CARACAS.- Un día de campaña con Henrique Capriles es como un maratón con obstáculos. Hay que correr y saltar para sortear la embestida de miles de mujeres eufóricas que gritan "¡Flaquito, te amo!" y jóvenes enérgicos que se abren paso con los hombros para estrecharle la mano.
A donde va el hombre que aspira a derrotar al Presidente Hugo Chávez lo espera una masa compacta. Ha visitado 260 pueblos y está en su tercera vuelta al país. La gira se desarrolla en territorio chavista, en ciudades separadas por 400 kilómetros y unidas por un calor sofocante: Puerto Ordaz, en el estado Bolívar, y Puerto La Cruz, en Anzoátegui.
Ya en el aeropuerto de Bolívar, el candidato intenta mantener la sonrisa mientras es estrujado por fanáticos que amenazan con arrollar al que se atraviese y lo siguen como un enjambre a su autobús. Poco después inicia una caravana de 8 kilómetros hasta la zona popular de Unare.
"¡Qué bello! Tómame una foto con él", pide una chica a su novio frente a la camioneta donde el ex Gobernador saluda de pie a quienes se lanzan a la calle.
El pastelero que le acerca una bandeja de profiteroles, la enfermera que llora, el paralítico que lo sigue en silla de ruedas y las empleadas que dejan su trabajo para verlo, mientras se oye la canción "Cada vez son miles y miles que están Capriles", parecen parte de un espontáneo spot publicitario.
"Voy a votar por el cambio. Él ha marcado una diferencia con el pasado", dice Sheilly Piña, una estudiante de 18 años que no conoce más Presidente que Chávez.
"El Flaco", como lo apodan, llega a la meta. Se baja, desaparece en la multitud y trepa, ágil, en una tarima. Abajo, un periodista asiático que lo sigue se desvanece entre el gentío mientras una fan grita emocionada: "¡Lo toqué, lo toqué!".
Capriles se pone una chaqueta y una gorra de empresas estatales que le regalan dos empleados. Su discurso es concreto y sencillo. Promete satisfacer demandas sindicales y acabar con los apagones en Bolívar, donde está la mayor central hidroeléctrica del país.
La multitud ruge: "Se ve, se siente, Capriles Presidente". No tiene el dominio retórico de su rival, pero muestra un optimismo contagioso. "Hay algo en él, la seguridad, el aplomo, que uno le cree", dice Isabel Gómez, de 60 años.
El mitin culmina entre gritos de sus fans y un gesto pícaro de su parte: "No tengo dudas de que las mujeres me van a hacer el próximo Presidente". Al bajar, es engullido de nuevo por un remolino humano. Una hora más tarde está en Anzoátegui, con una camisa naranja, listo para repetir la rutina.
Su caravana recorre 10 kilómetros y atraviesa Tierra Adentro, un barrio pobre de calles sucias, donde todos salen a verlo. Hasta los chavistas, quienes se agrupan en algunas esquinas con banderas rojas, se ponen a bailar. Su mensaje pacifista parece haber calado.
La gente no se conforma con verlo pasar e improvisa una caminata que no deja de crecer pese a que llueve. "Queremos un cambio. ¿Qué va a ofrecer Chávez después de 14 años?", dicen dos hombres que marchan empapados.
Una chica pierde una sandalia y lo sigue descalza, una chavista se pone de puntillas para tomarle una foto y, en medio de esa euforia, camina sola una mujer muy triste. ¿Por qué sigue a Capriles? "Porque ya no se puede con la inseguridad. A mí me mataron a mi hijo", dice.
Con la tasa de homicidios más alta de Sudamérica, no extraña que las demandas más repetidas sean seguridad y cambio. "Me gusta cómo se expresa. Queremos paz. Lo que estamos viviendo aquí es bien feo", comenta otra mujer.
Ya en el mitin, en una calle repleta, Capriles reta a su rival a debatir sus propuestas, "una horita en cadena nacional". Y la gente corea: "Chávez tiene miedo". Cae la noche y el candidato se despide mientras sus seguidores cantan su rap de campaña: "Ese flaquito que une a la gente, ese flaquito será Presidente".
Cristina Marcano, Reforma, 28 de septiembre.
Flecha Capriles a simpatizantes
Venezuela Medios México viernes, 28 de septiembre de 2012 0 comentarios
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