No todo es hiel para el ex presidente, que ahora acusa a priístas y perredistas de la conjura o complot, éste sí con la “t”. Las autoridades panistas del municipio turístico de Boca del Río, conurbado al puerto de Veracruz, anunciaron la inauguración, el domingo próximo, de una estatua de don Vicente en “reconocimiento a su apoyo” a la entidad.
La estatua del ex mandatario estará colocada en el bulevar llamado Vicente Fox, ubicado en el malecón de esa zona turística, informó el alcalde panista Francisco Gutiérrez de Velasco. Para colocar el monumento, las autoridades locales mandaron a construir un enorme arco con el nombre en letras que brillan como el oro
“Bajo reserva”, El Universal, 10 de octubre.
El presidente municipal de Boca del Río, Veracruz, Francisco Gutiérrez de Velasco, planea despedirse con broche de oro, encargando una estatua para el ex presidente Vicente Fox. La razón es que el de Guanajuato “apoyó” al municipio donde han ocurrido varias balaceras entre narcos
“Binoculares”, El Gráfico, 10 de octubre.
Para Vicente Fox, como en el promocional aquél: “Cuando todos creían que había pasado el peligro, viene (tan tan tan tan)… ¡Tiburón Dos!”.
Ahora el problema no está provocándolo él (sí cuando la estulta y bochornosa exhibición de sus intimidades en una revista “del corazón”, y que la misoginia de la derecha insidiosa endilga sólo a su señora), sino promovido por uno de sus fans.
En el peor momento de Fox (la ostentación de bienes se traducirá en años de linchamiento político y laberínticas diligencias administrativas y eventualmente penales), el presidente municipal (panista, claro) de Boca del Río, Francisco Gutiérrez Velasco, se propone develar el domingo próximo una ofensiva estatua del ex en el “Boulevard Vicente Fox Quesada”.
Se justifica: los boqueños están muy “agradecidos”.
Pero que no cunda el pánico: solidario con los machotes de su partido, el alcalde lambiscón garantiza que la efigie salió gratis y será “de cuerpo completo y sin ningún acompañante…”.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 10 de octubre.
El ala de política psiquiátrica del Chamanic Center no se explica aún por qué el expresidente Vicente Fox se va tan lejos para exhibirse.
Cuando aquí en su terruño, todos le reconocen que es uno de los mandatarios de la era moderna que teniéndolo todo a favor, desperdició el bono democrático que le dieron en las urnas.
Y claro, su primera dama le ayudó a construir un mundo de ensueño, muy pero muy lejos de la realidad.
Ahora más que nunca se justifica la regla no escrita que obliga a los expresidentes a vivir en el sano low profile.
Fox es para los panistas un icono, eso no es criticable, lo que raya en el ridículo no sólo es que lo traten como oso de feria, sino que el propio guanajuatense se lo crea. Y danza al son del pandero.
Lo que hizo y dejó de hacer lo sancionarán los mexicanos, no tiene caso que quieran cubrir las carencias del guanajuatense con estatuas como la que piensa erigirle el alcalde panista de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco.
Y la cereza de todos estos espectáculos del oso de la feria, la dará cuando se case por la iglesia con you know who.
Jesús Sánchez, “Recuento Político”, El Financiero, 11 de octubre.
Por cierto que el Ayuntamiento de Boca del Río, Veracruz, que encabeza el panista Francisco Gutiérrez de Velasco, anunció la develación, el domingo, de la estatua del expresidente Vicente Fox sobre el bulevar costero que lleva el nombre del exmandatario desde finales de 2006.
La foxiefigie medirá tres metros de alto y Chente lucirá la mano en alto formando la "V" de la victoria, pero aclaró que "la señora Martha (Sahagún) no está en la estatua... es sólo la figura del señor expresidente, es un regalo para Boca del Río de un personaje histórico, y ya"
Um, dicen, ¿y ni siquiera estará con su Jeep rojo (¿y la Hummer, apá?, dijera el Peje)?, preguntan...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 11 de octubre.
El alcalde de Boca del Río, Veracruz, le quiere hacer una estatua, decisión muy cuestionable.
Pero lo que sí es de plano inconcebible es la comparación de Vicente Fox con Benito Juárez o Francisco I. Madero que hizo el diputado del PAN, Juan José Rodríguez Prats.
El asunto del supuesto enriquecimiento ilícito de Fox está convertido en una competencia de absurdos y ocurrencias.
Pepe Grillo, Crónica, 12 de octubre.
Unos 80 manifestantes derribaron la estatua del ex presidente Vicente Fox que había sido colocada en el municipio de Boca del Río, Veracruz.
El PAN dice que fueron priistas, el PRI se deslinda y hay quienes dicen que había militantes de varios partidos.
Hay quienes, no sin ironía, sostienen que el único responsable del sainete es el presidente municipal de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco, por su absurda ocurrencia de colocar esa estatua.
Se supone que Fox fue el presidente de la transición.
¿Entonces por qué hacerle una estatua que alienta el presidencialismo y el culto a la personalidad del régimen que lo antecedió?
Pepe Grillo, Crónica, 14 de octubre.
No va a pasar demasiado tiempo para ver las repercusiones que tendrá el derribo de la estatua de Vicente Fox en Boca del Río, Veracruz, aun antes de que siquiera fuera oficialmente develada en ese puerto.
El “amigo de los veracruzanos”, como de Fox se refirió el gobernador Fidel Herrera Beltrán, fue objeto de una agresión contra su imagen, como no ocurría desde mediados de los 60, cuando un busto del ex presidente Miguel Alemán, colocado en Ciudad Universitaria, voló por los aires. “Fue una imprudencia” de los panistas que gobiernan ese municipio, dijo Herrera. Ya se verá si eso le alcanza para justificar la acción de los priístas que tiraron la efigie de Fox. Por cierto: habría que hacer la cuenta de los cientos de bustos y monumentos que los gobernantes del PRI se hicieron construir desde Lázaro Cárdenas hasta Ernesto Zedillo
“Bajo reserva”, El Universal, 14 de octubre.
