Jalisco tendrá elecciones este 1 de julio en un escenario adverso para que el PAN retenga el poder tras 18 años de hegemonía, pues aparece en las encuestas al menos 28 puntos por debajo del PRI y, además, ha sido desplazado al tercer sitio por el candidato emergente Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano.
El avance priísta no es nuevo. Entre 2006, cuando el panismo ganó el gobierno con Emilio González Márquez, y las elecciones de 2009 para diputados federales, ese partido perdió 370 mil votos.
En cambio, el PRI ganó medio millón de sufragios, junto con la mayoría en el Congreso local, y recuperó cinco de los seis municipios conurbados que concentran a 70% de los electores.
Ahora, como ha ocurrido en los últimos dos sexenios, es de nueva cuenta un ex alcalde de la capital jalisciense, Guadalajara, quien tiene posibilidades de ganar, pero en esta ocasión se trata de un priísta, Aristóteles Sandoval Díaz.
Entre sus activos cuenta haber terminado con la racha del PAN de cinco alcaldías en la capital.
Siendo alcalde conoció a Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, con quien estableció una “relación de respeto”, según el mismo Sandoval.
Pero esa cercanía o su trayectoria no le hubieran bastado para la postulación. De acuerdo al líder del priísmo estatal, Eduardo Almaguer, él “hizo bien las cosas en el gobierno”.
Eso explica, a su juicio, que Sandoval haya sido ungido “candidato de unidad” por encima de políticos experimentados.
Entre ellos el diputado Arturo Zamora, quien estuvo a punto de ganar el gobierno en 2006, y el senador Ramiro Hernández. Ambos, sin embargo, serán candidatos —y con ello se evitó rupturas— el primero al Senado y el segundo a la alcaldía de Guadalajara.
El proceso interno no estuvo exento de inconformidades. La división se concentró en Guadalajara, con la renuncia del diputado con licencia Salvador Caro Cabrera, considerado candidato natural a ese ayuntamiento y desplazado por Ramiro Hernández.
Caro, hoy aspirante al cargo pero por Movimiento Ciudadano (MC), advierte que el triunfo del PRI no es inminente.
“Si ha podido recomponerse electoralmente se debe a lo mal que lo hizo el PAN y al derroche de recursos”, dijo.
El PAN en crisis
El politólogo y profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Víctor Alarcón, asegura que el factor que explica un eventual regreso del PRI al gobierno jalisciense es que ese partido hizo un trabajo sostenido en los últimos seis años, y el PAN no.
El panismo local padece un “desgaste” en la capacidad de gobierno tras 18 años en el poder, y enfrenta problemas organizativos que se expresan, dice, en el abandono de sus estructuras electorales y diferencias internas irreconciliables entre quienes disputaron postulaciones.
El PAN no renovó sus cuadros partidarios “y una vez que éstos se fueron al gobierno y al Congreso no siguió produciendo más, ni mantuvo la capacidad para ganar elecciones. Los cuadros terminan burocratizándose, hay una fatiga electoral”.
A esos factores se sumará, de acuerdo al especialista, un voto joven que no conoce al PRI. El resultado, considera, será el fin de la era panista en la entidad.
Otro factor fue la contienda interna de los panistas en febrero pasado.
Las opciones fueron el dos veces ex secretario general de Gobierno del estado, Fernando Guzmán Pérez Peláez; el ex secretario de Salud, Alonso Petersen, y el ex líder del PAN estatal, Hernán Cortés.
Ahora, al acercarse la elección, el PAN no despunta. Y la encuesta de EL UNIVERSAL difundida hoy da cuenta del desplazamiento al tercer lugar.
De acuerdo a ese ejercicio Sandoval obtendría 45% de los votos; Enrique Alfaro Ramírez, de Movimiento Ciudadano (MC), 30.1%, y Fernando Guzmán, del PAN, 16.7 % de los sufragios.
