'Éste sí es un negocio rentable'

Desde hace 12 años, Francisco trabaja como "pollero" en Ciudad Hidalgo, Chiapas.

Asegura que su trabajo es honesto y que las autoridades todavía no entienden que, para algunos, esa profesión es la única forma de ganarse la vida.

"Me buscan porque se les hace un trabajo justo; mucha gente, las autoridades aquí en México no comprenden que este es un trabajo. Nosotros los traemos a la frontera, a donde los agarremos, platicamos con ellos y les damos un precio hasta topar a Piedras Negras, Coahuila, y después otro precio a Houston, o a donde vayan", indica en entrevista.

Francisco no mueve a cualquier indocumentado, sino a gente "recomendada", familiares de centroamericanos que llegaron con bien a Estados Unidos, luego de pagar mil 800 dólares por el cruce. Lo buscan, dice, por ser una persona íntegra.

"A mí no me gusta robarle ni un peso a un indocumentado, yo he vivido de ellos durante años, y gracias a ellos mi familia tiene el sustento y el pan de todos los días", reconoce este mexicano que se hace pasar por centroamericano mientras "trabaja".

Como casi todos los "polleros", Francisco no opera solo. Pertenece a una red de traficantes de personas de por lo menos 200 individuos, distribuidos en todo el país, incluyendo autoridades.

"Son conectes, hay conectes con agentes de Migración, hay conectes con agentes federales, usted sabe que aquí México es un lugar muy corrupto y todo se compra con dinero. Somos muchos para esto, son unos, qué será, unos 200, 300", dice.

Generalmente, Francisco pasa a los migrantes centroamericanos por tren, pero puede hacerlo también por autobuses y camiones.

"En autobús y en avión ya se pide un costo adelantado, por lo mismo de que hay que sobornar a Migración y a los de la PFP", cuenta.

Para no ser detenidos por las autoridades, explica, los agentes federales dan aviso a los guías cuando el retén está adelante o cuando Migración "está puesto".

Hace 12 años, Francisco empezó a mover gente en ambulancias del servicio público federal, en Tapachula.

"Ahí es donde me empecé a enrolar, me dieron uno, me dieron dos, me dieron tres, de ahí empecé a mover chinos, todo el rollo. Imagínese, en un viaje me metí prácticamente 30 mil pesos, pues es muy elevado el costo. Ahí se da cuenta uno que éste sí es un negocio rentable".
Nota de Silvia Garduño, Reforma, 30 de marzo.

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