La comunidad judía creó su propia unidad antiplagios

Harta de ser constantemente atacada por delincuentes, la comunidad judía en México tiene ya su propio grupo antisecuestros: un equipo dedicado a garantizar la seguridad de miles de familias que profesan esta religión en el país.

Golpeados en su momento por decenas de raptos —más de 80 en los últimos 15 años—, los miembros de esta comunidad optaron por organizarse para disuadir al crimen organizado de elegir a judíos como blancos potenciales para la extorsión o el secuestro.

Y encontraron la fórmula.

“El mensaje que enviamos a la delincuencia es simple. Quien quiera hacer daño a la comunidad la va a pagar en serio y se va a ir a la cárcel por mucho tiempo”, aseguró Mauricio Lulka, director general del Comité Central de la Comunidad Judía en México.

En entrevista con MILENIO, explicó que el grupo antisecuestros —conocido como Comité de Acción Social— se ha dedicado desde hace más de una década a mantener tras las rejas a delincuentes culpables de agredir a judíos. “Creamos el grupo cuando la crisis del secuestro comenzó en México hace 15 años. Actualmente tiene 25 voluntarios dedicados a asistir a familias con psicólogos, abogados y otros especialistas”, dijo.

Según Lulka, el comité ha seguido desde su fundación “muy de cerca” los procesos judiciales de todos los secuestradores que han raptado a un integrante de esta comunidad para asegurarse de que no saldrán libres.

“Una vez que se condena a un secuestrador y el delincuente está en la cárcel, el comité da seguimiento al caso; cuando detecta que éste puede salir, sea por una preliberación o corrupción de un juez, denuncia el hecho y presenta argumentos legales para mantenerlo encarcelado”, explicó.

Además, tienen en alguna parte del país archivos detallados sobre todas las bandas de secuestradores que agredieron a judíos en la última década y media, herramienta con la que aseguran que sus condenas no sean cortas.

—¿No se olvida al que ataca a la comunidad?

—Para nosotros quien está en la cárcel ahí se queda.

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Este equipo anticrimen no tiene rostro. Por razones de seguridad, la identidad de sus integrantes se mantiene en el anonimato y sólo es conocida por unos pocos jerarcas judíos del país.

“El grupo trabaja con absoluta discreción”, dijo Lulka. Pero para quienes lo necesitan está disponible las 24 horas a través de un contacto que se distribuye en sinagogas y reuniones comunales.

Las comunidades bajo su protección son la Beth Israel Community Center, fundada por judíos de habla inglesa que practican el judaísmo conservador; el Centro Deportivo Israelita; la Comunidad Israelita de Monterrey; el Centro Social Israelita de Baja California, y el Consejo Comunitario Ashkenazi, integrado por descendientes de inmigrantes de Europa oriental.

También están ahí la Comunidad Israelita de Guadalajara; la Comunidad Maguén David, compuesta por descendientes de Alepo, Siria; la Sociedad de Beneficencia Alianza Monte Sinaí, integrada por inmigrantes de Damasco, y la comunidad Sefardí.

El grupo está compuesto por gente común. Entre sus filas tiene a profesionistas, empresarios y comerciantes que han decidido asistir a sus correligionarios con tiempo y habilidades.

“Son personas normales que mantienen buena relación con las autoridades, en especial con la Agencia Federal de Investigación. Lo que queremos es crear una cultura de la denuncia en la comunidad para dar toda la información posible sobre una banda: modus operandi, apariencia, a las autoridades”, agregó el dirigente hebreo.

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En forma paralela, las familias judías que han sido blanco de la delincuencia reciben atención de estos voluntarios, quienes les ayudan a superar el trauma.

“Cuando se sospecha de un secuestro el grupo se reúne con la familia y le da la información sobre sus características. Si llega la llamada y se confirma el rapto, el grupo sabe cómo actuar, cómo respaldar a la familia y da parte a las autoridades”, precisó Lulka.

La dirigencia del Comité Central de la Comunidad Judía considera que la tasa de éxito ha sido elevada, lo cual se ha visto reflejado en un descenso en el número de ataques del crimen organizado.

En ese sentido, Lulka enfatizó que la totalidad de judíos secuestrados ha disminuido desde hace una década, cuando incluso varios miembros de la comunidad decidieron dejar el país para irse a Medio Oriente, EU y Canadá.

“Setenta por ciento de las bandas ya están encarceladas”, sostuvo el dirigente, quien recalcó que este año sólo se tiene noticia de dos raptos de judíos. Ambos casos ya fueron resueltos y los nombres de los responsables pasaron a formar parte de la lista del centro.

Se quiere garantizar que no vuelvan a las calles. “De los dos casos de secuestros que ha habido este año en la comunidad las dos bandas están ya en la cárcel. Ahí se van a quedar. Nosotros no nos quedamos nada más en la denuncia”, señaló Lulka.
Víctor Hugo Michel, Milenio, 24 de septiembre.

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