El brazo derecho le llega al botón del saco. De la mano, ni pista. Los priistas de Boca del Río que ayer lazaron hasta derribar la estatua de Vicente Fox lograron que la foto del edil panista Francisco Gutiérrez de Velasco, develándola, en el bulevar al que bautizó con su nombre, cambiara por un remedo de la escena en que cae la efigie de Hussein a manos de estadunidenses. Ana Luisa Fox, regidora de ese ayuntamiento veracruzano, anunció denuncia penal contra Adolfo Mota y Gerardo Lagunas, guías del grupo en que destacaron Salvador Manzur, Raúl Díaz y Víctor Segovia
“Frentes Políticos”, Excélsior, 14 de octubre.
Gutiérrez de Velasco está furioso. Afirma que los huevazos a la estatua de Fox y hacerla quedar mirando al cielo son actos de violencia innecesaria. A ver, ¿por qué no se pusieron así cuando colocó los monumentos a Juan Pablo II, la Virgen de Santa Ana o Hugo Sánchez?
“Frentes Políticos”, Excélsior, 14 de octubre.
Tonto es también el que, viendo la tempestad, no se hinca. ¿Qué tenía en la cabeza el alcalde de Boca del Río, Veracruz, Francisco Gutiérrez de Velasco, a quien, viendo cómo estaban las cosas con Fox, se le ocurrió ponerle una estatua para rendirle homenaje? Por supuesto, la intolerancia de los manifestantes que derribaron la escultura no tiene justificación, pero eso de atizar el fuego gratuitamente es de alguien cuya inteligencia podría pasar desapercibida
Vianney Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 14 de octubre.
Mala idea, la de erigir estatuas a los vivos.
Sobre todo si son políticos. Y más aún en este país, donde el bronce se amartilla o la piedra se talla para homenajear de manera prematura u oportunista a personajes de dudosa honorabilidad.
Quienes derribaron la estatua del ex presidente Vicente Fox, en Boca del Río, Veracruz, un día antes de su develación, sin duda tuvieron razones facciosas para hacerlo. No fue precisamente un acto de heroísmo.
Aun así, hubiera convenido que el ayuntamiento tomara en cuenta la historia nacional antes de pedir al artista poblano Bernardo Luis López Artasánchez esculpir la efigie de Fox, así haya sido como mero “pilón” por otros tres trabajos que realizó.
Pascal Beltrán del Río, “Bitácora del Director”, Excélsior, 14 de octubre.
La estatua de Boca del Río es una provocación. Como la campaña de Manuel Espino para llevar a Fox a la copresidencia de la democracia cristiana internacional. El ágrafo Vicente Fox resultó coautor de su autobiografía. Las entrevistas en la televisión del vecino país del norte no tienen desperdicio. Hombre sin atributos, lo mismo se presenta como crítico de George W. Bush que se declara admirador de los USA y reivindica su origen estadunidense: de ahí vengo, eso soy; mi abuelo cabalgó desde Cincinatti hasta Guanajuato “en busca de su american dream”.
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 14 de octubre.
Finalmente algo hizo coincidir a Felipe Calderón y a López Obrador: la risa. Porque seguramente soltaron la carcajada cuando vieron el menomento de la Zebra (con zeta porque es bilingüe) patéticamente tumbada sobre el piso y mirando hacia abajo. El presidente municipal panista de Boca del Río, Francisco Gutiérrez del Asco, perdón, Velasco, no ocultaba su enojo, iba a develarla precisamente hoy domingo. La escultura es obra del poblano Bernardo Sánchez, quien antes hizo esculturas de Juan Pablo II y de la Virgen de Guadalupe. Un grupo de desconocidos llegó muy temprano ayer, la lazó como si fuera res, y ya con la soga en el pescuezo, el adefesio no resistió más que un par de jalones. Se vino abajo, se le quebraron los dedos de una mano que hacía algo parecido a la rueda de una moneda. ¿Quiénes fueron? No están identificados, pero los boqueños comentan que se trata de gente que obedeció órdenes del gobernador priísta Fidel Herrera. Tal vez no está de acuerdo con que le hagan un menomento a Fox y no a él. Bueno, ¿pero qué van a hacer ahora? Al parecer en vez de intentar otra vez plantarlo en Boca del Río irá a adornar la colina de la Zebra (con zeta porque es bilingüe).
Enrique Galván Ochoa, “Domingo”, La Jornada, 14 de octubre.
Mal signo el de la estatua de Vicente Fox en Boca del Río. Fidel Herrera Beltrán contuvo la indignación retórica y advirtió con firmeza que se trata de una provocación. Veracruz está bajo el agua y a pesar de la electrificación de cientos de comunidades rurales (anunciada en visita del presidente Felipe Calderón y de Alfredo Elías, director de la CFE), la naturaleza ha golpeado como siempre a los más pobres. Y en estos días de miserias expuestas entre los millones de mexicanos que se acuestan y se levantan con hambre, Vicente Fox decidió mostrar la ostentación oprobiosa de su rancho: residencias, albercas, plantíos, lagunas, semovientes y vehículos que, desparpajadamente afirma, no son de su propiedad
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 14 de octubre.
Cuando el sábado último, un grupo de militantes del PRI veracruzano abatió la estatua de Vicente Fox en el municipio de Boca del Río, hubo panistas que se desgarraron las vestimentas.
Ofendido, el diputado federal Gerardo Priego los llamó vándalos.
Sin duda el legislador olvidó, o no sabe, que hace un cuarto de siglo en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, el panismo fue pionero en eso de tirar estatuas de ex presidentes.
Pintarrajearon y tumbaron la efigie ecuestre del ex mandatario José López Portillo.
Hicieron algo similar en Veracruz, con la estatua de Fernando Gutiérrez Barrios.
Antes, en Monterrey dañaron la escultura de Fidel Velázquez.
¿Entonces?
El que se ríe se lleva.
Pepe Grillo, Crónica, 15 de octubre.
Ayer, un grupo de panistas “levantó” la estatua de Vicente Fox, que el alcalde de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco pretende reivindicar. El obstinado alcalde insiste en homenajear al guanajuatenses, pero, ¿cuánto tiempo durará en píe esa ridícula figura?
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 15 de octubre.
Si Vicente Fox, a pesar de las rogativas del gobierno calderonista no se calló, su indigno bronce sí cayó… por los suelos.
