A pesar de la amenaza, Tamaulipas sale a votar

TAMAULIPAS. Abundaban los malos presagios en torno a la elección, porque aquí el narcotráfico ejerce un férreo y violento control de la vida y de la información.

Después del asesinato del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la gubernatura, Rodolfo Torre Cantú, nadie sabía cómo se comportaría el crimen organizado durante la jornada electoral, por lo que en los días previos a los comicios se hablaba de posibles ataques de grupos armados en los centros de votación, de amenazas a funcionarios de casilla para que no instalaran las mesas de sufragio o del robo de urnas.

Los rumores eran muchos; se propagaron en las redes sociales y en conversaciones, pero nada malo ocurrió. Los comicios en Reynosa, una de las más violentas de la frontera norte, se realizaron en total tranquilidad.

Quizá ayer se vivió uno de los días más pacíficos del año en esta ciudad donde las balaceras, las ejecuciones, la circulación de comandos de sicarios y los levantones son parte de la vida diaria. Al amanecer, la expectativa era que no se pudieran instalar las mesas de votación.

La incertidumbre creció en las siguientes horas entre los funcionarios del Consejo Municipal Electoral de Reynosa, debido a que al mediodía el reporte oficial era de 648 mesas de votación en funcionamiento. Faltaban todavía por instalarse 100 casillas.

Impactan rumores

El problema es que los rumores sí tuvieron un efecto. La población de Reynosa permaneció en sus hogares y muchos ciudadanos que servirían como funcionarios de casilla no acudieron a esa cita. “Hubo mucho miedo, es comprensible”, decía Alicia Salinas, una colaboradora del Instituto Estatal Electoral de Tamaulipas encargada de supervisar el desarrollo de los comicios en casillas del centro de la capital.

Fue evidente que las personas no salieron de sus hogares, pues a diferencia del sábado previo a los comicios no hubo plazas comerciales saturadas de compradores ni vialidades con tránsito.

El puente internacional Reynosa-Hidalgo, que conecta con McAllen, Texas, lució inusualmente vacío para un domingo en la mañana.

“¿Dónde están todas esas personas? Pues en sus casas”, se preguntaba y respondía el propio presidente del Consejo Municipal Electoral de Reynosa, Francisco Tejeda Sánchez.

El funcionario electoral se negó en todo momento a informar cuántos funcionarios de casilla no asistieron al desarrollo de la jornada electoral o sobre el flujo de votantes. “Vamos bien, vamos bien”, decía animoso, pero su semblante denotaba lo contrario, en nada se parecía al del sábado anterior, cuando predominaban la incertidumbre y el miedo.

Después del mediodía de ayer, el organismo electoral informaba que ya se habían instalado todas las mesas de votación y que en sustitución de los funcionarios de casilla se había pedido apoyo de los vecinos para que fungieran como escrutadores o secretarios de mesa.

En las propias casillas donde votaron el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la alcaldía, Everardo Villarreal, y el alcalde saliente, Óscar Luebbert, faltaron presidentes, secretarios y escrutadores. Ahí las mesas de votación abrieron una hora después.

Everardo Villarreal Salinas llegó a emitir su voto fuertemente custodiado. Siete camionetas de escoltas y asesores lo acompañaban. El gran despliegue de seguridad ni siquiera se vio igual con Óscar Luebbert, quien llegó solamente con dos camionetas de asesores y funcionarios de su gobierno.

A diferencia del sábado previo, ayer domingo no se vio en la ciudad la circulación de convoyes del Ejército mexicano. En su lugar rondaron en las calles elementos de la Policía Federal a bordo de camionetas y patrullas por las avenidas principales de Reynosa.

Sólo hasta después de las 18:00 horas, cuando cerraron las mesas de votación, los soldados salieron de sus cuarteles.

Redes sociales, grandes aliados

Desde principios del año, el gobierno municipal de Reynosa creó una cuenta social en Twitter que le ha servido tanto a las autoridades como a los ciudadanos para avisarse sobre la presencia de comandos o balaceras entre Los Zetas y el cártel del Golfo.

Es común leer en los mensajes de Twitter alertas en colonias y avenidas. Ayer domingo no hubo esos mensajes. Predominaba el tema electoral, como la ubicación de las casillas. “Favor de avisar que se puede votar con la credencial del IFE 03… y que voten por el PRI”, decía Karla, usuaria de esta red social.

Por la noche, el otro temor que prevaleció era que grupos del crimen organizado robaran las urnas o impidieran que los paquetes electorales llegaran a los comités electorales asignados.

Sin incidentes graves que enturbiaran los comicios, por la noche el PRI y sus candidatos a alcalde y diputados locales se preparaban para celebrar lo que ya se perfilaba como un carro completo, a pesar de que todos ellos todavía lucen moños negros en memoria de Rodolfo Torre Cantú.

El Partido Acción Nacional (PAN) pagó el precio de una división interna cuando designó a su candidato a alcalde. Desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) se impuso a un personaje llamado Jesús María Moreno, lo que provocó fracturas y la desbandada de un gran número de albiazules que encontró cobijo en el partido Convergencia.

Si las encuestas daban la ventaja al PRI y una clara derrota a Acción Nacional, lo nuevo de todo esto es que Convergencia se convirtió en la tercera fuerza electoral desplazando abrumadoramente al PRD, que en algunas casillas registró cero votos.

Pero la victoria tampoco era redonda para el Revolucionario Institucional, menos cuando el miedo y la sicosis que aquí predominan sacaron a votar a menos de 35% de los ciudadanos; según los resultados preliminares, es la votación más baja en 12 años. Un total de 450 mil personas integran ese padrón electoral de tamaulipecos que a diario viven con incertidumbre y temor.
Alberto Cuenca enviado, El Universal, 5 de julio.

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