Llegan a EU quejas por abusos militares

Los presuntos abusos de militares parecen haber alcanzado ya a los ciudadanos estadounidenses.

El caso de una presunta "siembra" de mariguana en una camioneta en la que viajaban dos personas originarias de EU fue abordado el fin de semana por el diario The Wall Street Journal, en un artículo del periodista Nicholas Casey.

"Dos estadounidenses regresaban a El Paso, Texas, en una camioneta en diciembre pasado después de una tarde al otro lado de la frontera en Ciudad Juárez. A unas cuadras de la frontera, fueron rodeados por camionetas del Ejército mexicano y sacados de su Dodge Ram.

"El Ejército mexicano señala que encontró dos maletas llenas de mariguana en la cabina de la camioneta pickup. Más tarde, dos soldados testificaron que llevaron a los dos estadounidenses a un recinto militar en las afueras de la ciudad, los interrogaron brevemente, luego los entregaron a las autoridades civiles. Los estadounidenses fueron acusados de posesión de mariguana con la intención de venderla", decía el inicio del artículo.

Shohn Huckabee, de 23 años, y Carlos Quijas, de 36, son los protagonistas del caso. Ambos, actualmente, se encuentran presos en una cárcel de Ciudad Juárez.

Pero Shohn y Carlos aseguran que fueron los militares quienes colocaron la droga en la camioneta y afirman que fueron objeto de tortura.

El artículo subraya que en lo que va del sexenio del Presidente Felipe Calderón, el crimen organizado se ha cobrado más de 25 mil vidas, y que han aumentado las quejas sobre los maltratos de las fuerzas federales a los detenidos.

"Creo que lo que me hicieron fue tortura", externó Huckabee en una entrevista. "Cuando no contesté sus preguntas, me dieron choques eléctricos con un alambre que yo tenía en las manos. Todo el cuerpo se me congeló. El dolor pasó de soportable a un punto en que ni siquiera podía hablar".

El texto establece que The Wall Street Journal recibió respuestas negativas a sus solicitudes de entrevistas con representantes del Ejército y el Presidente.

"Negamos categóricamente que los soldados usen estos métodos, y afirmamos que sus acciones están en total apego a la ley", indicó la Sedena brevemente en una respuesta escrita.

Pero el diario, en su reportaje, rescata los casos de nueve residentes de Ciudad Juárez encarcelados tras asegurar que fueron objeto de abusos.

"Un operador de montacargas de 33 años dijo que le apuntaron un arma de fuego a la cabeza y le dijeron que lo matarían durante un interrogatorio de 48 horas. Dos hermanos, de 53 y 56 años, afirmaron que militares les colocaron bolsas de plástico sobre la cabeza, les administraron choques eléctricos y montaron ejecuciones simuladas. Un albañil de 25 años dijo que soldados utilizaron una pistola de impulsos eléctricos Taser para administrarle descargas eléctricas a los testículos. Un ganadero diabético de 54 años afirmó que le vendaron los ojos, lo golpearon y le dieron descargas eléctricas en los testículos, los codos y las manos. Le mostró unas cicatrices a un reportero", decía el reportaje.

Huckabee creció en El Paso, y no tenía antecedentes por crimen organizado, sólo alguna vez fue acusado por manejar a exceso de velocidad y otra por dumping ilegal.

Nunca por algo relacionado con las drogas.

El 18 de diciembre pasado, "Huckabee terminó su trabajo a mediodía y se preparó para dirigirse a Ciudad Juárez a fin de llevar la camioneta pickup de su padre para unas reparaciones a bajo costo, afirman él y su padre. Lo acompañaba Quijas, quien indica que le había pedido a Huckabee que lo llevara al otro lado de la frontera para visitar a su abuelo enfermo.

"Huckabee menciona que dejó a Quijas alrededor de las 13:00 horas, luego se enfiló a un taller mecánico y esperó allí. Las reparaciones se terminaron alrededor del atardecer, cerca de las 17:00 horas, según un mecánico que hizo el trabajo", contó.

Luego, la publicación establece que ambos se encontraron en la calle Abraham Lincoln, cerca del Puente de las Américas.

"A alrededor de las 18:40 horas, aseguran los dos, pasaban Los Caballos, conocido monumento de caballos corriendo, cuando su vehículo fue rodeado por tres camionetas militares mexicanas.

"'Nos agarraron y los echaron debajo de una banca" en la parte trasera de una camioneta'", contó Huckabee.

Luego, les cubrieron el rostro con las camisas y los llevaron a un recinto militar, a una media hora de camino.

Ambos fueron interrogados por separado, golpeados y sometidos a descargas eléctricas.

Versiones de los acusados y de revisiones médicas, dan fe de las agresiones a las que habrían sido sometidos.

"Testimonios de tres testigos mexicanos en el lugar de los hechos -personas que aseguraron no conocer a los estadounidenses- contradijeron la versión del Ejército de lo sucedido. José Antonio Bujanda, de 21 años, le indicó al tribunal el 26 de febrero que vio a soldados parar a Huckabee y Quijas mientras lavaba las ventanillas de autos que hacían fila para cruzar el puente hacia Texas. Dijo que vio a soldados colocar las maletas en la Dodge Ram gris de Huckabee. Los dos soldados fueron a su propia camioneta. Los vi sacar dos maletas, luego ponerlas en la camioneta gris", dijo, según la publicación.

Abraham Antero Torres, vendedor de dulces de 19 años, lo secundó.

"El tercer testigo, Fernando Monsiváis, que también lava ventanillas, le dijo al tribunal: 'Los soldados pusieron las maletas en la camioneta, la camioneta de los jóvenes'".

Luego, el artículo establece que el primer testigo fue asesinado el pasado 2 de julio y que a los otros dos ha sido imposible localizarlos.

Hace referencia también a un dicho de Gustavo de la Rosa, el ombudsman de la oficina estatal de derechos humanos en Ciudad Juárez, quien considera viable que un pariente mexicano de Quijas, es involucrado con el narco, e incluso señala que "si los soldados confundieron a Quijas con su familiar, no necesariamente estarían dispuestos a ponerlo en libertad al descubrir su verdadera identidad. Lograr la condena, dice, socavaría potenciales quejas de los dos hombres sobre maltrato".

Pero el Ejército desechó esa probable teoría y garantizó que no existe confusión alguna sobre la identidad de los hombres.

"Mientras esperan un veredicto, los dos estadounidenses comparten una celda con cuatro presos más en el segundo piso del Centro de Readaptación Social de Ciudad Juárez.

"La hacinada cárcel aloja a algunos hombres peligrosos. En junio, miembros de pandillas dispararon contra tres empleados de la prisión.

"Uno de sus abogados recibió un impacto de bala y quedó herido en mayo, mientras se salía de la fiscalía", concluye el artículo de The Wall Street Journal.

Traducción: José de Córdoba.




Año rojo

El saldo de Ciudad Juárez durante el 2010:

1,221 ejecuciones.

33 torturados.

10 decapitados.

8 con narcomensaje.
Reforma, 19 de julio.

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