BUENOS AIRES.— Si la familia es la base de la sociedad, la familia venezolana llega a estas elecciones sumergida en una crisis absoluta. La polarización a lo largo de estos 14 años ha calado hondo y mantiene dividido al país entre chavismo y antichavismo.
Una antinomia que se replica en las sobremesas de cualquier casa del país. Esas dos Venezuelas vuelven a encontrarse, como lo hacen periódicamente, en las urnas. Aunque es el gobierno, y no el resto de las instituciones, el que lo controla casi todo. Catorce años después de la llegada del presidente Hugo Chávez al poder, Venezuela presenta una realidad que bien podría ser evaluada mediante el voto.
El país goza de una renta petrolera que excedió todas las previsiones, y que según los cálculos más serios le retribuyó a las arcas del país más de mil 690 mil millones de dólares desde 1999 a la fecha. Lo suficiente, en tiempo y en recursos, para que una obra de gobierno esté a la vista del mundo.
Sin embargo, en la Venezuela bolivariana, PDVSA, el gigante petrolero y soporte máximo del Estado y de la economía del país, multiplicó su deuda desde entonces, el pasivo externo venezolano no para de crecer, al igual que la inflación, la violencia se transforma en una constante y el déficit habitacional sigue sin resolverse, a pesar de las promesas en vísperas de cada elección. “Si un país no supera la polarización no puede encontrarse, y si no puede encontrarse no puede saber por dónde tiene que empezar a buscar soluciones a los problemas”, explica la historiadora Margarita López Maya, a pocos días de que ambos bandos se enfrenten en las elecciones presidenciales.
Lo que las dos Venezuelas tienen en común y comparten, a pesar de sus diferentes ópticas, es PDVSA, “la empresa de todos”, que en los últimos 35 días vio arder dos de sus refinerías, en lo que se pareció mucho a una profecía autocumplida de muchos de los técnicos e ingenieros separados de la firma en 2002, luego de la huelga petrolera de 72 días.
En 1998, PDVSA producía 3.2 millones de barriles diarios con 30 mil trabajadores y hoy saca al mercado cada 24 horas 2.7 millones de barriles con una plantilla de 90 mil trabajadores. “Si a esto se le suma la falta de mantenimiento y la deuda que creció exponencialmente, la situación es de gravedad”, explica Nélson Hernández, ex directivo de la petrolera.
La deuda de la petrolera era en 1998 de 4 mil millones de dólares, mientras que el pasivo actual ronda los 36 mil millones, sumado lo que los bonos emitidos por el Banco Central (BCV) y más de 7 mil millones por expropiaciones que aún no ha pagado. Sin olvidar que la empresa deriva más de 50 mil millones de dólares a las políticas sociales y a los subsidios al combustible para el consumo interno.
“Estos números tienen un marco de referencia que agrava la cosa, porque en el 98 el precio del barril era de 9.5 dólares y en el 2011 fue de 85 dólares, lo que demuestra que la administración es deficitaria”, opinó José Guerra, ex director del Banco Central y asesor económico del candidato Henrique Capriles.
Deuda de proporciones es también la externa, que asciende a los 160 mil millones de dólares, el equivalente al 40% del PIB, según se desprende de los datos del BCV. Un pasivo que al presidente Chávez, como a otros de sus colegas regionales, le gusta presentar con una base de la cotización oficial del dólar, lo que equivaldría sólo al 25% del PIB. Pero para desgracia de los venezolanos, la economía cotidiana se mueve con un tipo de cambio paralelo que asciende a 11 bolívares y no a 4.3, como reza en las pizarras oficiales.
Inflación, desabastecimiento, incremento de la importación de alimentos y hasta de gasolina para vehículos (en el país con las reservas petroleras más importantes del mundo), son algunos de los dramas que el venezolano de a pie sufre cotidianamente. Pero nada como la inseguridad y el déficit habitacional. Más de 19 mil homicidios en el 2011, según los datos del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), convierten al país en uno de los dos más violentos de la región y en donde sólo dos de cada 10 crímenes resultan investigados y juzgados, mientras uno solo recibe condena. Todo un ejemplo de impunidad.
“Venezuela es hoy el décimotercer país más violento del mundo y donde hay un fracaso absoluto de las políticas públicas para combatir la delincuencia y frenar la violencia”, sostiene Roberto Briceño León, de la OVV.
Mueren baleados dos políticos
Justo ayer, dos dirigentes políticos de la oposición murieron baleados, en un confuso incidente con presuntos miembros del oficialismo, en el occidental estado de Barinas durante un acto de cierre de campaña. Las víctimas fueron identificadas como Antonio Valero del partido Primero Justicia, donde milita Capriles, y Omar Ramos de Acción Democrática (AD).
Fue justamente la violencia uno de los temas más fuertes de la campaña, junto con el déficit habitacional. Una deuda social que viene desde la IV República y a la que el presidente Chávez suele recurrir con promesas en cada elección, aunque lo cierto es que en 12 años de la gestión bolivariana sólo se han construido 284 mil viviendas, según estudios privados, cuando para paliar el rojo en materia habitacional se necesitarían levantar 130 mil casas al año.
El gobierno asegura que hasta el 2017 construirá 2 millones de viviendas. “200 mil en el 2012 y 300 mil anuales entre el 2013 y 2017”, de acuerdo al plan del Ministerio de Vivienda, que ya incumplió la meta para el 2011, de 150 mil unidades. “Sólo se hicieron 25 mil”, de acuerdo a fuentes de la Cámara de la Construcción del sector.
Así llega Venezuela a las elecciones del próximo domingo. Polarizada, con grandes desafíos por delante y sin que la fabulosa renta petrolera se haya canalizado para resolver los problemas del país. Con encuestas encontradas, donde Chávez aparece en ventaja en la mayoría, mientras sólo la de Consultores 21, la misma que acertó el resultado de las parlamentarias del 2009, le da la victoria a Capriles. (Con información de Reuters)
José Vales corresponsal, El Universal, 30 de septiembre.