el cambio político y dejó el país igual a que si lo hubiese gobernado un presidente salido del PRI. Fox, pues, le falló a los mexicanos. Se dedicó a enriquecer a su familia, a cederle el poder a su esposa Martha y a succionar recursos del Estado para beneficio personal. El rancho presentado en la revista Quién es apenas la punta del iceberg de la corrupción en el sexenio foxista.
El primer gobierno panista estaba obligado a dejar en 2006 un país diferente al ciclo priista, pero dejó uno peor: fraude electoral, imposición de sucesor, mayor pobreza, sociedad decepcionada y sobre todo la imagen de un político ambicioso y no precisamente cándido.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 8 de octubre.
Al que madruga, Fox le ayuda, así es que a temprana hora unas desinteresadas mujeres de San Cristobal Ranch comenzaron ayer a repartir folletos con información sobre lo bueno que siempre ha sido el señor don Vicente y lo rico que ha sido desde chiquito (incluso cuando más en desgracia estaba, siempre avispado pa’ los negocios aunque la sublimación monetaria se diera, por esos imponderables de la vida, cuando en la presidencia de México estaba). El pueblo, indignado por las calumnias levantadas contra el buen Chente, ha comenzado a levantarse (es posible que pronto se realicen marchas públicas de ciudadanos en defensa de la honorabilidad de Vamos Vicente y su Marta Según el Sapo es la Petición de Yip).
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 8 de octubre.
Ante las evidencias y los testimonios se impone una investigación a fondo para descubrir si efectivamente hubo tráfico de influencias el sexenio pasado, mediante un sistema de chantajes con beneficios personales, que operaba a través de Vamos México y desde la Lotería Nacional, manejadas al capricho de la “señora Marta”.
Ya sabemos que la figura de la primera dama no aparece en el organigrama gubernamental y que ello podría obstaculizar cualquier investigación. Empero, algo tendrá que hacerse para mandar el mensaje de que las cosas, ahora sí, están cambiando.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 9 de octubre.
Vicente Fox vive en eterno maratón de mentiras y cinismo. Pase lo que pase, le demuestren lo que le demuestren, el empleado que como presidente de México fue puesto por la Coca-Cola (y demás empresas trasnacionales de intereses económicos gaseosos, líquidos y sólidos) se mantiene en la ruta conocida de negar los hechos por la vía simple de descalificarlos nomás porque sí. Diariamente se confirma la corrupción sexenal de la llamada pareja presidencial, pero el ranchero de pensamiento colonizado (pro gringo de corazón) hace incluso como que se indigna, y exige que sean sacados de la pista informativa los corredores periodísticos que informan de transas, desapariciones (de fondos) y malos manejos. Dice el señor alto, de bigotito, casado con una señora que le consigue yips como los más sencillitos de los regalos obtenidos mediante cohecho, que todo lo que se dice de él es mala onda, venganza, visceralidad, ganas de dar lata o fregaderas por encargo. Profundo, todo un estadista, califica de “patán” al senador perredista que lo denunció ante la procuraduría federal de justicia, como si la supuesta catadura negativa de un quejoso inhabilitara el contenido de lo referido, y luego arremete contra el blanco favorito de las Faldas de la Señora Marta: la revista fundada por Julio Scherer a la que Chente Berrinche, exquisito practicante de su fórmula para ser feliz que consiste en no leer periódicos, denomina “El proceso”, que según eso es “un periodicucho” armado a base de “calumnias”. Chente corre contra sí mismo y con la intención de evadir cárcel y desprestigio, fugitivo en pareja en el maratón de la historia del que ha sido descalificado desde mucho atrás (aunque ahora hay un buen número de ciudadanos y de periodistas que hacen como que apenas se enteran de las “insospechadas” andanzas de Chente y Marta que en algunos espacios con toda oportunidad fueron advertidas y denunciadas)
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 9 de octubre.
