'Quiero irme a casa' (III)

Sin poder tramitar en el Consulado su regreso a Estados Unidos, el afroamericano indocumentado Ajani Waleed Peppers caminaba por Paseo de la Reforma cuando se le ocurrió conseguir dinero y volver a su país.

Era el mediodía del 8 de enero de 2009. Entonces Ajani vivía en un albergue para personas en situación de calle y padecía un trastorno mental.

Sus tenis negros le apretaban y les quitó las agujetas para hacerlos más amplios y cómodos. No usaba calcetines.

En algún lugar de la Colonia Juárez, encontró una piedra que tomó con la mano derecha. Un impulso provocó que la lanzara contra uno de los vidrios de un centro comercial ubicado en el número 222 de Reforma.

Se trataba de una vitrina de la tienda Sanborns detrás de la cual había varias piezas de joyería.

Transeúntes, clientes y trabajadores observaron atónitos el hecho. Nadie en su sano juicio intentaría robar una tienda de esa forma, y menos a las 12:00 del día.

Antes de que Ajani intentara sacar las joyas, fue detenido por personal de seguridad de la plaza comercial.

El afroamericano fue acusado por la tienda Sanborns de intento de robo. Fue trasladado al Reclusorio Norte.

Para ese entonces, el extranjero ya llevaba cinco meses en México. La cárcel se sumaba a su recorrido por las calles de Guadalajara, dos estaciones migratorias, una casa de huéspedes y una institución psiquiátrica.

La serie de encierros que padeció Ajani inició en agosto de 2008, cuando fue asegurado por el Instituto Nacional de Migración (INM), entonces había perdido el habla. Como el Instituto no pudo determinar su nombre ni su nacionalidad, lo declaró "apátrida".

En diciembre, luego de recibir atención médica especializada en la institución psiquiátrica Casa Azul gracias a la organización civil Sin Fronteras, Ajani comenzó a comunicarse.

Sin embargo, en ese momento, ni el Consulado de Estados Unidos ni el INM hicieron ningún esfuerzo para repatriar al afroamericano.Apenas ocho días después de que Sin Fronteras lo canalizara a un albergue, la situación del estadounidense, que había salido de su país huyendo de su pareja, un hombre que lo amenazó de muerte, se había agravado.


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Para ese entonces, Ajani ya había perdido el oficio de salida que le había dado Migración. Tampoco llevaba consigo la bolsa morada de mujer que había hecho suya cuando estuvo viviendo en la casa de huéspedes.

En su declaración preparatoria, argumentó que atacó la tienda Sanborns porque necesitaba dinero para regresar a su país.

Personal de Sin Fronteras acudió al reclusorio y dio aviso al Consulado para que éste brindara atención a su connacional.

"La representante consular Adriana Gil, una de las personas con la que habíamos tratado el caso, nos responde de manera muy agresiva diciéndonos que, como era su nacional -ahora sí-, nosotros, como organización civil, no teníamos ningún derecho a saber sobre el caso", indica la subcoordinadora de Atención Social de Sin Fronteras, Carolina Carreño.

El análisis psicológico del reclusorio reveló que Ajani tenía un nivel intelectual menor al normal. Indicó que el estadounidense era una persona que no aprende de la experiencia ni tiene orientación de tiempo.

"Sujeto de 32 años de edad quien se inserta en su medio de manera parasitaria, actuando de manera impulsiva e irreflexiva.

"Se ubica en situación de calle, asimilando y reproduciendo conductas propias de la cultura delictiva", indica el estudio criminológico.

Sin embargo, para el juez cuarto de paz penal del Distrito Federal, Lorenzo Medina Garzón, Ajani era una persona en pleno uso de sus facultades mentales, por lo que no pidió el peritaje psicológico.

Ninguna persona del Consulado se presentó en el juzgado el día de la audiencia, llevada a cabo dos semanas después de la detención.

A su lado estaban, además de la defensora de oficio, una abogada y un psicólogo de Sin Fronteras.

Ajani vestía una playera con agujeros, un pantalón color beige y sus tenis negros sin agujetas.

El armazón de sus lentes estaba roto. Alguien lo había pegado con cinta adhesiva.

No podía apreciarse el tatuaje que tiene en la nuca, pues estaba totalmente cubierto por su cabello crecido.

Sus movimientos eran lentos; su mirada, aunque profunda, estaba perdida.

"¿Cuándo voy a salir?", preguntaba insistentemente.

Ese día, Ajani cambió la versión de los hechos. Cuando fue detenido, dijo haber roto el vidrio de la tienda Sanborns porque necesitaba dinero para regresar a Estados Unidos.

Ahora afirmaba que lo había hecho porque "las voces se lo habían pedido" y porque quería ser detenido para que lo llevaran a Estados Unidos.

El representante legal de Sanborns que asistió a la audiencia se percató de que Ajani padecía un trastorno mental y decidió otorgarle el perdón.

Sin embargo, el juez no lo aceptó, argumentando que el monto que pudo haber robado era indefinido.

El juez lo sentenció a pasar tres meses en el reclusorio.


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Ajani pasó un mes en prisión. Sin Fronteras se encargó del pago del vidrio roto y la fianza. El 9 de febrero fue liberado del reclusorio, pero tenía que regresar a Migración.

Ese día, la perito traductor, Gabriela Zamora, le explicó que había quedado libre de la justicia, aunque su proceso migratorio lo mantendría recluido.

"Quiero irme a casa. Necesito ir a la Embajada y sacar mi pasaporte", insistía.

Ajani contó a REFORMA que, cuando estaba en Casa Azul, se dio cuenta de que quería regresar a su casa en Nueva York.

Era difícil explicarle que, aunque estuviera libre, sería encerrado nuevamente, ahora en la estación migratoria de Iztapalapa.

Ajani salió del Reclusorio Norte la noche del lunes 9 de febrero. Apenas dejó la cárcel, abordó una camioneta del INM que lo trasladó a la estación migratoria donde actualmente se encuentra.

Ahora, a casi medio año de haber sido detenido por el INM, el estadounidense indocumentado puede permanecer en la estación migratoria otros 90 días más antes de regresar a su país.

Para Sin Fronteras, el de Ajani no es un caso aislado.

"El acceso a su derecho a la salud y al debido proceso se ve vulnerado, ya que, en este caso, fue evidente la falta de atención especializada requerida por el migrante y la serie de irregularidades en su proceso.

"La falta de respuesta oportuna por parte del consulado y el INM llevaron a esta persona a una mayor situación de riesgo", advirtió el organismo.




Otro encierro

El 8 de enero el afroamericano fue detenido por intento de robo.


· El que padeciera un trastorno mental no impidió que el migrante permaneciera un mes en la cárcel.

Silvia Garduño, Reforma, 14 de febrero.

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