En junio, el jefe del Ejecutivo se refería a esta situación en los siguientes términos:
"Quizá para otros países u otras regiones del mundo, otras naciones u otras sociedades, no esos tres puntos, uno solo de estos problemas hubiera doblegado a su sociedad y a su gobierno. En México, hemos enfrentado los tres y al mismo tiempo, y no nos han doblegado ni nos van a doblegar. Antes bien, las superaremos y estamos saliendo adelante".
No hace mucho, el 10 de diciembre, el mandatario hizo alusión a lo que este año le tocó enfrentar:
"Parafraseando a alguna película muy famosa de hace algunos años, que el título no recuerdo pero era más o menos así: 'El año que vivimos en peligro', pues prácticamente se puede aplicar una buena parte al 2009; fue un año... está siendo un año muy complejo, muy difícil, muy desafiante".
CRISIS ECONÓMICA. La gravedad de la crisis económica provocó la pérdida del 10 por ciento del PIB. Para revertir los estragos de esta situación, el gobierno federal instrumentó medidas denominadas "anticíclicas".
Una de ellas fue la de los paros técnicos para evitar el cierre de las empresas. Se informó que en ellos participaron 600 mil empleados, que a pesar de ver mermados sus ingresos hasta en un tercio, conservaron su empleo.
El hoyo de 300 mil millones de pesos en las finanzas públicas llevó a Calderón a buscar lo que él mismo consideró el trago más amargo para un presidente: elevar los impuestos.
Reunido en la ciudad de México con integrantes de la industria química a finales de octubre, el Ejecutivo puntualizó:
"Para un gobernante no hay cosa que duela más, que lastime más, que entristezca más, que tener que pedirle a la población, precisamente, un esfuerzo recaudatorio para poder evitar un riesgo mayor a la economía del país".
Un día antes de ese encuentro, en Puerto Vallarta, el mandatario había focalizado sus baterías contra el sector privado, al que acusó de no coadyuvar a incrementar la tasa de tributación.
"Me parece inaceptable, amigas y amigos, que haya grandes corporativos que le exigen al gobierno que recorte su gasto, y el gobierno lo recorta, que le exigen al gobierno que ponga impuestos sobre alimentos y medicinas de la gente más pobre, pero que a la hora de ver sus cifras en promedio pagan el 1.7 por ciento de impuestos durante varios años. Esto ya no puede ser".
Y subrayó: "Está bien que tengan actividades filantrópicas y que patrocinen eventos deportivos y culturales, y que nos regalen equipos médicos, pero que también paguen aunque sea una parte de los impuestos que necesitan los mexicanos".
Les recordó que hay una realidad de finanzas "públicas severas y serias, entre otras cosas, porque se nos está acabando el petróleo. Quizá no la mayoría del petróleo que tenemos, pero sí este margen que durante décadas nos permitió ignorar la realidad de que tenemos una recaudación tributaria, que es de las más bajas de las naciones con las que podemos compararnos".
De cara a la negociación del paquete presupuestal de 2010, hizo alusión a la nueva composición de la Cámara de Diputados, en la cual el partido gobernante no alcanzó la mayoría esperada:
"Puesto que ha sido una decisión soberana de los ciudadanos, es fundamental que tanto el Legislativo como el Ejecutivo trabajemos juntos en el necesario fortalecimiento de las finanzas del Estado y en preservar su estabilidad y solidez".
Al cabo de los debates y la aprobación presupuestal, fue el mandatario quien salió a decir: "Dentro de las circunstancias vividas en las últimas semanas, para México es positivo que se haya aprobado una ley, tras un debate arduo, difícil, pero también incluyente y plural, en el que participaron todas las fuerzas políticas, representadas en el Congreso, así como todos los sectores productivos y la academia, en absoluta libertad de expresión".
SEGURIDAD PÚBLICA. En este rubro, el gobierno federal tuvo que salir a aclarar lo que en una entrevista con la agencia estadunidense AP se afirmaba.
Fue el 26 de febrero cuando Calderón expresó: "Decir que México es un Estado fallido es absolutamente falso… no he perdido ninguna parte, ni una sola parte del territorio mexicano".
En esta materia, el Presidente reiteró su llamado a Estados Unidos para ser corresponsable de la lucha contra el narcotráfico.
Y así lo dejó claro el 16 de abril, cuando recibió en Los Pinos al nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
"Una nueva era en la que el combate al crimen organizado sea asumido plenamente como una responsabilidad compartida, como una batalla que estadunidenses y mexicanos tenemos que pelear y ganaremos como aliados"
Insistió en que es "una oportunidad histórica en la que el gobierno mexicano con todo valor ha atacado y combatido a los cárteles narcotraficantes, los Estados Unidos también deben hacer lo suyo como socio pleno en esta batalla".
En esta lucha contra la delincuencia organizada, el fin de año alcanzaría a Calderón con el cuestionamiento de un operativo realizado por la Armada de México, que dio por resultado el abatimiento del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, El Barbas.
La vejación a su cadáver, cuyas fotos dieron la vuelta al mundo, propició la respuesta del narco que la emprendió contra la familia del marino muerto en dicho operativo, Melquisedet Angulo, horas después de que éste fue sepultado con honores.
CONTInGENCIA SANITARIA. Luego de presentarse la contingencia por el virus A/H1N1 y las medidas aplicadas por el gobierno federal y los gobiernos locales, México fue posicionado como ejemplo de prevención, atención médica y difusión informativa.
Sin embargo, este factor puso en entredicho las relaciones diplomáticas con China, Cuba y Argentina, cuyos gobiernos cerraron sus fronteras a mexicanos.
En lo interno, la crisis de la influenza llevó a Los Pinos a quien se pensó no pondría un pie ahí: Marcelo Ebrard, jefe de gobierno capitalino.
Al respecto, en mayo el Presidente declararía: "Quiero agradecer, en todo su valor, el apoyo, la voluntad y la labor realizada de los Poderes Ejecutivos a nivel estatal, en el Distrito Federal y en todos los estados del país, a sus autoridades de salud, porque actuando con oportunidad y responsabilidad estamos enfrentando y superaremos esta emergencia sanitaria."
Al cumplir su tercer aniversario como primer mandatario, reunido en Palacio Nacional, Calderón anunció que haría los cambios que tuvieran que realizarse para poner en marcha con rapidez al país.
Con el correr de los días, el Presidente anunció que su prioridad en los próximos "tres largos años" sería el combate a la pobreza, y una transformación en las instituciones clave.
En este sentido, envió al Senado una ambiciosa propuesta de reforma política y confió que el Congreso tendría altura de miras y se colocaría más allá de los intereses de las fuerzas políticas para analizarla.
Poco antes de hacer su corte de caja, el Ejecutivo propuso a Agustín Carstens como gobernador del Banco de México, y envió a su delfín, Ernesto Cordero, a la Secretaría de Hacienda.
En materia de seguridad, el cambio más significativo se dio al designar a Juan Miguel Alcántara como secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en sustitución de Jorge Tello Peón. Mientras que Alcántara le reportará a Fernando Gómez Mont en Gobernación, a Tello se le asignó la tarea de ser secretario técnico del gabinete de Seguridad y del Consejo de Seguridad Nacional, adscrito a la oficina presidencial.
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