Bajo amenazas de boicot por parte los lopezobradoristas, el PRD celebrará este fin de semana su XI Congreso Nacional para definir sus estrategias en torno de la reforma energética y los comicios federales del 2009.
Si bien se planteaba que ese órgano máximo de dirección del sol azteca fuera “refundacional” tras su crisis interna, los propios perredistas afirman que “no hay condiciones” para ello, por lo que sólo será un procedimiento de transición que evite la ruptura durante el proceso comicial del próximo año, cuando se habrán de renovar los 500 espacios en la Cámara de Diputados.
Durante el cónclave, los perredistas tendrán que definir si el PRD avala o no el “tribunazo” para impedir la aprobación de la reforma energética, y decidir si respaldan o no a Andrés Manuel López Obrador en su postura de iniciar los bloqueos carreteros, aeroportuarios y a instancias de gobierno.
La confrontación interna, en caso de que asistan todas las corrientes, se dará sobre la modificación de estatutos para privilegiar la negociación en materia energética en el Congreso de la Unión, como lo proponen los “chuchos”, o bien, la movilización social que impulsa el bloque Izquierda Unida, que simpatiza con el tabasqueño y Alejandro Encinas.
Otro de los temas que causará división será el método para el reparto de candidaturas rumbo a las elecciones del 2009 y la política de alianzas.
Con la oposición del bloque Izquierda Unida, la expresión Nueva Izquierda (NI) -con mayoría de delgados dentro del Congreso- buscaría abrir las alianzas con el PRI en Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes y Jalisco para restarle poderío al PAN en esa zona del bajío.
La estrategia, dicen fuentes internas, es eliminar en los estatutos la prohibición de alianzas con el tricolor y establecer que el PRD requiere de “las más amplias confluencias con otras fuerzas democráticas y progresista del país, con el propósito de alcanzar triunfos en beneficio de la sociedad”.
Si bien se planteaba que ese órgano máximo de dirección del sol azteca fuera “refundacional” tras su crisis interna, los propios perredistas afirman que “no hay condiciones” para ello, por lo que sólo será un procedimiento de transición que evite la ruptura durante el proceso comicial del próximo año, cuando se habrán de renovar los 500 espacios en la Cámara de Diputados.
Durante el cónclave, los perredistas tendrán que definir si el PRD avala o no el “tribunazo” para impedir la aprobación de la reforma energética, y decidir si respaldan o no a Andrés Manuel López Obrador en su postura de iniciar los bloqueos carreteros, aeroportuarios y a instancias de gobierno.
La confrontación interna, en caso de que asistan todas las corrientes, se dará sobre la modificación de estatutos para privilegiar la negociación en materia energética en el Congreso de la Unión, como lo proponen los “chuchos”, o bien, la movilización social que impulsa el bloque Izquierda Unida, que simpatiza con el tabasqueño y Alejandro Encinas.
Otro de los temas que causará división será el método para el reparto de candidaturas rumbo a las elecciones del 2009 y la política de alianzas.
Con la oposición del bloque Izquierda Unida, la expresión Nueva Izquierda (NI) -con mayoría de delgados dentro del Congreso- buscaría abrir las alianzas con el PRI en Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes y Jalisco para restarle poderío al PAN en esa zona del bajío.
La estrategia, dicen fuentes internas, es eliminar en los estatutos la prohibición de alianzas con el tricolor y establecer que el PRD requiere de “las más amplias confluencias con otras fuerzas democráticas y progresista del país, con el propósito de alcanzar triunfos en beneficio de la sociedad”.
Jorge Monroy, El Economista, 19 de septiembre.
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