Con cabos de tendedero o como haya sido pero hoy el puerto de Veracruz —o la zona conurbada de Boca del Río— puede ya contar su hazaña: le echaron abajo su lisonjera estatua de Vicente Fox al alcalde de ese lugar, Francisco Gutiérrez de Velasco, cuyo sitio, por cierto, pronto será ocupado por Miguel Ángel Yunes Márquez.
El abatimiento de la pésima obra del “escultor” Bernardo Ruiz, quien no logrará por el sendero de los monumentos por encargo ni fama ni respeto en el mundo de la plástica, tiene un antecedente: La opinión del gobernador Fidel Herrera publicada el pasado día 13 en el Diario AZ de Xalapa.
“Me parece, una rudeza innecesaria con la parte de la sociedad que no está de acuerdo, me parece que adscribir a cuestiones partidarias (sic) la expresión muy amplia en la sociedad, que no está de acuerdo con la edificación de esta estatua es un error”.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 15 de octubre.
Por cierto que no entienden, ¿verdad?
El sábado, cientos de ciudadanos que se congregaron en el bulevar costero en Boca del Río, derribaron la estatua de Chente Fox y le cortaron la mano (la de la v de la victoria) por "rata", argumentaron.
Ayer, diputados federales y locales, alcaldes, dirigentes y militantes del PAN en Veracruz develaron la estatua del expresichente, que fue finalmente colocada, aunque sin su mano derecha y con raspones.
"Al levantar la estatua y develarla, se mandó una señal desde Veracruz que los valores de la democracia en México siguen vigentes" (magullados, pero vigentes...), afirmó el edil de Boca del Río, Paco Gutiérrez de Velasco.
Es decir que les importó un bledo la advertencia de los opositores, que en la misma ruta que Sadam Husein: "Si vuelven a ponerla, volveremos a tumbarla"... (así como Feli, cuando dijo que aunque los gringous construyan muros, "¡los volveremos a saltar!")
¡Híjole!, dicen, ¿y qué pensará Chente el demócrata, el que sacó al PRI de Los Pinos "y nos trajo el cambio", al respecto?
Esta columna tiene una propuesta: ¿y si mejor pusieran la estatua de Chente en Bahía de Chachalacas? No está muy lejos, es ahí mismo, en el estado de Veracruz, y creemos que mejor lugar no hay...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 15 de octubre.
En unas cuantas horas la imagen de Vicente Fox fue derribada cuando menos dos veces. Una en Boca del Río, donde priístas veracruzanos lazaron del cuello una estatua del Bocón del Rancho y la tiraron al piso, quedando sin la derecha mano que hacía una V de la victoria (en la caída, unos recordaban a Saddam Hussein; en la pérdida de la mano, a Álvaro Obregón, que según la picardía popular había quedado manco para que sólo pudiera robar dinero público a la mitad). El otro abatimiento se produjo en declaraciones del siempre añorado Rubencito Aguilar, que destrozó el mito de que el citado Chente era un practicante genuino y natural del gazapo y el disparate pues, según el ex vocero presidencial, las metidas de bota del guanajuatense eran intencionales, mero artificio para elevar los niveles de popularidad de un político que se hacía el ignorante y torpe para que las mayorías se sintieran auténticamente representadas por quien tan bajo las consideraba que él mismo se rebajaba
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 15 de octubre.
Ya cayó (ni modo, con “y” y no con “ll”), el ex presidente Vicente Fox.
En Boca del Río, Veracruz, ayer iban a inaugurar una estatua suya. Pero el sábado —al parecer simpatizantes priístas, en una imagen que recordó a los iraquíes derribando a la estatua de Saddam— le aventaron huevos y terminaron tirándola. Hasta le volaron su mano derecha, con la “V” característica.
Sólo había pasado antes con una estatua de Miguel Alemán en Ciudad Universitaria. A esa primero le prendieron fuego y luego, la dinamitaron.
Poco duró su caída, ayer reinstalaron la estatua, claro, con raspones y sin su mano derecha
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 15 de octubre.
Jalado del pescuezo por unas cuerdas, cual si fuera un vil Sadam Al Tikrit, la presunta glorificación de Vicente Fox, dícese Presidente, cayó por los suelos en lo que una vez se llamó Bulevar del Mar en Boca del Río, Veracruz. La estatua era tan chafa que hasta una mano perdió en la caída. Iba a ser inaugurada ayer domingo por el alcalde panista de esta bella conurbación del puerto, pese a la advertencia del gobernador priista del estado.
Ni que fuera para tanto. Si, como dicen, fue un escuadrón de priistas el que convocó y encabezó la afrenta al declarante peregrino, de quien su incondicional vocero dice que sus trompicones con la sintaxis y la razón fueron fríamente calculados, si los priistas quieren ser consecuentes, van a tener más estatuas que derribar.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 15 de octubre.
Aporreada, sin una mano, con unas veladoras, la imagen de Vicente Fox volvió a la postura vertical. No es que haya una reivindicación del ex presidente, sino que el alcalde de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco, y la dirigencia del PAN en Veracruz recogieron la estatua que priístas jarochos derribaron el sábado. Mientras, el de Guanajuato disfrutaba un juego de futbol americano en Dallas, invitado por el dueño de los Vaqueros. Pero Fox echó la sal y los locales perdieron
“Binoculares”, El Gráfico, 15 de octubre.
A estatuazos nos vamos. Si bien regidores de Boca del Río, diputados y líderes partidistas derrumbaron el sábado el monumento a Vicente Fox, en el sexenio de Miguel de la Madrid los panistas tiraron la estatua del ex presidente López Portillo en Monterrey, que al gobernador neoleonés Alfonso Martínez Domínguez se le ocurrió erigir con el priista montado a caballo. Una de cal por una de arena, creen los del tricolor. Sólo que la estatua de López Portillo no volvió a ser levantada a diferencia de lo que ocurrió ayer en Veracruz
“Frentes Políticos”, Excélsior, 15 de octubre.