Raúl Octavio Espinoza, quien fuera secretario general de Gobierno al inicio de la primera administración panista, encabezada por Alberto Cárdenas Jiménez, admite la preocupación que priva en el PAN.
“Pensamos que el arrastre de Cárdenas Jiménez —quien tras ser el primer mandatario panista ahora es candidato a la alcaldía de Guadalajara— sería suficiente para crecer y ganar, pero no fue así”, dijo en entrevista.
Espinoza explica que esa postura es compartida por “la mayoría de los panistas”, pues no se trata sólo de las encuestas, sino de lo que los promotores del voto del PAN viven en las calles.
La propaganda de Guzmán “es rechazada por mucha gente”, refiere, contrario a lo que sostiene el coordinador de la campaña panista al gobierno del estado, Héctor Álvarez Contreras, quien ve un cierre de filas en torno a Guzmán Pérez Peláez y un triunfo seguro.
Lejos de este optimismo, Espinoza —operador de Cárdenas Jiménez— ha encabezado entre el panismo un llamado al voto útil en la entidad para asegurar el triunfo de su abanderada presidencial Josefina Vázquez Mota, y la victoria en alcaldías y diputaciones, pues considera un hecho que no habrá cuarto sexenio del PAN en el estado.
La alternativa, explica, es Enrique Alfaro, ex alcalde del municipio conurbado de Tlajomulco, y quien hasta ahora ha desplazado al panismo al tercer lugar electoral, “y sigue avanzando”.
Alfaro es un personaje bien visto por un sector del PAN, pues como edil del PRD e incluso antes, como diputado local de ese partido, mantuvo una relación cordial con el actual gobernador Emilio González y con sectores sociales y empresariales.
Esa es la alternativa porque Guzmán “no despunta”, insiste Espinoza.
“Es un carro viejo o para que mejor se entienda, ponchado que inclusive para empujarlo cuesta mucho trabajo y más si las cuatro llantas están tronadas”, dijo.
Además, de acuerdo a sus cifras, la candidatura al gobierno estatal podría afectar a otras.
“Debería apuntalar a otros candidatos pero no, está siendo un sobrepeso hacia abajo (y) a nuestra candidata a la Presidencia puede significarle 250 mil votos menos”, afirmó.
Espinoza, quien deslinda a Cárdenas Jiménez de esta estrategia del voto útil, sostiene la viabilidad de este plan que es rechazado por el coordinador de la campaña estatal, Álvarez Contreras.
Pero, como otros panistas, Álvarez Contreras —estratega de Guzmán— quien además siendo funcionario de gobierno trabajó cerca de Alfaro, reconoce en éste un buen abanderado, sólo que a futuro. “Para la próxima elección podría ser un buen candidato con muchas posibilidades de ganar”, dice en entrevista.
El ala de los panistas más conservadores la encabeza el mismo Guzmán Pérez Peláez, quien además de la candidatura al gobierno obtuvo para su grupo varias postulaciones a alcaldías y diputaciones locales, en lo que fue un proceso interno desgastante lleno de descalificaciones.
El ex líder del PAN local y ex edil de Tlaquepaque, Hernán Cortés, quien le disputó la candidatura, es considerado el exponente de la nueva generación del panismo jalisciense y sus colaboradores cercanos accedieron a la mayor parte de las candidaturas a cargos de elección popular locales y federales.
Por el contrario, los liderazgos de quienes han ocupado la gubernatura en la entidad Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez Acuña y el actual, Emilio González Márquez, quedaron reducidos.
Un candidato sin partido
Resultado de ese panorama en el PAN, en la disputa electoral entre éste y el PRI se ha metido Alfaro, postulado por Movimiento Ciudadano, que en 2009 ni siquiera alcanzó registro para ser considerado partido político en el estado.
Él opera desde la sede de la agrupación política local Alianza Ciudadana, donde tiene su casa de campaña.
