Colombia: la paz al alcance de la mano


BOGOTÁ.— El gobierno colombiano iniciará el mes próximo en la capital de Noruega un proceso de negociaciones con las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en una coyuntura que diferentes sectores del país catalogan de propicia para lograr un acuerdo de paz, por el convencimiento de las partes de que el conflicto armado interno que vive este país desde hace 48 años no tiene una solución militar.
“Ni el gobierno puede derrotar a las FARC, a pesar de los severos golpes que le ha dado a esa guerrilla en los últimos años, ni las FARC pueden tomar el poder por la vía armada. Ambas partes están conscientes de esa realidad”, dijo la directora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes (Uniandes), Angelika Rettberg, a EL UNIVERSAL.
La estrategia de seguridad instrumentada durante la última década por los presidentes Juan Manuel Santos, y su antecesor, Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), diezmó a tal punto a la guerrilla de las FARC que, según estimaciones de los organismos de seguridad, entre 1999 y 2012 sus combatientes pasaron de 24 mil a 8 mil. Los efectivos de las Fuerzas Armadas y la policía crecieron en cambio en cerca de un 50%, al pasar de 291 mil 316 a 431 mil 900 en ese lapso.
A pesar de los severos golpes, las FARC han replanteado su estrategia y se concentraron en los ataques a la infraestructura productiva del país, lo que golpea el corazón de la economía.
Durante el primer semestre de este año, los ataques de ese grupo rebelde a los pozos y oleoductos petroleros causaron pérdidas por 180 millones de dólares, por los 1.9 millones de barriles de crudo que se dejaron de exportar.
Según Rettberg, la mayoría de empresarios del país quieren la paz, pues es más rentable que la guerra, y la guerrilla sabe que el objetivo de tomar el poder por la vía de las armas es inalcanzable en las actuales condiciones. “Tienen capacidad de hacer mucho daño a las actividades económicas, pero no de avanzar más allá”, dijo.
La doctora en Ciencia Política por la Universidad de Boston y encargada del Programa de Investigación sobre Construcción de Paz de la Uniandes, consideró que todo esto hace que los principales actores del conflicto armado interno lleguen a la mesa de negociación “con una madurez muy importante que no había en procesos anteriores”.
Preacuerdo
La sociedad colombiana está motivada para apoyar el proceso de paz anunciado el pasado 4 de septiembre por el presidente Santos y el diálogo que iniciarán los delegados del gobierno y las FARC el próximo 8 de octubre en Oslo cuenta con el respaldo del 77% de los ciudadanos, según un sondeo de Ipsos-Napoleón Franco.
El general retirado Álvaro Valencia Tovar consideró que el diseño del proceso, el cual fue acordado en negociaciones secretas entre las partes que tuvieron lugar en La Habana en los últimos seis meses, constituye una herramienta que permite, en el papel, llegar a acuerdos rápidos y expeditos porque la agenda incluye seis puntos muy concretos que son “abordables”.
“Este es un proceso breve, de meses, en el que no se admitirán exigencias distintas a las propuestas sensatas que hayan de conducir a la paz como objetivo. La paz es posible, así lo demuestra la desmovilización del M-19 (guerrilla colombiana que dejó las armas en 1990 y se incorporó a la vida civil)”, sostuvo Valencia Tovar, un ex comandante en Jefe del ejército que como capitán dirigió el operativo que dio de baja en 1966 al líder del rebelde Ejército de Liberación Nacional (ELN), Camilo Torres.
El general retirado consideró que el preacuerdo que suscribieron las partes en La Habana el pasado 26 de agosto es una base muy importante para iniciar el proceso. Los puntos del documento son seis: desarrollo agrario, participación política, el fin del conflicto (con cese el fuego definitivo), solución al problema de las drogas ilícitas, reparación a víctimas y verificación.
El gobierno y la guerrilla contarán con seis representes cada uno. Los delegados oficiales estarán encabezados por el ex vicepresidente colombiano y abogado Humberto de la Calle, el comisionado para la paz, Sergio Jaramillo y el asesor presidencial Frank Pearl, que serán los encargados de la negociación política, mientras el general retirado de la Policía Nacional, Óscar Naranjo —asesor de seguridad del presidente electo de México, Enrique Peña Nieto—, tendrá a su cargo los temas de las drogas ilícitas y seguridad, junto con el general retirado del ejército Jorge Mora Rangel, mientras que los empresarios estarán representados por el líder del gremio Luis Carlos Villegas.
Un mejor negocio que la guerra
La doctora Rettberg dijo que la presencia de Naranjo y Mora Rangel les da tranquilidad a los sectores militares y policiacos renuentes a negociar con las FARC tras las derrotas que han infringido a esa guerrilla, y destacó la presencia de Villegas como representante de los empresarios, quienes “están convencidos de que la paz es mejor negocio que la guerra y jugarán un papel fundamental en la implementación de los eventuales acuerdos, porque la paz no va a ser barata”.
La politóloga sostuvo que el Estado y los empresarios, vía impuestos, “van a tener que gastar enormes cantidades de dinero en reparación de víctimas, rediseño institucional, desmovilización, costos que Colombia tiene que asumir porque ya no ocurre, como en otras épocas, que la comunidad internacional cargaba con la mayor parte del financiamiento”. “Este proceso va a estar sometido a enormes desafíos”, dijo la académica.
Los sectores más radicales de la guerrilla y la derecha colombiana serán un factor de tensión permanente a lo largo de las negociaciones. El ex presidente Uribe Vélez, quien impulsó una guerra total contra las FARC en sus dos periodos de gobierno, repudió la negociación anunciada por Santos y consideró que el presidente ha dado legitimidad a “terroristas y narcotraficantes”, mientras que generales retirados del ejército que representan a la línea dura de la institución catalogan al presidente de “entreguista” y de querer “negociar la patria con un cartel de la droga”, por los nexos del grupo rebelde con el narcotráfico.
Por parte de las FARC, habrá comandantes que van a pensar seriamente si vale a pena dejar una vida en la que muchos de ellos se han beneficiado del tráfico de drogas en las regiones que controlan. En medio de ambas partes en disputa se encuentran cerca de cinco millones de desplazados que claman por tierra, trabajo y seguridad social.
“El arte va consistir en lograr todo un milagro económico en el que los empresarios asuman una carga fiscal que ellos han dicho estar dispuestos asumir para costear los altos costos de la paz. La paz tiene dividendos, pero también costos altísimos para enfrentar su dimensión social”, sostuvo Rettberg.
Rafael Croda corresponsal, El Universal, 23 de septiembre.

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