El sainete escultórico veracruzano ha hecho que un segmento del panismo nacional se sienta obligado a entrar en defensa del más reciente de los ex presidentes. Aprovechando el barbarismo porril que adjudican al priísmo acaudillado por el también indefendible Fidel Herrera Beltrán, algunos panistas creen llegada la oportunidad de salir en sesgada defensa del Héroe de San Cristóbal Ranch. Ayer mismo, por ejemplo, a unas horas de que la estatua de la discordia había sido derribada, una comisión de blanquiazules notables, protegidos por policías, levantaron la maltrecha efigie e hicieron alegatos en favor del esposo de la señora Marta. Entre los restauradores de la imagen de ¡Zaz!, perdón, Fox, estuvo, desde luego, el alcalde de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco, y un personaje especialmente autorizado para hablar de honestidad en el servicio público, como el actual director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes, quien se pasa el mayor tiempo posible interviniendo en la política de aquella entidad. Este este fin de semana, por ejemplo, asistió a la boda de su hijo, del mismo nombre, a quien la picaresca jarocha hace llamar Chiquiyunes, el mismo que luego de ser diputado local ha competido por la alcaldía de Boca del Río y, aun cuando su presunta victoria está sujeta a impugnaciones en vías de ser resueltas, se regaló el detalle de celebrar una boda pública, en el quiosco de la plaza principal de Boca del Río, con unos 5 mil asistentes, a los que se sirvió bebida y comida gratis, además de música regional y juegos pirotécnicos, con la intención de ir preparando el camino para que un Yunes, el padre o el hijo, pueda ser candidato panista a gobernador
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 15 de octubre.
Respecto del caso veracruzano, conviene tomar en cuenta un par de datos: aun cuando las autoridades de Boca del Río insisten en que la estatua de Husseinte Fox “no costó nada” al erario, el escultor Bernardo Luis López Ardasánchez, poblano de 37 años de edad, fue entrevistado el pasado 13 por Elia Melchi Reyes, del diario Notiver, quien le preguntó por el costo de la obra, a lo que contestó: “Pues mira, sí tuvo un costo, pero realmente yo hice un acuerdo con el alcalde de hacer cuatro estatuas: la de Santa Anna, Juan Pablo Segundo, Hugo Sánchez, y la de Vicente Fox no le costaría al ayuntamiento. Ése es el acuerdo: doné mi trabajo y la mano de obra”. La reportera preguntó si la estatua había costado 400 mil pesos, como “dicen”: “Mira, en cuestiones de dinero no quiero hablar, pero sí, el costo fue pagado por patrocinadores que compraron el bronce gas; son gente del norte y otras personas que donaron, de Veracruz; la mano de obra fue gratis de mi parte”. ¿El mismo esquema del yip rojo: negocios facturados a cambio de regalías o donaciones incluidas en el precio oficial o pagaderas en nuevos encargos o negocios? Porque, además, según reveló el propio escultor, cuando le preguntaron si Fox había posado: “No, de hecho la estatua ya estaba hecha desde septiembre del año pasado; no sé por qué no la pusieron. Esta estatua ya estaba programada con mucho tiempo atrás, y para hacerla, la oficina de la Presidencia me mandó unas fotografías del presidente en esa época”. ¿Por qué hasta ahora tuvo el alcalde de Boca del Río la ocurrencia de develar una estatua que “estaba hecha desde septiembre del año pasado”?)
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 15 de octubre.
Que no se esfuercen los panistas veracruzanos: el primero en tumbar la imagen de Fox ha sido, es, junto con Martita, el propio Fox
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 15 de octubre.
¿Cuántas calles, avenidas, bulevares y colonias llevan gallardamente hoy nombres bastante más desprestigiados que el de Vicente Fox? Hay centenares, si no es que miles, de rúas que se llaman Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid o Carlos Salinas de Gortari. Vamos, hasta Ernesto Zedillo tiene por ahí algún callejón con sus apelativos. Y paralelamente con esos nombres hay colonias enteras, fraccionamientos, plazas y bahías. No me sorprendería, aunque no me consta, que hubiesen municipios portadores de tan ilustres nombres.
Si la intención fuese limpiarle la cara a nuestras ciudades, pueblos, rancherías y colonias, no se iban a dar abasto los proveedores de láminas de peltre horneado o —más recientemente— de las placas en serigrafía barata para la carga de trabajo que les espera. ¿Cuántos toneles de pintura se necesitarían para esta manita de gato al rostro de México, esta corrección de maquillaje?
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 15 de octubre.
Esa rara manía de inmortalizar en bronce lo que no se pudo prestigiar en vida, tuvo su repetición en Boca del Río, Veracruz, 40 años después. Justo en el momento en que la ex pareja presidencial retorna a escena, a sus anchas, a su modo, en su jugo de la frivolidad -lo que provoca polémica, repudio y burla- se levanta la figura de tres metros de alto de un Fox incólume, pétreo, cortesía del edil de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco.
El afán era, de nuevo, la provocación. Igual que con Alemán, el momento no pudo ser menos oportuno. Igual que antes, lo que ahora se discute sobre Fox es la estela de corrupción. Igual que antaño, la estatua duró poco. Acá no se necesitó dinamita; nada más se tiró de la soga y la derrumbaron sin piedad hasta romperle la crisma y el brazo derecho. En un país donde se venera al bronce hasta hacerlo raza, azotar a los próceres fundidos tiene un delicado significado de hartazgo.
Roberto Zamarripa, “Tolvanera”, Reforma, 15 de octubre.
Bajo la máscara de la temeridad, mi estimado, se esconden grandes temores. O mejor aún, el miedo, my friend, es el compañero más fiel de esta administración. Vicente Fox sigue con su exitosa gira promocional de su Revolution of Hope Tour 2007 por diversos espacios informativos, de comedia política y entretenimiento en Estados Unidos. Percepciones y realidades. Dos enfoques y lo más divertido, disímiles entre sí.
Mientras en Boca del Río los traviesos priistas orquestaban el plan para derribar su estatua desencadenando un curioso dêja vú iraquí, Fox tuvo el viernes pasado un buen día en apariciones televisivas... además de un muy buen día de mensajes cifrados.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 15 de octubre.
PARA BENEPLÁCITO de sus miles de fanáticos, Vicente Fox sigue haciendo historia.
EL GUANAJUATENSE acaba de entrar al selecto club de los presidentes mexicanos que tienen el dudoso honor de ver sus estatuas derribadas.
EL PRIMERO fue el veracruzano Miguel Alemán, quien se había mandado a hacer tremendo homenaje por la inauguración de la Ciudad Universitaria de la UNAM con una estatua de sí mismo a un costado de la Rectoría.
