La Habana, 9 de julio. Un reportaje del diario oficial Granma detonó una severa crítica del presidente Raúl Castro a la propaganda política que encubre obras de construcción de mala calidad y a la que llamó “pura fanfarria sin sentido”.
Castro también hizo pública su inconformidad con funcionarios de alto nivel, que en una reunión recibieron “duros señalamientos” por su desempeño, pero al hablar con el periódico “les faltó el valor moral para reconocerlo”.
El mandatario publicó este viernes un insólito comentario, al final de un reportaje sobre la rehabilitación sin precedente del acueducto de Santiago de Cuba.
Granma informó que, al conocer previamente el texto, Castro “orientó omitir los nombres” de varios de los entrevistados, que señalaron errores en la obra, pero no dijeron que ellos mismos eran los responsables.
Sin embargo, el reportaje citó una reunión del liderazgo nacional en la que recibieron “severas críticas” de Castro “los máximos dirigentes” del Ministerio de la Construcción y del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, es decir, el ministro Fidel Figueroa y el presidente de esa dependencia, René Mesa.
En su alegato, el presidente cubano desempolvó una carta suya de 1999, dirigida al ahora ministro de las Fuerzas Armadas, Julio Casas. Ya entonces Castro criticaba que en torno a las obras abundaran reuniones, mítines, asambleas y repetición de consignas, y que se fijaran plazos de terminación para celebrar fechas históricas, en detrimento de la calidad.
“Siempre he pensado que esto es pura fanfarria sin sentido. Al final nos vamos acostumbrando a convivir con la mentira, los lamentos y a buscarle explicaciones a los continuos aplazamientos”, en lugar de infundir el sentido de urgencia del trabajo, señaló Castro en esa carta, que ahora fue publicada en Granma.
Esa opinión del mandatario ya era conocida en esencia. Hace apenas un año, en la fiesta nacional del 26 de julio, ilustró en esta forma la cuestión agrícola: “No es cuestión de gritar ‘patria o muerte’, ‘abajo el imperialismo’, ‘el bloqueo nos golpea’ y la tierra ahí, esperando por nuestro sudor. A pesar de que los calores son cada vez mayores, no nos queda más remedio que hacerla producir”.
La forma de ratificar ahora la crítica expuso el elevado interés del mandatario cubano en cambiar el culto a la retórica oficial por más dedicación al trabajo.
En una idea paralela, Castro pidió a la prensa de su país que sea crítica y transparente para corregir los errores. “De lo contrario, seguiremos ocultándolos y repitiéndolos una y otra vez, como ha estado sucediendo”.
El punto de partida de la crítica era sumamente sensible. Una de las primeras decisiones que tomó Raúl Castro como presidente interino, en 2007, fue la rehabilitación del sistema hidráulico de Santiago, la segunda ciudad del país y que nunca en su historia ha tenido un servicio de agua que cubra a todo su territorio.
Una vecina entrevistada por periodistas de Granma resumió así su visión del problema: “Mis hijos y mis nietos se hicieron adultos cargando y almacenando toda el agua que podían”.
El diario informó que en la reunión en la que estalló el problema, Castro designó al comandante de la revolución Ramiro Valdés como supervisor principal de la obra y a la ingeniera hidráulica Inés Chapman, miembro del Consejo de Estado, como la autoridad ejecutiva en el terreno.
Compás de espera por los presos
Hasta hoy seguían en prisión los opositores señalados por la Iglesia católica como los primeros que serán excarcelados y podrán viajar a España, según el compromiso alcanzado con el gobierno.
Después de que el cardenal Jaime Ortega avisó personalmente en la víspera de su inminente liberación, “no hemos tenido alguna novedad, estamos esperando”, informó a La Jornada Damaris García, hermana de José Luis García Paneque, uno de los primeros que saldrá de la cárcel.
