La reunión pareció perder fuerza después de que el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, calificara la crisis bilateral como “una cuestión personal”, lo que disparó la reacción del mandatario colombiano, Álvaro Uribe, quien deploró las palabras de Lula y prometió aportar más pruebas de la presencia de guerrilleros de las FARC en Venezuela antes de su salida del poder el 7 de agosto.
El canciller colombiano Jaime Bermúdez anticipó al llegar a Quito no tener “grandes expectativas” porque “hay ausencias notorias y Kirchner, “no está aquí”. También faltaron a la cita los cancilleres de Brasil y de Paraguay. Así y todo, el ecuatoriano Ricardo Patiño, quien se reunió por separado con Bermúdez y el venezolano Nicolás Maduro para plantear posturas y ordenar el debate, se esperanzó “en poder llegar a resoluciones que nos permitan avanzar en el tratamiento de este problema”, o sea la denuncia colombiana sobre la existencia de mil 500 guerrilleros de las FARC en territorio venezolano y “el plan de paz” que propuso Caracas.
Anoche seguían reunidos sin grandes resultados, según las fuentes de ambos gobiernos consultadas telefónicamente, mientras que algunos observadores decían que “poco o nada podrá salir de esta reunión”.
De hecho, en el comunicado en el que deploró las declaraciones de Lula —en el que opinó que sólo la paciencia hasta el 7 de agosto traería la solución—, Uribe volvió a pedir cómo “única solución que no se permita la presencia de los terroristas de las FARC y del ELN en territorio venezolano”.
Así, todo quedará postergado hasta la llegada de Juan Manuel Santos al palacio de Nariño y a la implementación de su política exterior, que se mantiene a cierta distancia de la que hasta el último día está dispuesto a aplicar su antecesor.
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