Un fracaso, la renovación parcial del Instituto Federal Electoral: ex consejeros


Concebido como un proceso para conjugar experiencia y renovación de cargos en la autoridad que norma los comicios, el nombramiento escalonado de consejeros del Instituto Federal Electoral se ha convertido en un esquema de negociación política, donde lo que menos importa ha sido darle estabilidad al organismo y a los procesos respectivos. Desde que se instrumentó la renovación parcial sólo uno de cuatro procesos ha concluido en los plazos legales fijados por la Cámara de Diputados.
Inmerso ya en otra convocatoria para elegir consejeros, las negociaciones de cuotas partidistas, asociadas a reformas tanto electoral como de otra índole, han terminado por “restarle legitimidad a las decisiones” del IFE, advierte la ex consejera Lourdes López.
La renovación escalonada “”sólo ha aumentado el comportamiento oportunista en la negociación, donde lo que menos importa es dotar de estabilidad al organismo y pugnar por una mejor eficiencia en los procesos electorales”, sostiene.
Para el consejero Alfredo Figueroa “el nombramiento escalonado en el IFE que decidió la Cámara de Diputados en 2008 ha fracasado y esto no le viene bien al instituto ni a la democracia. Tampoco ayuda a la autonomía, porque si las determinaciones están asociadas a qué decide la autoridad y cómo influyo en ella, lo que hace es ir en sentido contrario a la independencia”.
Con excepción del consejo que encabezó José Woldenberg, que preveía la sustitución por una lista de prelación, los siguientes, presididos por Luis Carlos Ugalde y Leonardo Valdés, han concluido incompletos. Aunque en ambos casos se les ha asociado a reformas electorales, no se ha respetado la inamovilidad de consejeros (caso Ugalde) y ahora pende la posible negociación de remover a los cuatro que no han concluido su gestión.
Tanto en 2007 como en 2013 las reformas electorales han formado parte del entorno de la operación de un IFE incompleto, pero en ambos casos la negociación se ha vinculado al debate de otras reformas. En 2007, dijo López, con la remoción de consejeros se buscaba mantener en la negociación a la izquierda, inconforme con los comicios de 2006.
En su momento, Ugalde cuestionó a los partidos por poner en riesgo la estabilidad del IFE y minar su autonomía con la remoción de consejeros a cambio de una reforma fiscal.
La remoción se concretó en el contexto de una ambiciosa reforma electoral que pasaba por la salida parcial de consejeros como condición de la izquierda para negociar.
En 2010, la Cámara de Diputados tardó 13 meses en sustituir a tres consejeros, lleva casi nueve meses sin designar al sustituto de Sergio García Ramírez e inició otro proceso de negociación para designar a cuatro, en el contexto de la incertidumbre que provoca una posible nueva reforma electoral, que podría derivar en la remoción de los cuatro consejeros que aún tienen mandato.
Con independencia de las negociaciones, los nombramientos escalonados han repercutido en forma negativa en la operación del IFE, advierte Figueroa, porque hay un desfasamiento en cuanto a la toma de decisiones. Un claro ejemplo de lo anterior fue la última renovación, locurrida 13 meses después, porque los tres consejeros que se incorporaron lo hicieron cuando ya había comenzado el proceso electoral, en “un tren en marcha”, donde gran parte de las decisiones ya estaban tomadas.
Si la renovación parcial ya demostró su inoperancia, hay que modificarla y reintroducir la lista de suplentes para cuando haya una ausencia definitiva, sobre la base de elegir en un mismo momento todo el consejo. En su caso, habría que fortalecer la rendición de cuentas de los consejeros por si hay objeciones sobre su desempeño. Si lo que se requiere es recuperar la experiencia, debe posibilitarse la relección, consideró.
Para la ex consejera Lourdes López la situación es clara: “lo que era un procedimiento virtuoso para darle estabilidad al IFE en la renovación de consejeros y evitar la curva de aprendizaje, ha terminado por golpear al propio instituto y ha minado aún más una estructura que tiene más de 20 años y que requeriría de cambios para una mayor eficiencia administrativa”.
Si de por sí el IFE enfrenta una compleja operación que obligaría a una transformación que le diera mayor gobernabilidad institucional, pretender transformarlo en instituto nacional electoral sólo conformaría “un monstruo ingobernable”, por sus dimensiones y centralización, advirtió .
Para el ex consejero Marco Antonio Gómez Alcántar el sometimiento a estas tensiones no necesariamente debe escandalizarnos; de hecho, la transformación del IFE siempre ha estado vinculada a coyunturas conflictivas. “Es reprobable que la Cámara de Diputados incumpla su responsabilidad, sin duda. No es el mejor escenario, pero en este momento se discute una nueva reforma que puede hacer avanzar nuestra democracia”.
Consideró que en estos momentos no ha habido una vulneración importante al trabajo del IFE porque no hay un proceso electoral en curso o inminente, pero aun cuando el consejo permanezca incompleto, la “sólida estructura del instituto es capaz de mantener su operación”.

Alonso Urrutia, La Jornada, 30 de octubre.

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