Está ojerosa. Se le ve cansada. Su garganta, lastimada, pero minutos antes sacó la fuerza en la voz, la dirigente Beatriz Paredes pidió a la multitud: “No caigan en la provocación” y exclamó: “¡En Oaxaca, el triunfo será nuestro!”. Esto, había sentenciado, “porque lo mexicanos ya aprendieron que ¡sólo en el PRI se sabe gobernar!”.
Es el cierre de la campaña del candidato a gobernador Eviel Pérez Magaña. Evidentemente, la presidenta de su partido y él decidieron no caer en las alusiones personales, no mencionaron el nombre de sus adversarios. Pero sí coincidieron en señalar que esta entidad no merece quedar en manos de quienes alimentan amarguras, ambición, propósitos de revancha.
En clara referencia a su adversario Gabino Cué y a quienes le apoyan, Pérez Magaña señaló: “Nosotros somos gente sensata, no provocamos ni llamamos a la insurrección.
“Yo no tengo prejuicios ni abrigo odio o rencores para quienes tanto me han ofendido”, dijo el candidato priísta.
En centenares de pancartas que fueron repartidas a la gente, apareció la leyenda: “Mi voto es mi voz contra la violencia”. Antes de que iniciara el evento integrantes del equipo de Pérez Magaña daban instrucciones a otros de sus compañeros para que buscaran la grabación de la conferencia de prensa en la que, decían, el panista Javier Corral y el perredista Graco Ramírez convocaron abiertamente a que la gente se levante, a que haya insurrección.
Hay lodo en la cancha, llovió durante la noche. Se sintió fuerte el temblor en la madrugada. Poco después del mediodía, hay media entrada. Pero cuando llegan Beatriz Paredes y Eviel Pérez todos los lugares están ocupados. Hay mujeres, hombres, niños. La mayoría porta camisetas en las que se lee: “Ya ganamos”.
Mientras esperaban al abanderado priísta, desde el templete, un tipo gordo, ridículamente vestido como Chabelo, de rojo, trataba de animar al público. Aturdía con sus gritos. No se calló ni cuando el grupo musical cantó: “Escándalo, es un escándalo...”.
Y entraron al estadio la presidenta y el candidato. En el escenario la familia de él, diputados federales, personajes del priísmo de Oaxaca, ninguno de los ex gobernadores. Dos de ellos, están en el otro bando. Varias mantas muestran las imágenes de los aspirantes a diputados locales, de la candidata a la presidencia municipal, Beatriz Rodríguez.
Y por fin en el estrado, Beatriz Paredes, Eviel Pérez Magaña y Adolfo Toledo, dirigente estatal de su partido, posan para la foto que se ha vuelto lugar común. Los brazos en alto, tomados de las manos. Después, el estadio se llena de silencio un minuto en memoria de Rodolfo Torre Cantú, el candidato al gobierno de Tamaulipas asesinado.
Y habla Beatriz Paredes. Jala aire, toma fuerza, repite varias veces: “Vamos a ganar... vamos a ganar” y expone sus razones.
Eviel Pérez Magaña, por su lado, reitera los compromisos de campaña y convoca a sus adversarios a concluir la contienda sin amenazas, sin violencia.
Y se retiran. Ella lo hace antes. He de continuar. Él tarda un poco más, lo espera una camioneta blindada, rigurosamente vigilada y una elección inevitablemente conflictiva
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