Arriesgan todo por una vida mejor

ARRIAGA, Chis.— De manera peligrosa, la migrante hondureña Norma Yaquelin y su pequeño hijo Ángel, de siete meses, ayudada por algunos “sin papeles” abordan el ferrocarril que los acercará a la frontera con Estados Unidos. En el “lomo de la bestia” viajan unos 300 migrantes, en su mayoría provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y algunos sudamericanos que huyen de la pobreza de sus países.
Norma Yaquelin García, de 22 años, originaria de San Pedro Sula, es una de esas personas que con su pequeño en brazos se acomoda en un diminuto espacio de un furgón del ferrocarril.

A pesar de saber de los riesgos que les acechan en el camino, como ser secuestrados por integrantes de Los Zetas —grupo armado del cártel del Golfo—, o ser asaltados, violados o asesinados por pandilleros, ejércitos de hombres, mujeres, niños y ancianos se suman a la oleada incesante.

Luego de 12 horas de viaje, soportando temperaturas extremas, los “sin papeles” llegan exhaustos a la ciudad de Ixtepec, Oaxaca. Ahí, el coordinador del albergue Hermanos en el Camino, Alejandro Solalinde Guerra, les ofrece agua, comida y un lugar donde descansar mientras continúan su marcha.

—¿Cómo ha sido el viaje?

—Muy cansado, no tenía nada para darle de comer al niño, ni cobijas para taparlo. Gracias a Dios unas personas de una comunidad nos regalaron agua y leche.

La joven madre recordó que hace un mes su esposo Leonardo Torres y ella decidieron aventurarse en busca del “sueño americano”, obligados por la pobreza.

Con mil 200 lempiras —alrededor de mil pesos mexicanos— que lograron juntar ambos de su trabajo —ella obrera en una maquila y él albañil—, emprendieron junto a su hijo Ángel el viaje más peligroso de sus vidas.

Yaquelin relata que sin ningún problema cruzaron de manera ilegal a territorio mexicano; sin embargo, al tratar de rodear la caseta migratoria El Hueyate, ubicada en el municipio de Arriaga, fueron asaltados por un grupo de hombres armados. “A todos los desnudaron menos a mí. Tenía tanto miedo que sólo abracé a mi hijo y me encomendé a Dios”, narra.

La pareja viajó por más de 15 días a bordo del ferrocarril y en camiones de pasaje hasta llegar a Piedras Negras, Coahuila, donde fueron detenidos por el Instituto Nacional de Migración (INM), donde por separado fueron deportados a Honduras.

—¿Por qué no viene contigo tu esposo?

—No sé dónde está, fui deportada con mi hijo a Honduras y de allá me volví a regresar. Quizás nos encontremos en el albergue.

María de Jesús Peters, El Universal, 4 de septiembre.


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