Los otros cuatro, Antonio Villarreal Acosta, Léster González Pentón, Luis Milán Fernández y Pablo Pacheco Ávila, también seguían tras las rejas, según reportes recabados por Elizardo Sánchez, de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Castro también hizo pública su inconformidad con funcionarios de alto nivel, que en una reunión recibieron “duros señalamientos” por su desempeño, pero al hablar con el periódico “les faltó el valor moral para reconocerlo”.
El mandatario publicó este viernes un insólito comentario, al final de un reportaje sobre la rehabilitación sin precedente del acueducto de Santiago de Cuba.
Granma informó que, al conocer previamente el texto, Castro “orientó omitir los nombres” de varios de los entrevistados, que señalaron errores en la obra, pero no dijeron que ellos mismos eran los responsables.
Sin embargo, el reportaje citó una reunión del liderazgo nacional en la que recibieron “severas críticas” de Castro “los máximos dirigentes” del Ministerio de la Construcción y del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, es decir, el ministro Fidel Figueroa y el presidente de esa dependencia, René Mesa.
En su alegato, el presidente cubano desempolvó una carta suya de 1999, dirigida al ahora ministro de las Fuerzas Armadas, Julio Casas. Ya entonces Castro criticaba que en torno a las obras abundaran reuniones, mítines, asambleas y repetición de consignas, y que se fijaran plazos de terminación para celebrar fechas históricas, en detrimento de la calidad.
“Siempre he pensado que esto es pura fanfarria sin sentido. Al final nos vamos acostumbrando a convivir con la mentira, los lamentos y a buscarle explicaciones a los continuos aplazamientos”, en lugar de infundir el sentido de urgencia del trabajo, señaló Castro en esa carta, que ahora fue publicada en Granma.
Esa opinión del mandatario ya era conocida en esencia. Hace apenas un año, en la fiesta nacional del 26 de julio, ilustró en esta forma la cuestión agrícola: “No es cuestión de gritar ‘patria o muerte’, ‘abajo el imperialismo’, ‘el bloqueo nos golpea’ y la tierra ahí, esperando por nuestro sudor. A pesar de que los calores son cada vez mayores, no nos queda más remedio que hacerla producir”.
La forma de ratificar ahora la crítica expuso el elevado interés del mandatario cubano en cambiar el culto a la retórica oficial por más dedicación al trabajo.
En una idea paralela, Castro pidió a la prensa de su país que sea crítica y transparente para corregir los errores. “De lo contrario, seguiremos ocultándolos y repitiéndolos una y otra vez, como ha estado sucediendo”.
El punto de partida de la crítica era sumamente sensible. Una de las primeras decisiones que tomó Raúl Castro como presidente interino, en 2007, fue la rehabilitación del sistema hidráulico de Santiago, la segunda ciudad del país y que nunca en su historia ha tenido un servicio de agua que cubra a todo su territorio.
Una vecina entrevistada por periodistas de Granma resumió así su visión del problema: “Mis hijos y mis nietos se hicieron adultos cargando y almacenando toda el agua que podían”.
El diario informó que en la reunión en la que estalló el problema, Castro designó al comandante de la revolución Ramiro Valdés como supervisor principal de la obra y a la ingeniera hidráulica Inés Chapman, miembro del Consejo de Estado, como la autoridad ejecutiva en el terreno.
Compás de espera por los presos
Hasta hoy seguían en prisión los opositores señalados por la Iglesia católica como los primeros que serán excarcelados y podrán viajar a España, según el compromiso alcanzado con el gobierno.
Después de que el cardenal Jaime Ortega avisó personalmente en la víspera de su inminente liberación, “no hemos tenido alguna novedad, estamos esperando”, informó a La Jornada Damaris García, hermana de José Luis García Paneque, uno de los primeros que saldrá de la cárcel.
Los otros cuatro, Antonio Villarreal Acosta, Léster González Pentón, Luis Milán Fernández y Pablo Pacheco Ávila, también seguían tras las rejas, según reportes recabados por Elizardo Sánchez, de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Gerardo Arreola, La Jornada, 10 de julio.
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