La frivolidad con que asumió la formalidad de sus puestos públicos fue un sello distintivo que sólo se acrecentó con el paso de los días y el acceso a los botones de mando y los dineros federales, que, por cierto, Fox tuvo en abundancia (más de 400 mil millones de dólares adicionales) que todavía vagan sin encontrar explicación, menos aún rendimientos en bienestar, justicia y crecimiento económico.
Fox no ganó por sus propios méritos: los llamados votantes útiles le obsequiaron a título gracioso. Y por ello habrán de pagar, además de los ya ofendidos con privaciones, maltratos y destierros, otras varias generaciones de mexicanos que no verán un horizonte de oportunidades para su desarrollo.
Luis Linares Zapata, La Jornada, 10 de octubre.
Los que afirman que Fox ganó la Presidencia por sus habilidades propagandísticas, por los recursos conseguidos a través de sus amigos, o por su presencia, novedad o apariencia de su figura sólo mencionan una parte de la pequeña historia. El resto habría que buscarlo en los que fueron beneficiados durante su mandato. De ahí surgen muchas de las respuestas que se andan buscando. En primer lugar están los magnates y sus empresas a quienes Fox atendió en desmesura con todo tipo de ayudas y recursos. Pagos obligados por su colaboración “desinteresada” en la campaña, pero también por la propia convicción de Fox en pensarse, él mismo, como un empresario que nunca fue. Este es un punto nodal que, apenas ahora, los mexicanos empiezan a entender por los efectos dañinos sobre todos y cada uno de los aspectos de la vida organizada de la nación, incluyendo la propia vida de cada quien.
Después, habría que indagar sobre la calidad de la elite de funcionarios y burócratas partidarios que reunió a su derredor, esa que se dice panista y sus acompañantes del priísmo decadente. Juntos forman una especie de cogobierno que mucho tiene de saqueo a la intemperie y poco, muy poco, de eficacia política. Vienen después los corifeos y demás compañeros ocasionales de viaje, esos que llamaron al voto útil y se cobraron con prebendas y posiciones de poder. Ellos tienen gran parte de la culpa de este inmenso desaguisado que fue la administración de Fox, todo un sexenio malbaratado entre la tontería y la insensible producción de masas depauperadas que rondan por esta devastada república y que una escenografía mediática no puede disfrazar.
Luis Linares Zapata, La Jornada, 10 de octubre.
¿Qué, entonces, puede explicar la inquisición de los Fox? En el caso de la clase política tengo una teoría. Ciertos partidarios del PRI no le perdonan a Vicente Fox el hecho que haya destronado a su partido después de 70 años de poder ininterrumpido. Y menos cuando el usurpador es visto por ellos como un ranchero de derecha. Con respecto al PRD, algunos simpatizantes no le perdonan al ex presidente haber obstruido lo que consideraban la eminente coronación de su candidato presidencial.
Julio Serrano, “Apuntes Financieros”, Milenio, 10 de octubre.
Lo dicho: estamos frente al peor escándalo de corrupción presidencial de todos los tiempos. Cada día que pasa la marea de la inmundicia sigue creciendo. EL UNIVERSAL, Proceso y algunos otros medios —no muchos, por cierto— han seguido documentando este nuevo e inacabable capítulo desde la enorme provocación de los Fox-Sahagún en la revista Quién hace apenas tres semanas.
En pocas palabras, los ex habitantes de Los Pinos rebajaron la institución presidencial al nivel de una gerencia de compras. Desde ahí medraron, abusaron, extorsionaron y chantajearon. Y más aún, pospusieron la tarea de gobierno para dedicarse casi de tiempo completo lo mismo a los grandes negocios que al boteo vergonzante de las “pequeñas” dádivas como joyas y automóviles, con una voracidad que de no ser tan cuantiosa entraría en los terrenos de la comicidad involuntaria. La residencia oficial de Los Pinos convertida en la guarida de La banda del carro rojo
Ricardo Rocha, “Detrás de la noticia”, El Universal, 11 de octubre.
