En su toma de posesión, Raúl prometió que levantaría algunas de las prohibiciones “que ya no tienen sentido”. A las pocas semanas, el gobierno cubano autorizó la venta libre de computadoras y de teléfonos celulares, lo que sin duda facilitará la vida a los cubanos que puedan pagar por dichos bienes, pero que fue calificado como “maquillaje” por Washington.
Sin embargo, se esperaban otras medidas de mayor envergadura, como la cancelación de las restricciones para viajar al extranjero; las flexibilización en la apertura de pequeños negocios privados; la revalorización del peso cubano frente al peso convertible para lograr una moneda única; la racionalización del aparato estatal mediante la fusión de organismos públicos, entre otras. Pero todas estas reformas se quedaron estacionadas a la espera de tiempos más propicios.
Los huracanes Gustav, Ike y Paloma complicaron la ya de por sí grave situación económica de la isla, sobre todo en la agricultura y la vivienda.
El gobierno de Raúl Castro había anunciado el reordenamiento del sector agrícola, deprimido por el número de tierras ociosas, la falta de insumos y la carencia de estímulo en los precios de los productos. El objetivo era disminuir la dependencia de las importaciones de alimentos. Tras el paso de los devastadores meteoros, el objetivo de tener una balanza comercial positiva en materia agrícola se aplazó del 2009, como estaba inicialmente fijada, al 2011. Habrá que esperar a ver qué dice la meteorología.
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