Para los jóvenes en Facebook lo más importante son los amigos


Berlín, 31 de mayo. A papá suele irritarle que la hija se pase chateando durante horas o que el hijo no pare de meter fotos en Facebook. Le parece una pérdida de tiempo y, en todo caso, algo peligroso.
Pero las redes sociales son hoy en día parte inevitable de la vida cotidiana, aunque tampoco estén libres de riesgos.
Facebook da alas a la fantasía. Los inversionistas se disputaban las acciones cuando esta joven empresa salió a la bolsa, a finales de mayo.
Pero esta red social no sólo es disputada por los inversionistas, sino sobre todo por los usuarios. A los padres les inquieta el que sus hijos pasen más tiempo con Google+ y Facebook que con ellos. No llegan a comprender que los adolescentes prefieran verse allí en lugar de hacerlo personalmente. Pero las redes sociales son para los adolescentes ya algo común. Ya no se les puede sacar del dormitorio de los niños, dice Heinz Thiery, consejero de la Conferencia Alemana de Educación (BKE).
Los padres deben aceptarlo. Con prohibiciones no se llegará jamás a ganar esta batalla, subraya el educador. En todo caso, es importante que se ocupen del tema. Las redes sociales son para los jóvenes la forma más importante de uso de Internet, dice Tobías Arns, de la asociación informática Bitkom. Un alto porcentaje de jóvenes entre los 14 y los 29 años usan las redes sociales para comunicarse entre sí.
Las redes sociales resultan tan atractivas porque reúnen muchos recursos, dice Arns. Allí pueden verse fotos y películas, se recibe informaciones y se conversa con los amigos. Se puede enviar mensajes a amigos ya conocidos, pero también se puede contactar con otros que no se conocen aún. En una encuesta realizada por Bitkom, 82 por ciento en ese grupo de jóvenes recalcó que para ellos lo más importante es informarse sobre sus amigos.
Para los jóvenes, el uso de las redes sociales es algo completamente normal.Organizan su día de acuerdo con la red y la usan con la misma naturalidad que sus padres el teléfono, dice Arns.
Para un adulto ha sido siempre causa de malestar no entender lo que hacen sus niños, dice, y con razón, cuando los adolescentes de hoy son capaces de entrar en Internet mediante el teléfono inteligente. Tras ello se esconde el miedo a que el niño pueda deslizarse a un mundo virtual aparentemente peligroso.
Los padres deben saber que hay un riesgo, como en todas las cosas de la vida. Por esto las redes sociales no son recomendables para niños menores de 12 años, señala Heinz Thiery. Para ser miembro de Facebook, en todo caso, se requiere ser mayor de 13 años, aunque un adolescente pueda perfectamente falsear su fecha de nacimiento.
Thiery recomienda no poner en el perfil una foto verdadera o poner al menos una en que el niño no sea fácilmente identificable, pues la anonimidad protege. Se recomienda también cautela en los datos personales:Se puede mencionar la ciudad y la escuela, pero jamás el domicilio personal, advierte. Se puede también modificar el nombre para impedir que un extraño tenga la posibilidad de identificarlo.
Muchos jóvenes tampoco se percatan de los problemas que podrían tener cuando se trata de los derechos personales. Estos pueden ser lesionados, por ejemplo, cuando alguien hace con el teléfono móvil una foto de una chica de la escuela y la pone en Facebook sin su consentimiento; eso no es permisible.Algunos chicos creen que una foto que hayan hecho les pertenece y que pueden hacer con ella lo que quieran, dice Thiery. Pero Internet no es un espacio ausente de legalidad.
Esto tiene aún más validez cuando se trata del tan discutido derecho de propiedad intelectual. No se puede publicar sin más toda foto, todo texto o todo chiste. Por ejemplo, comete una violación del derecho de propiedad quien publica una imagen de una revista, señala Julian Höppner, abogado especializado en informática. Lo que no está aclarado es qué pasa cuando alguien comparte esa historieta en Facebook.
No obstante, la ley penaliza toda ofensa que se difunda contra una persona en una red social, aunque no es aconsejable recurrir de inmediato a la justicia. Los padres pueden plantear una acusación judicial, dice Höppner, especialmente cuando se trata de un hecho reiterado y se está ante un caso de mobbing. También un abogado puede echar mano del derecho civil contra el insulto y exigir que se prohíba su repetición en el futuro. Lo que no es seguro es si esto tiene un resultado positivo. El especialista recomienda más bien hablar con los padres del otro chico y tratar el problema en la escuela. La solución no está en recurrir a la justicia.
La Jornada, 1º de junio.

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