Adentro: el dispendio como sinónimo de bono gubernamental por los servicios prestados a la patria al haber sacado al PRI de Los Pinos. Los arreglos incesantes a las residencias oficiales, las cabañitas acogedoras y las oficinas faraónicas. Las compras enfermizas de vestidos de marca y accesorios tan ostensibles como de mal gusto. La elegancia entendida como “entre más caro, mejor”. Los millones y millones de pesos robados al erario público en incontables muestras de estulticia para “ambientar” las entrevistas a modo, las jugosas componendas, las asignaciones de contratos de muchos ceros, las rebajas de cientos de millones en impuestos y un tan abusivo ejercicio del poder que apenas vemos la punta del iceberg.
Afuera, muchos millones más para remodelar los ranchos con la compulsión de los nuevos ricos. Comprar casas, terrenos y fraccionamientos completos con toda la parentela: los Fox, los Sahagún, los Bribiesca, todos beneficiarios de información privilegiada, créditos ilimitados y trámites oficiales a modo para sus propiedades particulares, sus hospitales, sus jets privados, sus depas en Houston, sus gordas cuentas y sus gordos cinismos
Ricardo Rocha, “Detrás de la noticia”, El Universal, 11 de octubre.
Y yo me pregunto: ¿los grandes negocios del sexenio como las ventas de Banamex, Bancomer y Bital fueron de gratis? ¿Cuánto realmente tiene Vamos México? ¿A cuánto asciende el nuevo patrimonio de los Fox-Sahagún? ¿Cuáles son las cifras que alcanzaron los negocios de los Bribiesca con Pemex, Fobaproa-IPAB, Infonavit, Nafin y anexas?
Por eso irrita que en su hiperactivismo Fox diga aquí y allá que es víctima de un linchamiento y una venganza política cuando está a punto de ser sepultado por las evidencias de su propia basura. Aunque en una sola cosa tiene razón: “He trabajado por mi casa”, dice. Y es cierto si su casa es sinónimo de su actual fortuna. Para eso estuvo ahí. Para ver la Presidencia como el botín que creyó merecer. Así que cabría preguntarle cuántas horas de cada día dedicaba al país y cuántas a trabajar por su casa.
Por eso asombra que haya panistas que lo exculpen a él y le carguen todo a ella, en una actitud tan cobarde como acomodaticia para restarle costos políticos al foxismo todavía incrustado en el PAN vía su actual dirigencia. O quienes pretenden una defensa tan descerebrada como la de que “no se le ha probado nada”, cual si no fuera suficiente el exhibicionismo reciente
Ricardo Rocha, “Detrás de la noticia”, El Universal, 11 de octubre.
Para la estrecha lógica foxiana, Calderón es presidente de México por una simple razón: porque el propio Fox lo ayudó, porque así lo quiso y porque le permitió que fuera Presidente. No por los votos recibidos por Calderón ni por sus propuestas de campaña. Ganó por Fox y punto.
“Gané la Presidencia dos veces: en el dos mil y en el dos mil seis”, le dijo Fox a la periodista Yuriria Sierra. La frase retrata perfectamente esa lógica de poder que mueve la conducta del ex presidente, y que se resume en un solo concepto: que Calderón le debe la Presidencia.
Por eso la molestia en Los Pinos. Por eso la frase de Ramírez Acuña: “Una vez que los políticos han terminado con la encomienda de su encargo público, debemos entender que el que se va, se calla, y todos debemos enseñarnos a callar una vez que concluye nuestra función”.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 11 de octubre.