EL MONUMENTO primero fue incendiado en 1965 y al año siguiente dinamitado, supuestamente por estudiantes.
LO MISMO le pasó a José López Portillo en Campeche, donde una estatua del ex Presidente fue derribada por perredistas allá por los años noventa y tampoco se volvió a saber de la escultura. De hecho el rumor es que fue fundida por el gobierno local.
Y AHORA, como ya se sabe, le tocó a Vicente Fox ver su imagen caer al mejor estilo de Saddam Hussein.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 15 de octubre.
Un grupo de priistas encabezado por el diputado Adolfo Mota tumbó la estatua de Vicente Fox que acababa de colocarse en Boca del Río, Veracruz. A mí no me gustan las estatuas de los políticos ni nombrar las calles en su honor. Pero, ¿con qué criterio los priistas, que han llenado el país de estatuas y calles con el nombre de sus gobernantes, se muestran hoy ofendidos por la única estatua del único Presidente no salido de sus filas? ¿Alguien quería una mejor prueba de la intolerancia de los priistas?
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 15 de octubre.
El derribo de la estatua en Veracruz es un aviso. Arrastran al ex Presidente. Lo arrastran en su versión de bronce porque es el único desahogo posible ante la decepción y la impotencia.
Sí: es un síntoma de intolerancia que sucede y responde a otras expresiones de incompetencia.
Del lado del gobierno federal mandan callar a Fox aunque le dispensan los destrozos y no le exigen cuentas. No vaya a ser que descobije.
Por eso las turbas hacen lo suyo, le pican las costillas al Chachalaca power, y se cobran a su manera el desencanto.
Roberto Zamarripa, “Tolvanera”, Reforma, 15 de octubre.
Pero no el presidente de Cuba, sino el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera.
En declaraciones hechas ayer se lanzó contra los “talibanes” que derribaron la estatua del ex presidente Vicente Fox en Boca del Río y contra el “talibán” alcalde que la mandó erigir.
Sus adversarios políticos dicen que lo mejor que puede hacer Fidel es dejar de rascarle al asunto, porque quienes mandaron derribar la estatua fueron militantes priistas.
Y en los estados en donde el PRI es gobierno ningún priista se mueve sin la autorización del gobernador.
Pepe Grillo, Crónica, 16 de octubre.
¿Dónde está la mano de Fox? Le preguntamos al joven diputado Adolfo Mota, luego de observar la fotografía de la estatua mocha del ex presidente mexicano. El priista veracruzano, a quien los panistas involucran en la caída del polémico monumento y hasta amenazan con llevarlo a juicio político por “daños a la Nación”, nos respondió que la tiene en su poder el dirigente estatal del PAN, Alejandro Vázquez Cuevas. “Él se la llevó”, asevera.
Pero no vaya usted a creer que la va a subastar en internet, como sucedió con la pierna izquierda de la estatua del sátrapa iraquí Saddam Hussein (un joven alemán de Oberhausen, al norte de ese país, llegó a ofrecer diez mil euros por ella, para regalarla a su padre, según la casa de remates Azubo). La estatua de Fox fue trasladada al ayuntamiento, será reparada y volverá a su pedestal en cosa de un mes, adelantan panistas del estado.
Mota nos contó que, después de que se vino abajo la mole de tres metros y 750 kilos, la mano de la estatua del hombre que en 2000, en plena campaña presidencial, apareció en la portada de la revista Milenio pateando un ataúd con las siglas del PRI, se convirtió en objeto de diversión de los curiosos que atestiguaron el acto. Algunos “turistas” (o ¿priistas?) comenzaron a tomarse fotos con ella, otros la pateaban, la escupían, jugaban; no faltó quien la enterrara.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 16 de octubre.
El pasado fin de semana decenas de Abdallahs veracruzanos, con soga en mano, decidieron derribar la estatua a Vicente Fox que el cabildo de Boca del Río había colocado unas horas antes para honrar la memoria del ex presidente e imponer su nombre a una de las principales vías de acceso de este municipio, actualmente conurbado al puerto de Veracruz.
Al morder el polvo la estatua perdió su esencia simbólica: la mano derecha, que en alto y con la “V” de la victoria (y de Vicente) fue la señal distintiva del ahora ex presidente. Al día siguiente, integrantes del cabildo pusieron de pie la estatua y dejaron para la posteridad la imagen inédita de un Fox “mocho”, sin mano derecha. Fue el nacimiento de un nuevo manco en la galería del imaginario colectivo: El manco de Boca del Río.
Un acto de intolerancia, sí, por supuesto; pero nacido de un acto previo de provocación igualmente irracional: la impúdica exhibición de una riqueza inexplicable, a la vez faraónica y arabesca, de un sultán petrolero que dejó a 52 millones de mexicanos sumidos en la pobreza y produjo tres millones de nuevos migrantes en seis años.
Ricardo Monreal, Milenio, 16 de octubre.
Fidel Herrera Beltrán rechazó haber sido el autor del atentado a la fallida estatua de Fox. Veracruz no es tierra de talibanes dijo, haciendo un recordatorio del caso Hussein. El funcionario municipal puso la estatua sin el consentimiento de la mayoría de los sectores sociales y políticos.
Por la mañana, el alcalde Gutiérrez de Velasco, al que le encanta el “culto a la personalidad”, reculó y ordenó guardar la estatua hasta que una comisión de legisladores dictamine y resuelva sobre las acusaciones que le hacen al guanajuatense respecto al enriquecimiento inexplicable.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 16 de octubre.
Foto 1.- Una escultura de bronce es derribada de su pedestal. La figura humana que representa tiene una reata amarrada al cuello. De no ser por la playa y el cadencioso oleaje del mar que se ve a lo lejos, cualquiera pensaría que es una toma alterna del derribamiento de la estatua de Sadam en Irak, pero no. Un Vicente Fox de bronce es el que se fue de bruces.
Foto 2.- Los señores Yunes flanquean al alcalde del municipio de Boca del Río, Francisco Gutiérrez. Atrás de ellos la estatua de nuevo sobre su pedestal. Algo falta. La figura, como quien saluda a una multitud, levanta un brazo sin mano. Muñón de bronce bajo el cálido sol veracruzano. La mano que le falta está en poder de un risueño político que pronto será el alcalde de esa demarcación, hijo de un señor que también se ríe y que va para gobernador del estado.
