'Yo no sabía lo que era la migración'

TLAXCALA.- "Yo no sabía qué era la migración hasta el momento en que mi hijo me dijo que se iba a Estados Unidos. En ese momento supe que no iba a regresar nunca, que lo iba a perder".

De 65 años de edad, Lucía es una de las mujeres que habita en la comunidad indígena San Francisco Tetlanohcan.

A principios de los 90 enviudó y quedó a cargo de cinco hijos; tres estudiaban la educación básica y dos aún eran de brazos.

Con la venta de plantas, antojitos, ropa, zapatos y haciendo labores domésticas en el DF, la mujer sostuvo por un tiempo a la familia hasta que su único hijo hombre le dijo que partiría hacia EU.

Así, el 18 de junio de 1995, con ahorros de su madre y dinero prestado, su hijo Eduardo abandonó la comunidad, llegó a la frontera, cruzó el desierto y entró al extranjero como "un pordiosero", relata Lucía.

Al principio, la discriminación y el no hablar el idioma le cerraron las puertas laborales.

"Él maldecía el país, y decía 'dónde quiera me rechazan, no me quieren recibir porque no hablo inglés'. Lloramos un año y dijo: 'déjame trabajar para mi vuelo, yo ya me voy de este pinche país'".

La frase no se ha hecho realidad y tres años después, su hija Elsa también emigró.

Lejos de sus hijos, Lucía aceptó participar en las pláticas y obras de teatro en Cafami.

Varias veces estuvo a punto de desertar, hasta que un día les llegó la noticia, en 2008, de que se presentarían en EU.

"El pretexto mayor era ir a ver a los hijos y no importaría lo que hiciéramos o lo que nos mandaran a hacer, no me importó. Yo estaba mal de las rodillas, pero mal, no podía caminar, pues le juro que se me quitó el dolor para bailar, para brincar, para echarle ganas porque iba a ver a mis hijos. No me importaba si se me rompía la rodilla de coraje y de felicidad", expresa Lucía.

El viaje le permitió convivir con sus hijos y conocer a su nieta de un año de edad.

"Llegué al aeropuerto John F. Kennedy y cuando salí allí estaba mi hija (...). Todo estuvo muy bonito. Me gusta aquel país sólo porque voy a ver a mis hijos. Que dicen, vamos a Manhattan, vamos a la Estatua de la Libertad, vamos a San Patricio, ¡pues vamos!, con tal de estar con ellos".

Henia Prado, Reforma, 4 de agosto.

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