Pero su campaña tiene más presencia en el estado incluso que la del PRD, a cuyo candidato, Fernando Garza, ya superó con creces en preferencias.
Además, debido a la casi nula estructura de MC, Alfaro Ramírez se presenta como candidato ciudadano.
Esa “es una fachada”, advierte el dirigente priísta en el estado, Eduardo Almaguer. “Así ocurrió con el PRD y el Grupo Universidad”, acusa.
Y es que Alfaro, cuyo padre fue rector de la Universidad de Guadalajara, Enrique Alfaro Anguiano, tiene su vida en todos sentidos vinculada a esa casa de estudios. Cuando en 1989 su padre dejó la rectoría, ésta fue asumida por Raúl Padilla López con el que tenía enfrentamientos. Ahora los dos Alfaros son sus adversarios.
“Él surge de la expresión política de la Universidad toda vez que su papá es ex rector… fue aliado de ellos y luego se pelean. De ahí viene el origen del conflicto, estuvo distanciado de ellos, luego hizo un acuerdo y se vuelve a pelear”, expone Eduardo Almaguer.
Alfaro mismo recuerda de esa época que supo que la Universidad es respetable, pero está controlada.
“Desde niño me inculcaron el respeto y amor por la Universidad y por eso quiero una Universidad libre”, dijo.
Sólo estudió hasta preparatoria en esa casa de estudios.
“El Grupo Universidad es un poder fáctico, yo nunca he participado con ese grupo aunque al haber contenido por el PRD en Tlajomulco se generó la expectativa”, dice Alfaro en entrevista.
La ruptura con esa que llama “mafia” fue en 2010, pero durante años ha habido disputa por el control del PRD entre el ahora candidato al gobierno estatal y el llamado Grupo Universidad.
En las elecciones internas de 2008 Alfaro apoyó a Alejandro Encinas a la dirigencia nacional, en contra de Jesús Ortega, de Nueva Izquierda, y quien a su vez recibió todo el respaldo de Padilla López.
En 2010 Alfaro fue relevado como líder de bancada del PRD por avalar el proyecto de presupuesto presentado ese año por el gobierno panista.
Aún así fue postulado para alcalde por el PRD y, una vez en el gobierno, denunció que el Grupo Universidad le pidió 60% de los cargos.
En ese entonces hubo denuncia pública, pero no fractura, pues siguió en las filas del sol azteca.
Las diferencias fueron por las candidaturas, apenas en marzo pasado.
“Frustra alianza de la izquierda”
Fernando Garza, aspirante perredista al gobierno local, asegura que Alfaro pretendía “heredar” Tlajomulco a gente cercana, y “que se desconociera a la dirigencia estatal con el argumento de estar dominados por la Universidad”.
En contraparte, Alfaro asegura que Padilla, “líder real” de ese partido, ya tenía planeado apoyar al priísta Sandoval, egresado de esa casa de estudios y a quien considera, por tanto, parte del Grupo Universidad.
Garza relata: “Alfaro decidió dejarnos de último minuto”.
El fin —dice— era frustrar la alianza de izquierdas, afectar a Andrés Manuel López Obrador y apoyar a Vázquez Mota.
“Alfaro y el PAN son aliados desde hace dos años y la muestra es la inversión estatal y federal en el ayuntamiento, que supera los 2 mil millones de pesos, más de 200% de su presupuesto”, asegura el dirigente del PRD local, Juan Carlos Guerrero Fausto.
El perredista explica así el supuesto “pacto de Enrique Alfaro con el panismo y al ultraderecha”.
Después, como edil, asegura el líder perredista, Alfaro “integró a funcionarios con filiación panista como el contralor y el responsable de obras públicas”
Por eso, para Guerrero Fausto el acuerdo PAN-Alfaro se confirmaría con el llamado al voto útil Alfaro-Josefina.
Las fichas se mueven intensamente en el estado, en el que continúan abiertas heridas políticas.
Carina García enviada, El Universal, 6 de junio.
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