¿Los sucesos alrededor de Vicente Fox siguen siendo cosa de risa?
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 16 de octubre.
A la estatua del hombre del jeep rojo le cayó una “negra” predicción. Mota declaró, en Boca del Río, poco antes de que derribaran el monumento: “Se va a caer”, según medios locales. La estatua fue levantada al día siguiente por los panistas, en un acto de desagravio. “Lo que no entiendo es qué hacía allí el director del ISSSTE”, recalcó Mota. Y es que Miguel Ángel Yunes asistió al “levantamiento” de la estatua de Fox, en compañía de su hijo, del mismo nombre, alcalde electo de Boca del Río.
Los azules están indignados. Héctor Larios, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, intentó agendar el tema en el debate de este martes en el pleno. Pero el rechazo de sus pares fue unánime. “No es tema para la sesión”, le dijeron.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 16 de octubre.
Por la noche deben haber festejado. Salud, salud, lo hicimos. El orgullo debe haberlos invadido. Ufanos por su hazaña deben haber pensado que le hicieron un bien al país, envalentonados echaron la soga al cuello, jalaron, a la una, a las dos y a las tres. El espectáculo llegó al clímax: Fox caía al piso, como Hussein. ¿De verdad son iguales? Ya en el piso, derribado, por qué no brincar sobre la pieza, escupirle o qué sé yo. La sensación debe haberles provocado algo de placer, perverso placer. La masa se impone con la marca de bestia que siempre lleva. Fox en el piso y ellos triunfadores de una simbólica batalla.
¿Ganamos algo? ¿Es hoy México mejor que antes de que cayera la absurda estatua, más justo, más próspero? ¿Acaso somos más libres? ¿En qué mejoramos? La imprudencia del ex Presidente no puede ser mayor. Sus recientes apariciones en la televisión estadounidense son patéticas. Es un verdadero imprudente, irresponsable, vanidoso y me quedo corto. Hiere a México. El alcalde de Boca del Río actuó como una insensible comparsa. Colocar la estatua fue una provocación. Todo eso es cierto, pero la respuesta es igual de vil. Los juicios históricos no se ganan ni colocando ni derribando estatuas.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 16 de octubre.
El especialista en levantar encuestas, Ulises Beltrán, retó al presidente municipal de Boca del Río, Veracruz, Francisco Gutiérrez de Velasco, sobre la popularidad del ex presidente Fox en ese municipio, pues el alcalde presumía del 80 por ciento de aceptación del locuaz guanajuatense. El primero se comprometía a hacer el muestreo y debatirlo posteriormente. La encuesta que presumía el alcalde levantó sonrisas, en muchos casos criticó el oportunismo panista.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 16 de octubre.
Gente malora solía describir a Álvaro Obregón como el Presidente más honesto de la historia de México, porque “sólo tenía una mano para robar”, pues la otra la perdió en una de las últimas batallas de la Revolución. ¿Es casualidad que la estatua de Fox en Boca del Río también haya perdido una mano? Acaso se trata de una señal de que pronto tendrá muchos problemas para conducir las Hummer, el Jeep rojo, el Mini Cooper, el Jaguar y todos los demás autos que maneja botado de la risa, mientras todos los demás se ponen serios.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 16 de octubre.
La estatua del expresidente Fox que derribaron unos, volvieron a poner los panistas, y luego ellos mismos volvieron a quitar y a guardar la foxiestatua para repararla...
Lo cierto es que tenía la mano mocha (lo cual al águila ha de haberle dado mucho gusto, ya que Chente, por sus pantalones, la dejó como la mano que ahora lucía).
Dicen por ahí que todo se parece a su dueño...
¡Y todavía más!
Por si algo faltara, cuentan que la estatua está hueca por dentro...
¿Igualito que el cerebro de ya saben quién?
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 16 de octubre.
Por cierto, el coordinador del PAN en San Lázaro, Héctor Larios, calificó de "intolerancia" el derribo de la estatua de Vicente Fox en Veracruz, y exigió investigar y sancionar a los responsables.
"Lo ocurrido en Veracruz es la comisión de un delito, un grave síntoma de intolerancia y la probable participación de funcionarios públicos, quienes están obligados por su juramento a respetar y hacer respetar la ley, parecían talibanes que anden tirando estatuas, desatados como horda."
Ejem, ejem, atisban, pues el Talibán no fue el que tiró las estatuas allá en Afganistán, fueron los gringos...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 16 de octubre.
En otros asuntos, el alcalde de Boca del Río, Veracruz, Francisco Gutiérrez de Velasco, reculó y mandó guardar la estatua del expresidente Vicente Fox hasta que la comisión del Congreso federal que investiga al exmandatario dictamine y resuelva sobre las acusaciones que se le hacen al guanajuatense respecto a su enriquecimiento. En una entrevista radiofónica, el propio munícipe reconoce que no se puede colocar ese bronce hasta que no haya consensos. Gutiérrez de Velasco admitió: "En lo municipal, reconozco que el actor negativo (por no decir... otro adjetivo) en ese momento era yo por ser un presidente que en destiempo estaba levantando una estatua a Vicente Fox." En consecuencia, por lo pronto la escultura que tanta inconformidad y molestia ha causado entre la ciudadanía ya se retiró y se guardó.
Luis Soto, “Agenda Confidencial”, El Financiero, 16 de octubre.
Incluso en sectores contrarios al PAN hay incomodidad luego de que militantes priístas cercanos al gobernador veracruzano Fidel Herrera derrumbaron una escultura de Vicente Fox. Estas voces establecen que la intolerancia no debe ser el camino del debate político, especialmente cuando la acción pareció contar con aliento oficial, como lo demuestra la participación del subsecretario de Finanzas estatal, Salvador Mansur, así como de los diputados federales fidelistas Adolfo Mota y Gerardo Lagunes, entre otros
“Bajo reserva”, El Universal, 16 de octubre.
Alguien que usa camisa roja y vive en el trópico disfrutó mucho al ver el derrumbe de la estatua de Vicente Fox. No se trata de Fidel Herrera, sino de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, quien festejó que un grupo de priístas tirara la efigie. “Estuve viendo, y me reí mucho, al cachorro del imperio el pueblo mexicano le tumbó una estatua”.