El destinatario original de la famosa frase relacionada con el ave científicamente llamada ortalis vetula sigue haciendo ruido donde se lo permiten. Como en sus tiempos de candidato, habla de lo que sea, en busca de agradar a cada público o entrevistador aunque, para su molestia, el fantasma del enriquecimiento ilegítimo se impone a las pretensiones de dibujarse a sí mismo como honorabilísimo héroe patrio con rancho y lago adjuntos. Lo mismo reconoce que para lanzarse por la Presidencia de México recurrió a los directivos de la Coca-Cola en busca de ayuda económica que se enreda respecto a sus propiedades que un día presume como gran logro personal que luego niega y adjudica a familiares y amigos. Chente del Rancho ha sido emplazado a guardar silencio, al tiempo que la Secretaría de la Función Pública hace como que va a indagar por qué el presunto copresidente de México se llevó a su egoteca guanajuatense documentos oficiales correspondientes al ejercicio 2000-2006. ¿Aceptará FoSa (marca comercial del corporativo Fox-Sahagún) la orden de cerrar el pico que El hijo desobediente les ha hecho llegar por la vía de Bucareli? ¿Se rebelarán los tórtolos y soltarán por allí alguna insinuación con el indicativo electoral 0.56 por ciento? ¿El amago de Paco Ramacú es un último suspiro antes de que le den bola? Por lo pronto, en Boca del Río, Veracruz, develación programada de una estatua del prócer de las botas intelectuales
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 11 de octubre.
El ex presidente Vicente Fox tiene muchos, muchísimos, peros y comete muchos, muchísimos, excesos. Sin duda. Pero posee dos cualidades políticas que convierten a sus adversarios en víctimas: intuición y capacidad de comunicación con el gran público. Por eso él y no otros con más formación, trayectoria y proyecto logró lo que en 2000 parecía imposible: sacar al PRI de Los Pinos. Por eso él, junto a otros, eso sí, con todo el poder presidencial, logró en 2006 acuñar una estrategia que parecía causa muerta: ganarle, incluso por una nariz, a Andrés Manuel López Obrador.
Es muy duro, lo sé, para quienes se han formado en lo políticamente correcto, admitir que un ranchero pudo más que hombres con historia, intelecto y luces. Pero así fue. En dos ocasiones Fox ganó, electoralmente hablando. Y ganó hablando. Porque eso es lo suyo. Él intuyó atinadamente que el “cállate, chachalaca” del entonces candidato presidencial del PRD le abría al candidato de su partido una oportunidad de oro. Fue él quien, usando, abusivamente, el poder presidencial, activó todos los poderes posibles para hacer creíble la consigna de que el tabasqueño era “un peligro para México”. Podrá haber hecho el oso de la vida política contemporánea mexicana con aquel “Borgues” en pleno escenario español, frente a los doctos de nuestra lengua. Pero fue su olfato político el que diseñó la agenda del escándalo y desde ahí logró evitar lo que siempre consideró un fracaso inadmisible para el PAN: abrirle el paso al PRI o al PRD.
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 13 de octubre.
Fox era rehén de las encuestas. Que tire la toalla el hombre público que escape a esa dictadura. Y era libre con sus palabras. Hablaba y ponía el dedo en la llaga. Lo sigue haciendo cuando dice que tricolores y amarillos están ardidos. Por eso ganó dos veces: sabe que el manual priista caducó y la supuesta sabiduría que se acumuló en siete décadas no calza más en una sociedad que se democratiza en todas partes. Que el que se mueve no sale en la foto. Falso. Que quien pega primero, pega dos veces. Mentira vil. Que calladito te ves más bonito. Nunca. Y que el que se fue, se calla… ¡Por favor!
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 13 de octubre.
Estudios recientes, incluso elaborados por agencias afines al panismo, demuestran que la popularidad del exmandatario declina y su fama de hombre honesto comienza a resquebrajarse. ¿En qué medida la caída en la popularidad de Fox impactará en la votación a favor del PAN?
El domingo pasado en Sinaloa le volvió a ir muy mal al PAN, que este año ha obtenido muy pocas victorias electorales. Si la oposición maneja bien el tema de las pillerías de los Fox podrá sacarles raja en las elecciones intermedias del 2009, en las que el gobierno de Calderón tiene puestas sus esperanzas de obtener la dosis de legitimidad que le falta. Fox puede ser la piedra donde tropiece esta aspiración.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 16 de octubre.
