Para esta mujer, madre de dos niños de 11 y 9 años de edad, lograr la autosuficiencia también le ayudará a convencer a su esposo, Rubén, de que desista de irse a Estados Unidos.
Viven en la comunidad de Chacalapa, en la Costa Chica de Oaxaca, donde el signo distintivo es la pobreza. Las principales y casi únicas fuentes de ingresos son la albañilería, la cosecha de limón y algunos otros frutos, pero no siempre hay trabajo y tampoco es bien pagado.
“Podemos ganar 150 pesos al día como albañil o entre ocho y 15 pesos por cada caja de limón que llenamos, según esté el precio”. También tienen Oportunidades con las becas para los niños en edad escolar y los suplementos alimenticios, pero no es suficiente, dice Angelina, porque también “necesitamos vestirnos, pagar pasajes para salir cuando nos enfermamos y aquí no está el doctor”. La ciudad más cercana es Puerto Escondido, y está a más de hora y media por caminos de terracería y carretera.
Por eso Rubén se desespera. “De su cuenta ya se habría ido, pero yo prefiero que estemos juntos. Nos tocó ser pobres y aquí, juntos, vamos a sacar adelante a los hijos”, asegura Angelina.
La batalla por convencer a su marido es constante y difícil, porque en Chacalapa la mitad de sus habitantes ha migrado. Aunque las viviendas están dispersas en la montaña, es evidente el abandono en que muchas se encuentran.
En busca de opciones
De quienes permanecen, algunos, principalmente mujeres, han buscado opciones, como la creación de alguna empresa social y comunitaria que les permita algo más que sobrevivir. Para ello, han aprovechado la experiencia acumulada en el proyecto que realizaron para abatir la desnutrición infantil.
La deficiencia nutrimental, que hace 10 años afectaba a 85 por ciento de los infantes en edad escolar, se ha reducido a 4 por ciento. Prácticamente ha desaparecido la desnutrición grave, explica Silvia Diez-Urdanivia, coordinadora del área de Nutrición y Alimentación del Centro de Capacitación Integral para Promotores Comunitarios (Ceciproc), organismo dependiente del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN) Salvador Zubirán.
La especialista señala que durante este tiempo –llegó a la zona poco después del huracán Paulina– ha colaborado con las mujeres en los centros de nutrición, construidos con el apoyo de diversos organismos.
Desde 2005 los patrocina Grupo Herdez para dar continuidad al trabajo que se lleva a cabo para mejorar la calidad de la dieta de la población y avanzar hacia la creación de empresas sociales, como rosticerías, panaderías, producción de medicinas tradicionales, frutas en conserva o chiles en vinagre.
Mujeres de Chacalapa y otras siete localidades de la Costa Chica y Sierra Norte de Oaxaca participan en estos proyectos. Sin embargo, dice Alberto Ysunza –responsable de la estrategia y jefe del Departamento de Estudios Experimentales y Rurales del INCMN–, a pesar de los beneficios comprobados de este tipo de acciones, la mayoría de las personas “se conforma con las becas y suplementos alimenticios de Oportunidades. ‘Para qué voy a trabajar’, dicen”.
Y es que participar en los proyectos de Herdez Nutre, efectivamente, implica trabajar: desde asistir a la capacitación para el mejor aprovechamiento de los alimentos disponibles en la comunidad, su preparación e incluso en la producción de hortalizas.
Todavía más, debido a la carencia de drenaje y la escasez de agua, los especialistas de Ceciproc han impulsado la instalación de sanitarios ecológicos, con los cuales se logran dos objetivos: abasto de fertilizante orgánico para los huertos familiares y reducción de la contaminación ambiental, la cual es causante de infecciones gastrointestinales que afectan principalmente a la infancia.
Ysunza reconoce que la operación de los sanitarios ecológicos implica trabajo, pero los beneficios se reflejan en cultivos de frutas y verduras totalmente naturales (sin agroquímicos) y nutritivas, así como la reducción de diarreas y otras afecciones derivadas de la ausencia de servicios básicos en la comunidad.
Asegura que 4 por ciento de la desnutrición infantil todavía existente en esta zona oaxaqueña no desaparecerá mientras persistan las causas estructurales de la pobreza, entre otras la falta de servicios básicos (drenaje, agua potable). “De nada sirve que coman bien si no se pueden lavar las manos o están expuestos a la contaminación ambiental por la carencia de letrinas o sanitarios ecológicos”. Esto es lo que prevalece en la mayoría de las comunidades pobres e indígenas del país.
Ysunza también resalta la afectación que sufrirá el maíz, principal alimento de estas poblaciones, con la autorización para la siembra experimental de semilla transgénica.
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