SAN JUAN COPALA, Oax.— “Las mataron porque despertaban la conciencia del pueblo”, asentó el locutor Adolfo Ramírez desde un rincón del viejo caserón que hace las veces de cabina para Radio Copala.
Fue en enero, al celebrarse el primer aniversario de la creación del ayuntamiento autónomo, asentado en una comunidad triqui, cuando nació la estación comunitaria.
“La voz que rompe el silencio nunca será acallada”, prometieron compañeros de Felícitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Merino, asesinadas en una emboscada atribuida a los líderes del Partido Unidad Popular, Heriberto Pazos, Rufino Merino Zárate —ex diputado local— y Marcelino Bautista.
Reconocieron que Felícitas y Teresa, de 22 y 24 años, sobresalieron en una sociedad marcada por el machismo, “gracias a la oportunidad que dio el gobierno autónomo”.
Estos homicidios motivaron que el líder de la 60 Legislatura de Oaxaca, Herminio Cuevas Chávez, convocara a las organizaciones locales MULT y MULTI, así como a la Unión por el Bienestar Social de la Región Triqui, a suscribir un pacto de no agresión. Sin embargo, la violencia no paró.
“Víctimas circunstanciales”
A casi ocho meses de los crímenes, el fiscal para la Atención de Delitos contra Periodistas de la PGR, Octavio Alberto Orellana, señaló, el 10 de diciembre, que la muerte de ambas periodistas comunitarias “no tuvo que ver con el ejercicio de la comunicación que desempeñaban”.
Las locutoras, dijo el fiscal, fueron “víctimas circunstanciales de una agresión dirigida al conductor del auto (Faustino Vásquez, auxiliar del Registro Civil) en el que viajaban”.
Sin embargo, la Red de Radios Comunitarias del Sureste Mexicano consideró inexistentes los elementos en el expediente para llegar a tales conclusiones y los rechazó “por infundados y faltos de verdad”.
El rechazo se reforzó luego de que recibieron indicios de que ambas comunicadoras triquis fueron asesinadas a una distancia de “entre dos y tres metros”.
Fue en enero, al celebrarse el primer aniversario de la creación del ayuntamiento autónomo, asentado en una comunidad triqui, cuando nació la estación comunitaria.
“La voz que rompe el silencio nunca será acallada”, prometieron compañeros de Felícitas Martínez Sánchez y Teresa Bautista Merino, asesinadas en una emboscada atribuida a los líderes del Partido Unidad Popular, Heriberto Pazos, Rufino Merino Zárate —ex diputado local— y Marcelino Bautista.
Reconocieron que Felícitas y Teresa, de 22 y 24 años, sobresalieron en una sociedad marcada por el machismo, “gracias a la oportunidad que dio el gobierno autónomo”.
Estos homicidios motivaron que el líder de la 60 Legislatura de Oaxaca, Herminio Cuevas Chávez, convocara a las organizaciones locales MULT y MULTI, así como a la Unión por el Bienestar Social de la Región Triqui, a suscribir un pacto de no agresión. Sin embargo, la violencia no paró.
“Víctimas circunstanciales”
A casi ocho meses de los crímenes, el fiscal para la Atención de Delitos contra Periodistas de la PGR, Octavio Alberto Orellana, señaló, el 10 de diciembre, que la muerte de ambas periodistas comunitarias “no tuvo que ver con el ejercicio de la comunicación que desempeñaban”.
Las locutoras, dijo el fiscal, fueron “víctimas circunstanciales de una agresión dirigida al conductor del auto (Faustino Vásquez, auxiliar del Registro Civil) en el que viajaban”.
Sin embargo, la Red de Radios Comunitarias del Sureste Mexicano consideró inexistentes los elementos en el expediente para llegar a tales conclusiones y los rechazó “por infundados y faltos de verdad”.
El rechazo se reforzó luego de que recibieron indicios de que ambas comunicadoras triquis fueron asesinadas a una distancia de “entre dos y tres metros”.
Alberto López Morales corresponsal, El Universal, 23 de diciembre.
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