La "banda del jeep rojo" que comanda la exparejita presidencial enfrenta las reacciones de algunos sectores de la sociedad civil que, ofendidos y humillados por las pillerías de aquéllos, salen a las calles a repudiar las "cochinadas" que hicieron. La actitud de los manifestantes nos hace recordar las expresiones de repudio que la misma sociedad realizó hace más de diez años -y que se extendieron por todo el país-, en contra de la "banda del Orejotas", cuyo líder fue el "hermano incómodo".
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 16 de octubre.
¡Y nosotros que creíamos que los del PAN eran diferentes a los del PRI! Exclaman millones de mexicanos que fueron engañados, ofendidos, humillados... por las "cochinadas" que hizo la exparejita en el "gobierno del cambio sin rumbo". Bueno, a decir verdad sí existen algunas diferencias entre los integrantes de la "banda del jeep rojo" y la "banda del Orejotas"; la exparejita operó mediante algunas fundaciones y "venta de favorcitos", mientras que el "hermano incómodo" trató de ser un poco más sofisticado y lo hizo por medio de un "fondo de inversión" al que contribuyeron los "ricardos", quienes habían sido favorecidos con la venta de algunas empresas paraestatales y varios bancos. Otra diferencia importante es que el "hermano incómodo" nunca presumió que los miles de millones de pesos que había acumulado en ese fondo los había ganado "con el sudor de su frente", ni que había heredado lana o propiedades. Bueno, nadie le hubiera creído porque además de todo era un zángano, dicen los malosos. ¡No es cierto, no es cierto, si trabajaba en una paraestatal vendiendo granos! Reclaman sus admiradoras.
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 16 de octubre.
Una diferencia más: a la banda que operó hace dos sexenios nunca la defendió su partido, por el contrario, el mismo líder del PRI se encargó de meter a la cárcel al cabecilla, por ciertos asuntos medio macabros. Más aún, cuando il capo di tutti capí quiso reclamar su tajada -por ahí de los primeros días de octubre del año 2000-, el mismo líder del "tri" le "puso un cuatro", lo exhibió ante la sociedad que todavía lo recordaba con odio jarocho, y aquél tuvo que "salir con la cola entre las patas". Hoy, el PAN se empeña en defender "a capa y espada" a la "banda del jeep rojo", tal vez porque varios de sus integrantes y "colaboradores" tienen miedo de que los "salpiquen".
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 16 de octubre.
Un trago amargo probó la ex pareja presidencial. Cuando estaban a punto de volar de Washington a Filadelfia, el agente migratorio fue más que quisquilloso y exigió una exhaustiva revisión del neceser de la señora. Ante la demora, Fox comentó que ese no sería el trato que recibiría el ex presidente Clinton en México, a lo que el guardia reviró con un seco: “Welcome to America”. Lo que vino después fue una larga, tediosa espera de cinco horas
“Frentes Políticos”, Excélsior, 16 de octubre.
Microscópicos son, sin embargo, los detalles con cuatro ruedas que le han saltado al hombre de la mano caída en Boca del Río (es decir, caída de la estatua caída). El verdadero enriquecimiento de las familias Fox y Bribiesca se hizo, por ejemplo, mediante prestanombres como Cosme Mares, uno de los empresarios favoritos del sexenio que, ¿también en comodato?, agradeció a sus patrocinadores los regalos presupuestales recibidos mediante playas como El Tamarindillo y cooperación plena para el arreglo de los ranchos guanajuatenses. Son muchos los empresarios mexicanos que se acomodaron a la variante del comodato. En realidad, el uso de esa figura jurídica es bastante conocido. Para no ir tan lejos, en marzo del presente año se conoció que durante el priísmo el entonces denominado Departamento del Distrito Federal había cedido en comodato el antiguo convento de Santo Domingo al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, según eso para que fuese usado en asuntos pedagógicos, pero Maricruz Montelongo Gordillo, hija de la cacique del SNTE, lo ofrecía en renta como salón de fiestas particulares. En Argentina, por su parte, el todavía presidente Néstor Kirchner es uno de los 100 servidores públicos federales que están acusados de corruptelas o irregularidades en el ejercicio de sus funciones. El diario La Nación indagó en juzgados y fiscalías federales y encontró que, entre otros, Kirchner “figura como imputado en una causa. La dirige el juez Daniel Rafecas y trata del empleo de autos entregados por empresas según el sistema de comodato. ‘Es una práctica habitual que venía de otros gobiernos’, detalló un funcionario que interviene en ese expediente”
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 16 de octubre.
