Riesgo de que el mercado se convierta en depredador de sí mismo, advierte Narro

La crítica al modelo económico neoliberal, aún en boga entre las autoridades y empresarios del país, fue el objetivo de un sector de participantes en el foro México ante la crisis, ¿qué hacer para crecer?, quienes coincidieron en la urgencia de ampliar la responsabilidad del Estado como ente regulador de los sistemas económico y financiero, porque, de mantenerse el estatus quo, se acentuará la desigualdad y se debilitará la participación social.

Durante la segunda jornada del encuentro organizado por la diputada Marina Arvizu en el auditorio E de la Cámara de Diputados, José Narro Robles, rector de la UNAM, advirtió sobre el riesgo inminente de que el mercado llegue a ser depredador de sí mismo, y ejemplificó con un hecho inobjetable tal aseveración, al recordar las multimillonarias pérdidas en el ahorro de millones de trabajadores mexicanos.

“Es una paradoja que la información no sirva para prever los problemas, y que los trabajadores tengan en riesgo una parte de sus fondos de retiro.

“Resulta inadmisible que quienes administran esos recursos tengan ganancias, mientras fracasan en su misión de administrar el dinero ajeno. Para el buen desarrollo de una sociedad democrática y armónica se requiere que el Estado tenga un papel estratégico. El Estado no puede ceder su papel histórico al mercado.

“No se trata de percibir al Estado y al mercado como entidades antagónicas. Se trata de aceptar que sin la acción compensadora del Estado, el mercado no puede regularse por sí solo y menos resolver los problemas, rezagos e injusticias sociales que nos abruman.”

Durante su participación, Narro Robles refirió que la crisis no es un problema que pueda resolverse de forma inercial, y menos con la aplicación de medidas similares a las que la produjeron.

Adujo que no se trata de aceptar que el Estado acabe ahogando o anulando las iniciativas de la sociedad. “O realizamos cambios profundos o estamos condenados a repetir, tarde que temprano, los mismos problemas.”

De las propuestas para enfrentar la recesión presentadas por el rector de la Universidad Nacional, destacaron la necesidad de implementar programas de empleo emergente y masivo para quienes pierdan su trabajo y para las personas que buscan incorporarse al mercado laboral, así como mantener la cobertura de los servicios de salud a quienes dejen de cotizar ante las instituciones de seguridad social.

Demandó una política pública que favorezca la generación de la riqueza, el fortalecimiento del mercado interno, y entender que las épocas de las aperturas comerciales indiscriminadas no deben repetirse.

“Además del rescate económico, el país requiere un gran rescate social que permita atacar directamente el asunto de la desigualdad. ¿Por qué no se emprenden proyectos de gran magnitud, como el de alfabetizar a los casi 6 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir? En el mismo sentido, el Programa de Apoyo a la Infraestructura debería contemplar también el mantenimiento y remozamiento de los centros de salud y de todas las escuelas públicas en las zonas deprimidas, así como la construcción de caminos rurales.

“Resulta imperativo colocar a la ciencia y la tecnología entre las prioridades del país; la ciencia debe tener un lugar preponderante en nuestro futuro. La crisis actual no sólo es económica, también es una crisis de valores; para salir de ella se debe trabajar en el fortalecimiento del sistema de valores laicos.”

Por su parte, el dirigente de los senadores priístas, Manlio Fabio Beltrones, confirmó la entrada de la economía mexicana en recesión.

“El empleo está cayendo. El crecimiento está en números negativos. Hay desconfianza e incertidumbre en los mercados, y la perspectiva de 2009 es de contracción, retroceso.

“Una nueva mediación entre el Estado y el mercado habrá de ser necesaria; ello nos obliga a usar la visión y no quedarnos cortos, porque no es sólo buscando medidas complementarias o acciones aisladas como podremos enfrentar esta crisis, sino con base en actuar con la velocidad que se nos ha impuesto, y para ello necesitamos escuchar.”

Frente al reconocimiento de la gravedad de los efectos negativos que acarreará la depresión, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Armando Paredes, presentó un catálogo de buenas intenciones y de peticiones que sólo beneficiarían al sector privado, por encima de los pobres.

En un fugaz mea culpa, aceptó que las expectativas de movilidad social son mínimas, crean desesperanza, angustia y frustración. No obstante, de inmediato la emprendió contra el gobierno federal, que, dijo, propicia hechos que afectan al sector empresarial:

“El gasto corriente crece insaciablemente y reduce el espacio de inversión; las políticas públicas se han realizado sin planeación adecuada y con criterios populistas o de corto plazo. Por no mencionar los elevados precios de los bienes y servicios que administra el sector público, la corrupción, la falta de trasparencia, la insuficiencia de rendición de cuentas y las violaciones al estado de derecho... Todos estos elementos se traducen, indudablemente, en una enorme falta de competitividad en el país.”

Así, solicitó al gobierno más acciones que favorezcan a los grandes empresarios: promover la liquidez de compañías y personas; estimular la inversión; permitir el pago de parcialidades por adeudos fiscales; en el caso del ISR y el IETU, realizar pagos provisionales de manera conjunta, tal como operaba el impuesto al activo; respetar la recuperación íntegra del impuesto al activo, eliminando la restricción de los transitorios del mismo gravamen; adelantar la eliminación prevista del impuesto por tenencia de automóviles; concretar la reforma a la Ley Federal del Trabajo, y flexibilizar los esquemas de cobranza del IMSS.

Roberto Garduño y Enrique Méndez, La Jornada, 30 de enero.


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