“Quise cruzar para ver a mi mamá”

PACHUCA.- José Juan tiene 15 años. A su edad ya intentó cruzar solo a los Estados Unidos. Noches de frío y de intenso calor, soledad y miedo fueron sus acompañantes durante casi un mes. En su mente, dice, sólo tenía un objetivo: ver a su mamá en Atlanta.

José Juan, como muchos niños del Valle del Mezquital, tiene una familia dividida debido a la migración. Cuenta que su madre decidió un día abandonar su casa, en el municipio de Ixmiquilpan. “Yo sólo sé lo que me cuentan mis abuelos; a mí, mi mamá me dejó con ellos cuando tenía un año y medio, se fue a Estados Unidos para mantenernos, pero ya no regresó”, cuenta.

“La extrañaba y quería verla, sólo esperaba crecer para poder alcanzarla”. Durante los 13 años y medio que pasó al cuidado de sus abuelos sólo en dos ocasiones pudo ver a su mamá. Cuando cumplió 15 sintió que su gran sueño estaba por ser alcanzado.

Una noche imaginó recorrer los cientos de kilómetros a la frontera y en junio al fin lo decidió. “Cuando amaneció le dije a mi abuelo que me iba. Me dijeron que no, que era peligroso, pero yo quería alcanzar a mi mamá, y con la ayuda de mi familia me fui”.

Fueron ocho días desde su pueblo, en el Valle del Mezquital, hasta Nogales. “Sí tenía miedo porque no llegué luego a Nogales; fueron varias ciudades y cuando ya llegue allá, pues busqué cómo pasar”. En su búsqueda, José Juan encontró a un grupo de migrantes con quienes intentó cruzar la frontera.

Todos contrataron los servicios de un pollero, que les prometió llevarlos “del otro lado” por el desierto.

Días de caminata y varios intentos que acabaron todos en un fracaso. “No podíamos cruzar; siempre nos regresábamos por la patrulla”.

A José Juan, como a muchos migrantes, el dinero se le acabó. “Sólo guardaba algo por si tenía que regresarme. Para comer, pedía en la calle o lo que mis compañeros del grupo podían darme”.

Durante 15 días de intentos y fracasos, con la preocupación de sus abuelos a cuestas, José Juan decidió regresar a su pueblo y volver a la escuela que había abandonado.

A dos meses de su travesía por la frontera, ahora tiene otro sueño: ingresar a las Fuerzas Armadas. “Quiero ser un gran cadete y para eso voy a estudiar mucho”.

Dinorah Mota corresponsal, El Universal, 7 de septiembre.