Sólo quedan brevísimas siete semanas para que se cumpla un año de que Fox dejó la Presidencia y, según la ley, expirará el plazo para que pueda ser sometido a juicio político por el Senado de la República. Conversé ayer por teléfono con el abogado constitucionalista Elisur Arteaga Nava –el mismo que entrevistó Proceso en su edición de esta semana– y me decía que la vía para activar el juicio político es que un ciudadano o un grupo de ciudadanos presenten una denuncia en la Cámara de Diputados. Ésta tendría que llevar a cabo el procedimiento para que la acusación contra Fox llegara al Senado. Aun cuando el PAN descarrilara el juicio político, quedará abierta la posibilidad de perseguirlo –también a sus presuntos cómplices– por la vía penal. ¿No les parece raro que el jefe del cártel perredista en la Cámara de Diputados, el Güero González Garza, haya dejado pasar el tiempo?
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 16 de octubre.
Que el fantasma de José Luis Borgues resucitó ayer en Houston, durante un almuerzo con unas 300 personas en el World Affairs Council, adonde Vicente Fox llegó flanqueado por su esposa Marta Sahagún y su hijastro Manuel Bribiesca Sahagún.
Fox volvió a hacer gala del poco respeto que le merece la precisión y habló de los problemas en ¡Estrasburgo, Alemania!
Al menos esta vez no estuvo tan lejos, si es que se refería a la principal ciudad de Alsacia y bien francesa localidad de Estrasburgo.
¿O estaría pensando en Prusia y el Tercer Reich?
“Trascendió”, Milenio, 16 de octubre.
Innegablemente la seguridad que Vicente destila hacia las dudas mediáticas sobre su entorno está más que calculada, my friend, y recibiendo respuestas. Entre comunicados de Presidencia, informes del EMP y boletines del Centro Fox, se va haciendo bolas el engrudo donde tarde o temprano el cochinero será incontrolable. Y donde tarde o temprano la paciencia tendrá un límite.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 16 de octubre.
Con todo, la comisión no carecerá de insumos para su indagación. El propio sujeto investigado y su esposa, la señora Marta Sahagún, involucrada por su marido (que incluyó bienes de que ella es propietaria en la declaración patrimonial del Ejecutivo, en una extensión de su creencia de que formaban "la pareja presidencial"), han sido indiscretos respecto de sus recursos, que se acrecentaron durante el sexenio en que él recibió millones sin tener que hacer ninguna erogación, pues su cargo le aseguró que el erario lo proveyera de casa, vestido y sustento, para sí y su entorno familiar, en México y en el extranjero, pues se incluyeron en esa provisión toda clase de viajes.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 14 de octubre.
Pero en el caso del aludido hay que decir que apenas se cuestiona la cutícula. Para el ex Presidente y su esposa debe ser realmente divertido cómo el debate nacional tiene que ver con el color del jeep o las hectáreas del rancho. Si ésa es la discusión de la corrupción en su sexenio están más que servidos.
Lo de fondo es el tejido de corruptelas que bajo el manto del foxismo, del desentendimiento del Presidente o del consentimiento de su esposa, o la silenciosa pero no menos abusiva orquestación de Ramón Muñoz, pudo hacerse en distintas dependencias. La Secretaría de Educación Pública con Enciclomedia y decenas de contratos ilegales en otros programas; la Secretaría de Salud con el fraude del Seguro Popular; la de la Función Pública con la eliminación de evidencias; Petróleos Mexicanos y los favorecimientos a los amigos del hermano del Presidente, de la esposa del Presidente, de los hijastros del Presidente, de los donantes para la campaña del Presidente.
