Hablar de desigualdad significa que mujeres y hombres enfrentan diferentes condiciones sociales, culturales y económicas, las cuales están relacionadas con el actual modelo de desarrollo que ha profundizado la marginación y la pobreza.
La asesora principal en Género del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Itzá Castañeda Camey, expuso que este telón de fondo revela que las condiciones de exclusión de muchas mujeres rurales y urbanas las hace estar más expuestas a los efectos del cambio climático.
Opinó que las profundas desigualdades son causadas por diversos factores, entre estos: la carga de trabajo, los bajos salarios, la violencia sistemática, la poca participación en la toma de decisiones y las limitaciones en el acceso a los recursos productivos.
Investigaciones de la Alianza Global de Género y Cambio Climático (GGCA, por sus siglas en inglés) han comprobado que las mujeres viven de forma diferenciada los efectos del cambio climático.
Casi 80 por ciento de las muertes en el Tsunami de Asia fueron mujeres, pese a ello, la ayuda para la recuperación, en muchos casos, sólo fue para hombres jefes de hogar, debido a que ellas no eran propietarias de la tierra, citó.
La mayoría de las víctimas del huracán Katrina, en Estados Unidos fueron mujeres afro-americanas, así como sus hijas e hijos. Las recientes inundaciones en Veracruz dejaron a muchas mujeres jefas de familia sin casa, incrementando su pobreza patrimonial.
Castañeda Camey destacó que el tema de cambio climático y desigualdad de género, está muy vinculado con otras crisis como la del agua, los alimentos, la energía y la salud.
Ello, porque dichos problemas de impacto mundial generan otros como sequía, desertificación y contaminación de los recursos hídricos, lo cual disminuye el acceso al agua e implica más tiempo para colectar, almacenar, tratar y distribuir este líquido vital, una tarea que históricamente ha sido de las mujeres.
Además de los problemas hídricos, se prevé que “el cambio climático reducirá el rendimiento de las cosechas y la producción de alimentos en algunas regiones, particularmente en los trópicos”, un tema preocupante, ya que afecta la seguridad alimentaria.
Información del PNUD revela que las mujeres tienen los conocimientos necesarios para el mantenimiento de la biodiversidad, a través de la conservación y la domesticación de semillas de plantas silvestres comestibles, pero “hay que recuperar sus saberes y conocimientos”.
Con relación a la energía, el alto consumo de ésta no es homogéneo, y se relaciona con el poder adquisitivo de las personas. Por ello la especialista señala que la equidad y justicia en las negociaciones internacionales es fundamental para lograr una transición a sistemas energéticos sustentables y accesibles para todas y todos.
Precisa que mujeres y hombres tienen diferentes responsabilidades en la gestión de los recursos forestales, debido a que tienen papeles distintos en la siembra, protección y cuidado de las plantas y viveros.
Las mujeres están más presentes en la reforestación y deforestación porque la migración masculina ha hecho que ellas sean las encargadas de estas tareas pese a no ser propietarias de la tierra, afirma.
Consideró que en las próximas negociaciones en la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP-16) se deberá posicionar la desigualdad de género como un tema de desarrollo y por ende de la agenda climática.
Existen innumerables mandatos globales que demandan la incorporación de la perspectiva de género en las discusiones relacionadas al cambio climático y su gobernanza, esto incluye los instrumentos que tienen que ver con derechos humanos, igualdad de género, desarrollo sostenible y ambiente, y reducción del riesgo de desastres.
Castañeda Camey refiere que dado que las mujeres desempeñan un papel importante en estrategias como la llamada Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques, se debe asegurar que dichas acciones cumplan con los acuerdos internacionales y nacionales sobre equidad e igualdad de género.
Es prioridad que incluyan la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), con lo cual se aseguraría su participación en los procesos de elaboración de políticas públicas, dijo.
Igualmente, es necesario generar herramientas y metodologías para transversalizar el género en las iniciativas de cambio climático a nivel nacional, regional e internacional (políticas públicas).
Una recomendación viable es asegurar que todos los mecanismos de financiamiento e instrumentos asociados con el cambio climático incluyan el empoderamiento de las mujeres en todas las etapas, desde el diseño, la implementación y el monitoreo, hasta la evaluación.
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Anayeli García Martínez, Milenio, 14 de noviembre.
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