En el ataque en Morelia usaron granadas de mano defensivas

No es la primera vez que granadas de mano defensivas, conocidas como piñas por estar hechas de gajos de fierro colado, son usadas en México para atentar contra civiles.

La madrugada del 15 de mayo de 2006, un comando entró a un bar en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, y lanzó dos artefactos de este tipo al centro del sitio, matando a cuatro personas ajenas al crimen organizado e hiriendo a una veintena más.

Los responsables del atentado eran miembros de la banda de Los Zetas que buscaban a un sicario de la Mexican Mafia conocido como Danny Boy. No lo mataron ahí, pero días después lo hallaron y le dieron 40 balazos en el rostro.

Una granada defensiva como la que se usó en esa ocasión y en el atentado ocurrido en la noche del Grito de Independencia en Morelia, contienen una carga de TNT en su interior, la cual se activa con fulminato de mercurio cinco o seis segundos después del retiro de la espoleta.

Al momento de la explosión, el daño letal que provoca la granada es de cinco metros a la redonda. La esquirla o la onda expansiva pueden matar o herir, se explica en el manual de uso del arma, cuyo costo oscila entre los 500 y 600 pesos en el mercado legal, y hasta en mil y mil 500 pesos en el mercado negro de armas que existe en México.

En total, el área aproximada de afectación máxima puede ser de 20 metros. “En el resto de la distancia, el efecto es importante pero menor, solamente incapacitando y dando lugar a heridas más o menos leves”, se explica en el documento.

Si el sitio donde detona el artefacto es de concreto o adoquín, es normal que la explosión deje un pequeño cráter, tal y como lo hizo en la plaza de Morelia, explicó en entrevista el general retirado del Ejército, Carmelo Terán Montero, quien consideró que un soldado que sea buen lanzador de granadas puede enviar una a 25 y 30 metros de distancia de su posición.

Las granadas defensivas, como la usada en el atentado, “son las más potentes; el explosivo está recubierto de un cuerpo de acero u otro metal prefragmentado, que al estallar se convierte en esquirlas mortales. Se supone que el soldado utilizará estas granadas cuando se esté defendiendo y, por lo tanto, estará cubierto en su trinchera u otro lugar. Esto lo deja fuera del área de efecto de la granada, que es mayor”, explican los instructivos.

La diferencia entre una granada ofensiva y una defensiva no la hace la cantidad de material explosivo que contienen ambas, ni su peso y tamaño, el cual suele ser idéntico. La diferencia es el material del cual está hecha la cubierta de ambas. Las granadas ofensivas no provocan esquirlas ya que el plástico o aluminio se desintegran totalmente, sin provocar daños.

Por el contrario, las granadas defensivas están hechas de un cuerpo de metal pesado que después de la explosión se convierte en proyectiles de gran poder destructivo, que suelen provocar quemaduras graves, contusiones, heridas cortantes con infecciones generalizadas, en algunos casos desmembramiento, y si las heridas graves no son atendidas adecuadamente, la muerte.
Diego Enrique Osorno, Milenio, 18 de septiembre.

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