Eso fue el Chachalaca power. Las redes de la corrupción disfrazadas de alternancia o presunta transición.
Roberto Zamarripa, “Tolvanera”, Reforma, 15 de octubre.
EL MEJOR MOMENTO de Fox pasó hace muchos años, como nueve o diez, cuando era un folclórico precandidato a la presidencia de la República y despertaba simpatías por sus envalentonadas ocurrencias dirigidas contra el todavía partidazo de Estado, cuya hegemonía duró setenta años. Durante el período rosa (como precandidato primero y candidato formal del PAN después) Marta Sahagún, la colaboradora que más tarde se convertiría en su esposa, se reveló como una pieza fundamental de la relación de Fox con los medios. Desde el gobierno de Guanajuato le gestionó entrevistas y conferencias. Las críticas a su papel como gobernador pasaron a segundo plano, aunque él estuviera mucho tiempo fuera de su estado promocionándose para ser presidente. La fragilidad del electorado más el dinero que le inyectó a los medios, coincidieron con el hartazgo de los mexicanos por siete décadas de PRI. El desenlace resultó evidente: no ganó el más apto, Cárdenas, sino el más “carismático”. En el pedestre contexto del analfabetismo funcional en el que se desenvuelve la política mexicana, el más “carismático” resultó ser una calamidad para el país. Ingenuos, los promotores del “voto útil” vaticinaban que la derrota del PRI le auguraría mejores tiempos a la democracia, pues urgían una serie de cambios, sobre todo de naturaleza política, que se habían postergado durante el sexenio de Zedillo, el tercer tecnócrata al hilo que nos gobernaba (el cuarto fue Fox y el quinto es Calderón) para darle viabilidad a un Estado al que le urgía renovarse. Pero este político dicharachero carecía de visión, le dio poderes metaconstitucionales a su mujer y estableció una perniciosa alianza con los medios electrónicos, de los que ahora reniega como lo hace su más odiado rival político: AMLO.
David Gutiérrez Fuentes, “Perro Mundo”, Crónica, 18 de octubre.
La presidencia de la “alternancia” requirió de muy poco tiempo para demostrar su ineficacia. En menos de dos años Fox ya había ofrecido un amplio panorama de su mediocridad: no podía ni pudo negociar sus proyectos con el Congreso, estancó al país en un crecimiento que nada tenía en común al que vislumbraba en su campaña, y le regresó a los medios el valioso tiempo del Estado que tuvo que comprar con recursos públicos. Un aspecto nada simbólico, sino real de esa improvisación, se pudo observar en el nombramiento que le dio a la señora Sahagún como improvisada vocera de la presidencia. Acotado por quienes lo llevaron a Los Pinos, Fox desencantó muy rápidamente a quienes veían en él a un hombre con las virtudes de un estadista. Gobernó y pronunció tonterías en función de estudios de opinión, y tuvo y deslizó más de una vez la peregrina idea de que la sucesora de su trivial mandato sería su mujer, a quien se le veía muy activa en los medios apropiándose de un discurso de género de muy baja factura que alternaba con apariciones en programas frívolos. El país se estancaba, pero Fox veía todo de maravilla. Esta disociación con el mundo real llevó a muchos a comentar que el guanajuatense era en realidad el presidente de una entidad ficticia bautizada con mucho tino como Foxilandia. Cuando cumplió tres años en el poder ya estaba cansado y le dio formalmente el banderazo de salida a una amorfa caballada. Se enemistó con un rival mediático a la altura de su mediocridad, y los dos últimos años de su sexenio, caracterizado además por el incremento en los índices de violencia y tráfico de estupefacientes, se dedicó a convertirlo en mártir y a promover su desafuero.
