Un disidente dispuesto a todo

LA HABANA (DPA).— El disidente cubano Guillermo Fariñas inició su ayuno el 24 de febrero para protestar por la muerte del opositor preso Orlando Zapata y exigir la excarcelación de 26 disidentes que, según afirmaba, se encuentran gravemente enfermos.

Fariñas puso final al ayuno horas después de que el gobierno anunciara que liberará a 52 presos. Recientemente se había indicado que estaba en “peligro potencial de muerte” debido al trombo yugular que complicó su salud, si bien se aclaraba que presentó una “discreta mejoría” en los últimos días. “El paciente tiene un peligro potencial de muerte, porque depende de la evolución de ese trombo que tiene alojado en el confluyente yugulo subclavio izquierdo, el cual se está tratando adecuadamente”, dijo el sábado pasado el médico Armando Caballero, jefe de los servicios de terapia intensiva del Hospital de Santa Clara, a donde Fariñas ingresó el 11 de marzo.

Desde la oposición y desde el mismo gobierno cubano le habían pedido que abandonara su huelga de hambre y sed, pero hasta ayer Fariñas insistía una y otra vez en que seguiría adelante “hasta las últimas consecuencias”. El psicólogo de 48 años, que participa en la red de los llamados “periodistas independientes”, llenó con sus declaraciones páginas y páginas en la prensa internacional. Para su huelga de hambre, nombró incluso a una portavoz.

El disidente ya había realizado antes 22 huelgas de hambre, la última en 2006 durante seis meses para exigir acceso libre a Internet para todos los cubanos, algo que sigue sin cumplirse y que las autoridades de la isla atribuyen al embargo estadounidense.

Guillermo Fariñas Hernández, apodado “Coco”, nació el 3 de enero de 1962 en Santa Clara en una familia simpatizante de la revolución cubana. Su padre combatió junto a Ernesto Che Guevara en África, y él mismo perteneció a la Unión de Jóvenes Comunistas, pero según explicaba entregó el carnet en 1989 en protesta por el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, acusado de narcotráfico.

Fariñas dirige la publicación digital Cubanacán Press, en la que varios opositores escriben artículos críticos contra el gobierno de Raúl Castro, y estuvo encarcelado en tres ocasiones, por un total de 11 años. Como al resto de los disidentes, las autoridades cubanas lo consideran un “mercenario” y un “delincuente común".
La Jornada, 9 de julio.

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