“Binoculares”, El Gráfico, 16 de octubre.
Larios no parece estar dispuesto a dejar las cosas como están. A oídos de Mota llegó la versión de que el jefe de la bancada del PAN quiere poner una solicitud de juicio político en contra de él y los otros dos diputados federales presentes en el husseinfoxazo de Boca del Río: Gerardo Lagunas (PRI) y Robinson Uscanga (Convergencia).
“Que la ponga. Yo ni sudo ni me acongojo. A Larios se le olvida que un diputado no puede ser reconvenido ni molestado por sus expresiones públicas. La estatua fue derribada por personas ajenas a mí”, juró el legislador jarocho.
Los panistas también han derribado monumentos de próceres priistas. Los tricolores recuerdan que a una estatua del entonces dueño de La colina del Perro le sucedió lo mismo que al hombre rico de San Cristóbal, pero en la ciudad de Monterrey.
En la época del gobernador Jorge Treviño, a finales de los ochenta, una estatua ecuestre del ex presidente José López Portillo fue derribada en el municipio panista de Garza García. Nos cuentan que, ocho meses después, apareció abandonada en una bodega del PAN.
El entonces alcalde azul del muy rico municipio de Garza García, Norberto Muñoz, decidió subastarla. La escultura de Jolopo (por sus siglas en español) fue comprada, en una cantidad no divulgada, por un licenciado priista de nombre Felipe Enríquez.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 16 de octubre.
Después de tanto escándalo, la estatua del ex presidente Vicente Fox terminó en una bodega y su reinstalación, pendiente hasta que concluyan las indagaciones de la comisión especial de diputados sobre el supuesto enriquecimiento inexplicable del guanajuatense.
El alcalde saliente de Boca del Río, Veracruz, Francisco Gutiérrez de Velasco, admitió que no se puede colocar el bronce hasta que haya consensos.
En broma, algunos jarochos opinan que la mano de la estatua fue cercenada para “meterla al fuego”…
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 16 de octubre.
A sus defensores: no es necesario levantar una estatua al ex presidente Fox, mucho menos si aparece solo, como el llanero solitario. Él mismo es una escultura viviente que ha sido petrificada por la frivolidad, la inconciencia y la negación de la realidad.
¿Para qué un pedestal de piedra color ocre mate, si la revista Quién ya exhibió en papel satinado blanco brillante a la pareja presidencial en su hábitat o reserva natural? ¿Para qué un monumento, si ya tiene un mausoleo de mármol que es La Estancia? ¿Para qué una estatua de bronce, si la pintura del jeep rojo y las llantas de la Hummer ya evidenciaron de qué material está hecho el ex presidente? ¿Para qué inmortalizarlo en piedra caliza si Amigos de Fox, Enciclomedia, la terminal II del aeropuerto de la Ciudad de México, oceanografía, el “Tamarindillo”, la biblioteca José Vasconcelos y otros muchos escándalos ya lo han petrificado para la posteridad?
Ricardo Monreal, Milenio, 16 de octubre.
A sus detractores, entre los que me incluyo: ¿para qué derribar una estatua si su aura está en caída libre, a juzgar por las encuestas?
Tengo una propuesta intermedia para conciliar a tirios y troyanos. Levantemos muchas estatuas desderechizadas de Fox, es decir, con el brazo derecho en alto pero mocho —en ciudades de México y de Estados Unidos, dado su carácter binacional—, y demos la bienvenida a una nueva leyenda política: El manco de Boca del Río.
Ricardo Monreal, Milenio, 16 de octubre.
Por ser un acto violento en sí mismo es contrario a la política. Qué hubiera ocurrido si en lugar de simplemente tirar de la soga se hubiera conformado un comité contrario al provocador y prematuro reconocimiento. Reuniones públicas de rechazo, manifiestos, solicitudes con firmas, entrevistas por radio y televisión, expresiones de repudio al ex Presidente como reproducir sus célebres expresiones por altavoz, a la larga el alcalde hubiera tenido que dar marcha atrás. Pero la violencia, y se trata de un acto violento, nunca será defendible, es la antipolítica.
Como dijera el propio Fuller, el número de malhechores no autoriza el crimen y aunque éste no fue un crimen sí fue un acto repudiable por la violencia implícita. Se dirá, como muy frecuentemente, que la primera violencia provino del imprudente gobernante local que decidió colocar la estatua de Fox. Se trata de un argumento tan común como insostenible: como otro hizo algo que yo considero violento estoy autorizado a lo que sea. El único problema es que la ley, a la que todos debemos someternos por convicción y conveniencia, no determina que colocar una estatua sea contrario a ella. Puede estar mal o bien que así sea, quizá debería conformarse un comité en Boca del Río, quizá exista y lo ignoro, para lograr así la aprobación de las distintas posturas ante el uso del espacio público. Pero ir a la acción directa es la antítesis de la democracia.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 16 de octubre.
¿Quién los convocó? ¿Cómo llegaron allí a la misma hora y con la soga? ¿Fue un acto espontáneo o como se dice promovido por el PRI o el gobierno local? Si piensan que se trata de una estrategia política están perdidos. Miguel Alemán, López Portillo, Fidel Velázquez pasaron por la misma imprudencia con los mismos resultados. Por ese camino los panistas de Hermosillo podrían echarle soga a Obregón, a Calles y a otros sonorenses que vigilan la ciudad. Los anticlericales podrían lanzarse contra la Cruz de Acapulco o contra Cristo Rey en el cerro del Cubilete. Lázaro Cárdenas, que se lo encuentra uno en todas partes, podría estar amenazado. Con esa "estrategia" los priistas o perredistas de la Ciudad de México podrían derribar la estatua de Clouthier en Insurgentes Sur y ya encarrerados por qué no echarle soga a la de Colosio en el Paseo de la Reforma. Los territorios del odio son vastos.
Nos guste o no Fox fue electo Presidente por casi 16 millones de votos. Millones de ciudadanos festejaron la alternancia. Fue y es un imprudente. Polarizó al país, envenenó la política y generó una parálisis que se paga hoy con miseria. Su gestión fue, en mi opinión, un desastre y su retiro está siendo peor. Pero eso no da derecho a la intolerancia. México está invadido de intolerancia. Canetti las llama masas de acoso, grupos humanos que envalentonados por el anonimato se presentan en cualquier acto público al que asiste el presidente Calderón para irrumpir o también en presentaciones de libros (soy testigo) para, iracundos, lanzar insultos contra el autor y comentaristas, o por qué no en la Catedral contra el cardenal. Amenazas por carta o por correo electrónico. El acoso se está convirtiendo en estrategia política con la desgracia de que el acoso lo único que genera es más intolerancia.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 16 de octubre.