David Gutiérrez Fuentes, “Perro Mundo”, Crónica, 18 de octubre.
Su era acabó, su logro histórico fue haber derrotado al PRI, aunque él ni siquiera parezca comprender qué sucedió en aquellas fechas y por qué se dieron, de esa forma, esos acontecimientos. Tampoco el ex mandatario parece comprender la trascendencia de ese hecho y se empeña en vender una idea de su gobierno y de su persona que, sencillamente, no coinciden con la realidad. Pero hay quienes lo impulsan con el fin de tratar de exprimir al máximo lo que queda de su prestigio y espacio político, por ejemplo, la actual dirigencia panista o quienes están llevando al máximo las tensiones tendientes a ejercer una suerte de venganza tardía. Paradójicamente, el derrocamiento y el asesinato de Madero han permitido construir la imagen de un hombre valiente, demócrata, que dio la vida por sus convicciones (lo que es cierto), pero que, si hubiera seguido gobernando o lo hiciera en la actualidad, su fin político, muy probablemente, hubiera sido funesto. En todo caso, alguien recordaría que Madero fue quien terminó derrocando a Porfirio Díaz. Nada más y nada menos. ¿No le alcanza a Vicente Fox ser recordado como el que derrotó electoralmente al PRI por primera vez en 70 años? Todo indica que no y que el ex Presidente no comprende que está al borde del precipicio y ha decidido dar un paso al frente
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 18 de octubre.
El sicoanalista José Antonio Lara Peinado, que ya ha hecho llegar otros estudios a esta columna, diagnostica: “La crisis mental de Vicente Fox, en un programa de televisión, muestra cómo la política es una de las profesiones preferidas por muchos sujetos de estructura perversa-sociopática. Además, exhibe elementos que estudiantes y profesionales de la salud mental deben tomar en cuenta: 1) Un personaje con delirios de grandeza estallará ante quien atente contra ese delirio, que como tal le hace ver un mundo que no existe; 2) Un personaje mitómano estallará ante quien le demuestre lo contrario; 3) Las palabras utilizadas por un enfermo, tal cual se observó en la entrevista, tienden a intimidar al otro, a acusarlo, a minimizarlo (llama viejito al periodista), a ofenderlo, de tal manera que apareció el dictador que muchos políticos llevan dentro, y, 4) La portada del libro de Fox, presentada en la entrevista, no hace sino dar cuenta del trastorno narcisista en el cual vive: sentado en el falo de una silla grande, grande, el sujeto enfermo se erige como un monumento hueco y vacío, que encontró en el poder un detonador para su enfermedad. Estos puntos hay que tomarlos en cuenta en la clínica pues, al paso que vamos, los periodistas que intenten un ejercicio honesto tendrán que tomar algún seminario para entrevistar a pacientes sicóticos. En todo caso, Fox debe reclamarle a su médico, pues cuando falla el medicamento aparece la enfermedad”
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 18 de octubre.
Fox no entiende lo que le está sucediendo. "¿Y yo por qué?", se ha de preguntar millones de veces por las noches y mientras se ducha en la regadera, sin obtener respuesta. No entiende por qué tiraron al suelo su escultura en Boca de Río. No entiende por qué se quedó tirada toda la noche, hasta que al otro día fue el presidente municipal, del PAN, y ordenó que la levantaran, ya sin su mano derecha. No entiende por qué muchos veracruzanos (¿nada más priistas?) le echaron a su estatua jitomates y huevos podridos. No entiende por qué la escupían y le brincaban encima. No entiende por qué tanta gente le guarda resentimiento y ahora lo critica como nunca se atrevió a hacerlo durante su sexenio. Fox se siente perdido. Su mente ya no le responde. Está irritable. Por eso se porta tan grosero con los periodistas que hacen su trabajo al preguntarle sobre lo que se le acusa. Él solito se está poniendo "piedritas en el camino", como acusa que lo hacen los de la oposición.
Guadalupe Loaeza, Reforma, 18 de octubre.
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