El derrumbe de Ulises

Oaxaca.- El Gobernador Ulises Ruiz, operador personal de la campaña del PRI, se enteró de la derrota electoral de su partido desde las 11:00 horas del domingo 4 de julio.

A través de la empresa contratada para medir los resultados de los comicios, el Mandatario recibió un primer reporte que colocaba a su candidato, Eviel Pérez Magaña, por debajo de su contrincante, el aliancista Gabino Cué, en por lo menos dos puntos.

Pasado el medio día, la distancia creció. Siete horas después, el revés era un hecho.

"Está cabrón", soltó frente a algunos de sus colaboradores mientras intentaba analizar lo que había sucedido.

En la valoración interna del tricolor, la derrota no era para Eviel, sino para el Gobernador, que concentraba las críticas de los diversos sectores de la sociedad y que operaba como propia la maquinaria tricolor.

Fuentes de la campaña aseguraron que el candidato estaba dispuesto a reconocer que las cifras no le favorecían, luego de que después de las 18:00 horas se revelaron los resultados de dos de las tres encuestas de salida contratadas por las televisoras.

Sin embargo, a recomendación de su equipo y ante la posibilidad de que el tercer sondeo se declarara cerrado, el abanderado de la coalición PRI-PVEM decidió aguantar y apostarle a la llegada del "voto verde", proveniente de la sierra oaxaqueña.

"Los números los derrotarán (a los opositores)", vaticinaron sin éxito sus voceros.

La contundencia de las cifras terminó por enfriar los ánimos.

Alrededor de las 21:00 horas el estratega electoral, Cesar Augusto Santiago, pidió una camioneta y una escolta para abandonar Oaxaca, rumbo al DF. No había nada que hacer.


REPARTO... DE CULPAS

Los relatos de diversos priistas dieron cuenta de la lista de justificaciones que empezaron a circular una vez concretada su derrota.

Los factores que determinaron los resultados desfilaron por la mesa del Gobernador, quien convirtió su casa particular en el cuarto de guerra y centro de operación de la campaña.

El nivel de participación de la ciudadanía se convirtió en el enemigo número uno.

Por primera vez en la historia de Oaxaca y como consecuencia de la reforma electoral, las elecciones fueron concurrentes, lo que despertó gran interés entre los electores ante la renovación de las presidencias municipales.

El segundo factor que, según los priistas, ni siquiera fue advertido a tiempo, fueron los 150 mil indecisos que nunca hicieron pública su preferencia, pero que salieron a votar y no por el PRI.

Al desmenuzar las causas de la debacle, explicaron que se cometió un error en la meta de votación estatal, que fue marcada en 604 mil votos, a sugerencia de las consultorías que contrataron para la campaña.

Al final, el PRI sólo consiguió 550 mil sufragios a su favor, cuando en realidad hubieran necesitado 700 mil para ganar.

En el análisis, los priistas adelantan la posibilidad de que se haya registrado un error en el cómputo de votos a favor de Cué, como consecuencia del diseño de las boletas, donde el candidato opositor podía ser votado hasta cuatro veces.


LA HERIDA

Para evitar más daños, desde las primeras horas de ayer, el Gobernador giró la instrucción de "cerrar la boca" y no hacer declaraciones públicas.

Sin embargo, algunos legisladores comenzaron a buscar culpables.

"Lo que pasa es que hubo cuadros que le jugaron a la democracia y se vendieron al mejor postor, y los ex gobernadores, pues creo que estuvieron ocupados en otros temas o a lo mejor confiaron demasiado en lo que ya teníamos como estructura, no sabemos", expresó la diputada Sofía Castro.

"Somos como un monstruo herido y, en pocos meses, sin cabeza", describió uno de los dirigentes oaxaqueños.
Claudia Guerrero enviada, Reforma, 6 de julio.

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