QUERÉTARO. A casi cuatro meses de haber abandonado la cárcel —en donde estuvieron casi cuatro años por un delito que no cometieron—, las indígenas Teresa González y Alberta Alcántara están sin trabajo y sin apoyo.
Acudieron a las oficinas de Atención Ciudadana del gobierno estatal para solicitar apoyos a fin de poder comercializar las muñecas de trapo que elaboran en sus viviendas.
El 28 de abril, Alberta Alcántara Juan y su cuñada Teresa González Cornelio recobraron su libertad después de haber estado presas en la cárcel de Querétaro por tres años, siete meses y 28 días.
Las acusaron de haber secuestrado —junto con la también indígena otomí Jacinta Francisco Marcial— a seis policías, lo que no se pudo demostrar.
Durante el tiempo que llevan en libertad —dos meses y 17 días— no han obtenido apoyo alguno de quienes se los prometieron, como tampoco han recibido las disculpas de parte de la Procuraduría General de la República (PGR), que fue la instancia que las acusó. Su vida sigue igual o, incluso, peor.
Ambas mujeres, habitantes de a comunidad de Santiago Mexquititlán en el municipio queretano de Amealco de Bonfil, confirmaron que no cuentan con trabajo y por eso es que desde que salieron del penal de San José el Alto retomaron la actividad que por mucho tiempo practicaron y que la mayoría de las mujeres ñhañhü realiza, elaborar pequeñas muñecas de trapo. Sin embargo, no es suficiente para sustentar a la familia.
“Ellos decían que nos iban a ayudar a salir y que cuando saliéramos nos iban a apoyar para progresar, después de todo lo que nos había pasado. No puedo decir nombres... nosotros lo que queríamos era salir y estar con nuestra familia”.
En su visita a la capital del estado como a todos los lugares donde van, las acompaña Gabriel Alcántara, hermano de Alberta y esposo de Teresa, quien llevaba en brazos a su hija Jazmín, nacida dentro del penal femenil de Querétaro.
Quieren apoyo financiero para iniciar un proyecto productivo que les permita obtener recursos para sobrevivir .
Acudieron a las oficinas de Atención Ciudadana del gobierno estatal para solicitar apoyos a fin de poder comercializar las muñecas de trapo que elaboran en sus viviendas.
El 28 de abril, Alberta Alcántara Juan y su cuñada Teresa González Cornelio recobraron su libertad después de haber estado presas en la cárcel de Querétaro por tres años, siete meses y 28 días.
Las acusaron de haber secuestrado —junto con la también indígena otomí Jacinta Francisco Marcial— a seis policías, lo que no se pudo demostrar.
Durante el tiempo que llevan en libertad —dos meses y 17 días— no han obtenido apoyo alguno de quienes se los prometieron, como tampoco han recibido las disculpas de parte de la Procuraduría General de la República (PGR), que fue la instancia que las acusó. Su vida sigue igual o, incluso, peor.
Ambas mujeres, habitantes de a comunidad de Santiago Mexquititlán en el municipio queretano de Amealco de Bonfil, confirmaron que no cuentan con trabajo y por eso es que desde que salieron del penal de San José el Alto retomaron la actividad que por mucho tiempo practicaron y que la mayoría de las mujeres ñhañhü realiza, elaborar pequeñas muñecas de trapo. Sin embargo, no es suficiente para sustentar a la familia.
“Ellos decían que nos iban a ayudar a salir y que cuando saliéramos nos iban a apoyar para progresar, después de todo lo que nos había pasado. No puedo decir nombres... nosotros lo que queríamos era salir y estar con nuestra familia”.
En su visita a la capital del estado como a todos los lugares donde van, las acompaña Gabriel Alcántara, hermano de Alberta y esposo de Teresa, quien llevaba en brazos a su hija Jazmín, nacida dentro del penal femenil de Querétaro.
Quieren apoyo financiero para iniciar un proyecto productivo que les permita obtener recursos para sobrevivir .
Juan José Arreola corresponsal, El Universal, 16 de julio.
0 Responses to "Las indígenas Teresa y Alberta, en el olvido"
Publicar un comentario