Las medallas de Uribe

Al presidente de Colombia no le faltan en los últimos tiempos medallas que colgarse. El pasado martes 13, su amigo George W. Bush le puso una. Nada menos que la Medalla de la Libertad, que es la máxima condecoración que el gobierno de EU otorga a un civil.



En julio del año pasado se colgó otra llamada “Operación Jaque”, que le supuso llegar a la cima de su popularidad tanto dentro como fuera de Colombia. Consistió en la liberación de Íngrid Betancourt y de otros 14 rehenes, entre ellos tres estadounidenses, de manos de la mayor guerrilla colombiana: las FARC. Una parte no pequeña del éxito de esa operación radicó en que se hizo sin disparar un sólo tiro y sin derramar sangre.

El combate a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia es el campo en el que Uribe ha tenido mayores logros en los dos mandatos de su presidencia. Un éxito que ha hecho olvidar otros escándalos como el ataque a un campamento de las FARC en Ecuador, en el que murieron el jefe guerrillero Raúl Reyes y otras 15 personas, entre ellas cuatro mexicanos y resultó herida la también mexicana Lucía Morett. O como el asesinato de civiles a manos de militares que los presentaron como irregulares muertos en combate, un asunto que motivó la renuncia del comandante del Ejército.

También se ha olvidado en Estados Unidos un informe de la inteligencia militar de ese país, que en 1991 describía a Uribe como alguien que “ha trabajado para el cártel de Medellín y es amigo cercano de Pablo Escobar”, el más poderoso narcotraficante en la historia de Colombia. Informe que reveló en 2004 la revista Newsweek y en el que la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa de EU ubicaba a Uribe como un “político y senador que colabora con el cártel de Medellín en niveles superiores de gobierno” y que “está relacionado con negocios de narcotráfico en Estados Unidos”.

Pero la política de extradiciones a EU de presuntos narcotraficantes emprendida por las administraciones de Uribe ha hecho que ese documento quede en el olvido, mientras que Uribe se ha convertido en el principal aliado de EU en Sudamérica. “Es probablemente uno de los presidentes más proestadounidenses que ha habido en toda la historia de América Latina”, le dijo Adam Isacson, del Centro para Política Internacional de Washington, a Newsweek.

Algunos atribuyen la obsesión de Uribe por acabar con las FARC en una guerra a que su padre, Álvaro Uribe Sierra, fue asesinado por la guerrilla en 1983, al resistirse a un intento de secuestro.

Como quiera que sea, el descabezamiento de las FARC el año pasado —cuando sus principales dirigentes murieron en combate, fueron asesinados o cuya salud no resistió el asedio del ejército y sucumbieron, como es el caso del legendario Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda o Tirofijo—, le ha supuesto a Uribe una enorme popularidad que ha impulsado su intención de reelegirse para un tercer mandato. Intento que por el momento se ve opacado por presuntos vicios en el proceso para convocar a un referéndum que modifique la Constitución y valide una segunda reelección consecutiva.

Gerardo Jiménez, El Universal, 15 de enero.


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