¿Cuál es el final de la historia? ¿Derribar todas las estatuas con las cuales no están de acuerdo todos los mexicanos? ¿Aplaudir los actos violentos por cualquier inconformidad? Aceptar nuestro pasado y aprender de él es parte de la democracia. Porfirio Díaz, la Cristiada, el PRI o Fox no pueden ser enterrados, desaparecidos de la memoria nacional. Tenemos que convivir con nuestra historia y en todo caso erradicar la violencia, light o pesada.
Goethe decía que la multitud nunca adquiere sabiduría, siempre permanece en la infancia. Lo que estamos viendo no es una ampliación de las libertades sino lo contrario. Todos los mexicanos estamos amenazados por esta nueva moda: el acoso. Los actos violentos, sean tirar una estatua o poner una bomba, deben recibir rechazo unánime. Ese monstruo nunca acaba. Si el PRI local convocó el nacional debe rechazar el acto, si fue una turba enardecida peor aún, foxistas o antifoxistas la agresión debe ser vista como un acto que amenaza nuestra vida política. Que el sabor de la venganza no nos empalague. La estatua de Fox fue una provocación. Verla en el piso es una vergüenza.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 16 de octubre.
El secretario de Gobernación ya mandó callarle la boca a Fox, y es que le está haciendo un daño interno al país que puede ser irreparable, y para rematar, le hacen culto en Boca del Río a la personalidad de un ex Presidente producto de la urgencia ciudadana de un cambio, igual se hubiera llamado Juan que Chon, pero le tocó a él para infortunio del país y desánimo de quienes votaron por él, !qué barbaridad!, ¿en qué estaba pensando Francisco Gutiérrez? panista y alcalde saliente de Boca del Río al mandarle hacer una estatua a Vicente Fox, según él, por todo lo que hizo por Veracruz ¡vaya!, no hizo nada que no tuviera la obligación de hacer. Y el Congreso local ¿Cómo es que avaló semejante atropello a la sociedad veracruzana?, si por lo menos el hombre fuera veracruzano, que no distinguido, bueno... A menos que la idea haya sido levantarle un monumento a la incultura, la inmoralidad, la incompetencia, la torpeza, así ni hablar, pero ¿hacerle culto a su imagen?, sobre todo ahora que está tan atropellada, es un insulto que tuvo un costo, y ése fue el que la derribaran, el quién lo hizo o no es quizá lo de menos, lo de más es que en México se tiene que legislar y poner un alto a la colocación de bustos y efigies de los políticos, así como sus nombres a escuelas y calles, sólo por el hecho de que nos gobernaron, lo cual no hicieron gratis, eso debería acabarse, así como las horribles esculturas de artistas conocidos que cobran millonadas y que se “mochan” con quienes se las mandaron hacer y que sólo afean la ciudad, debería existir en la Cámara baja una coordinación especial que regule todo esto.
Yazmín Alessandrini, “Circo Político”, Crónica, 17 de octubre.
Y ahí no acaba la polémica de Fox. Falta ver el final de la estatua que derribaron en Boca del Río, y estará resguardada hasta ser restaurada y se decida dónde colocarla.
Eso sí, el ex presidente culpó al “loco” —como llamó a Fidel Herrera— del derribo; pero el gobernador veracruzano ya dijo que su territorio no es de “talibanes” como para andar derribando esos monumentos. Mmm.
Pero los panistas ya tienen una nueva idea: en Pachuca comenzarán a recolectar llaves para hacer una nueva estatua. Sí, otra. Espero que, por lo menos, los vientos de la bella airosa o sus habitantes no la derrumben
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 17 de octubre.
No sé de cierto si Vicente Fox cree merecer una estatua que lo perpetúe en la memoria popular. Marta, su esposa, de seguro que sí y él lo más probable es que también. Lo que sí sé es que quienes siguen e idolatran a Fox -que todavía los hay- justifican la proclividad megalómana de su ídolo con el argumento de que fue el hombre que sacó al PRI de Los Pinos, lo cual, sin ser falso, no es exacto, como tampoco lo es que él haya traído la democracia a México. Vicente Fox, es cierto, fue el primer político no priísta que en 70 años llegó a la sede del poder federal, pero quienes echaron totalmente al tricolor de la casa presidencial fueron los mexicanos con su voto.
Fox y sus aduladores deberían por lo tanto detenerse a pensar en las razones de fondo por las que la estatua que levantaron en su honor en una calle de Boca del Río, Veracruz, fue inmediatamente derribada. No fueron exclusivamente, como él dice y quiere creer, maniobras políticas de un loco, calificativo que usó para referirse al gobernador de Veracruz, Fidel Herrera. En el fondo de esa acción, sin duda intolerante, hay un sentimiento de frustración, de decepción y de descontento popular hacia la gestión foxista, mismas razones por las que se han derribado las estatuas de otros Presidentes
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 17 de octubre.
Si el presidente hoy por hoy es Felipe Calderón, si toda la clase política considera una imprudencia la colocación de una estatua de un ex presidente vivo, si hay un sector del círculo rojo y otro del círculo verde que encuentran apetecible el linchamiento de Fox, lo cierto es que al ponerle la soga al cuello a la estatua de Vicente Fox, es muy probable que los priistas veracruzanos le hayan quitado la soga del cuello a Vicente Fox. Al menos por ahora…
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 17 de octubre.
En este espacio estamos en total desacuerdo con que el monumento a la tontería que se erigió en Boca del Río, Veracruz, se haya derribado. Por el contrario, allí debería quedarse para, una vez al año cuando menos, en ese lugar, con esa estatua, se celebrara el día del burro; pero que nadie se dé por frustrado, hay algún edil en el estado de México que levantará otro de esos monumentos para poder celebrar el día del asno. Menos mal
Miguel Ángel Velázquez, “Ciudad perdida”, La Jornada, 17 de octubre.
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