Tras el fracaso de la cumbre de Copenhague, donde no se pudo generar un acuerdo vinculante en la materia por las posiciones encontradas de los países miembros de las conferencias, México, en su calidad de presidente de la Cop16, ha decidido mantener una actitud prudente sobre los consensos que se pueden alcanzar a finales de año, sabedor de que persisten las diferencias.
En entrevista con La Jornada, Fernando Tudela, subsecretario de planeación de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), explicó así la decisión: “No queremos elevar artificialmente las expectativas como pasó en Copenhague, ya que eso fue un error”. Incluso cuestionó el eslogan que se utilizó en la conferencia del año pasado, “Firma el arreglo”, y preguntó: “¿pues cuál arreglo?”
Como parte de la delegación mexicana que estuvo presente en la reunión de Dinamarca de 2009, explicó que en aquella ocasión se crearon expectativas que no eran realistas ni correspondían al estado de la negociación. Cuando se vio que el dialogo no desembocaría en un acuerdo jurídicamente vinculante (particularmente sobre el tema de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero), se sustituyó por un proceso paralelo de negociación sin conexión con el otro, que se dejó en manos de algunos jefes de Estado.
Pero eso generó que algunos países, como los que integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (Alba), se sintieran desplazados e ignorados. Todo esto hizo de la conferencia de Copenhague (Cop15) la más conflictiva y desagradable en tres lustros, enfatizó.
El año pasado, los países miembros de la conferencia tomaron conocimiento del objetivo de limitar en dos grados el calentamiento global, porque sería catastrófico para el ser humano y la naturaleza un aumento mayor; decidieron reducir emisiones de gases de efecto invernadero para 2020, que los países industrializados aporten a los que están en desarrollo un total de 30 mil millones de dólares entre 2010 y 2012, para ayudarlos a enfrentar el cambio climático; que las naciones emergentes permitieran análisis internacionales de las actividades que realizan para proteger el medio ambiente, aunque tomando en cuenta sus prioridades, y destinar fondos para evitar la deforestación, sin precisar de donde saldrían.
A más de 10 meses del frustrante evento, Tudela dijo que, de frente a Cancún, se busca corregir el proceso de negociación, porque lo que está en juego en las conferencias de noviembre próximo no sólo es el cambio climático, sino el Sistema de Naciones Unidas. “¿Puede resolver problemas de la complejidad de la que estamos hablando? Mucha gente es escéptica y piensa que el sistema no los puede manejar. Otros decimos: hay que hacerlos manejables.”
Entre las medidas que ha puesto en marcha el gobierno mexicano para mejorar el proceso de negociación se encuentra, en primer lugar, la inclusión de la Secretaría de Relaciones Exteriores como cabeza del proceso de diálogo, en lugar de la Secretaría del Medio Ambiente, dependencia encargada del tema.
Fuentes de la cancillería mexicana explicaron que se decidió incluir a esta dependencia por la complejidad del tema y porque se trata de un asunto de carácter político, en el que están involucrados múltiples intereses que van más allá de la ecología.
Otra decisión que se ha tomado es no invitar a jefes de Estado y mantener las conferencias a nivel ministerial, pues en Copenhague se demostró que la presencia de los primeros no ayudó a destrabar la negociación, y en cambio coadyuvó en la generación de expectativas muy altas, que se vieron frustradas.
Pero si algún presidente o jefe de Estado decide acudir a Cancún, fuentes de la Secretaría de Relaciones Exteriores resaltaron que se le dará la bienvenida. “No les vamos a cerrar las puertas”, puntualizaron, y consideraron que podrían acudir los mandatarios de Brasil, Venezuela, Bolivia o Ecuador, es decir, los que integran la Alba, quienes han mostrado mucho interés en el tema.
El subsecretario de planeación de la Semarnat detalló que la diplomacia mexicana ha puesto en marcha todos los mecanismos de consultas paralelas informales imaginables, con el fin de escuchar a todos los países y no excluir a nadie. Recordó que todos los grupos de naciones involucradas en la negociación tienen campos de interés que no coinciden entre sí.
Tudela señaló que se apuesta a que el mecanismo de negociación dé sus frutos, pero reconoció que no hay ninguna garantía de ello. “Nadie quiere soltar sus cartas y probablemente el desenlace de Cancún se va a jugar en las últimas horas de las conferencias”, culminó.
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