Sin pacto político, la violencia continuará

Ante el fracaso de la estrategia del gobierno federal contra el crimen organizado, diversos analistas consideran que se debe establecer un pacto que involucre a todos los partidos para que definan la política de seguridad del Estado, de lo contrario, los niveles de violencia se recrudecerán aún más.

Proponen otras medidas como retirar al Ejército de las labores de seguridad, capacitar a las corporaciones policiacas, combatir la corrupción, atacar la estructura financiera de los cárteles e iniciar una reestructuración social a través de una política que abata la pobreza y ofrezca oportunidades de desarrollo para jóvenes.

"Llamaría a los líderes políticos para que estudien un poco de historia y se den cuenta del horror que se viene ahora en México, porque lo que ven ahora no es nada comparado con lo que vimos en Afganistán. Les puedo asegurar de que esto no es fatalismo, hay salidas, pero si no se aplican, México va a seguir caminando hacia una afganización, como ya se está viendo en ciertas regiones del país", dijo Edgardo Buscaglia, catedrático de la Universidad de Columbia y del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Samuel González, asesor de las Naciones Unidas para el combate a las drogas, dijo que se debe fortalecer a las instituciones, pues su debilidad permitió que creciera el crimen organizado.

Tony Payán, doctor en ciencias políticas por la Universidad de Georgetown, dijo que México debe fijar su política en materia de seguridad de acuerdo con sus propios intereses, dejar de mirar hacia Estados Unidos y abandonar la "ilusión" de la Iniciativa Mérida porque son pocos los recursos económicos que el gobierno norteamerciano le ha otorgado a nuestro país para el combate al narcotráfico.

Para Israel Alvarado, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales, el camino debe ser modificar las políticas públicas, replantear que el narcomenudeo sea competencia de los estados y que el Ejército regrese a sus cuarteles.

Luis Astorga, investigador de la UNAM, propone establecer una política social que brinde mejores oportunidades a jóvenes y campesinos, pero sobre todo, que los representantes de los partidos políticos se sienten a la mesa para que, ahora sí, impongan el estado de derecho.

Hugo Almada, catedrático de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, consideró que se debe avanzar hacia la legalización de un tipo de drogas como la mariguana y establecer, de una vez por todas, un control que acabe con la violencia "que está pagando cada vez más gente inocente".

Más de la mitad del consumo de todo el mundo se da en Estados Unidos y no hay una política de reducción de consumo y mientras esto sea así, el tráfico va a continuar"

La salida del Ejército la veo como un boxeador que se subió al ring. Tenemos prácticamente dos opciones: lo dejamos que pierda por un nocaut o arrojamos la toalla"
México sufre del síndrome de la mujer golpeada (con EU), siempre esforzándose, cada vez más, después de cada paliza, en demostrar el cariño para ver si los golpes cesan y eso no ocurre"

LUIS ASTORGA

El problema es que no existe una estrategia de Estado para combatir el narcotráfico, lo que hay es una política diseñada desde el gobierno federal. Una estrategia de Estado implica que la clase política se ponga de acuerdo, se siente a la mesa y defina lo que quiere como política de seguridad y eso no ha existido.

Hay un problema de debilidad institucional en el país que se debe atender. México es una democracia joven y frágil, con instituciones muy débiles. En estados autoritarios y en democracias avanzadas, los controles institucionales son los que evitan que se dispare la violencia por el narcomenudeo.

El objetivo de estas políticas antidrogas, aunque la retórica diga lo contrario, no es terminar con el problema de las drogas, sino contener el problema lo mejor posible. La estrategia punitiva no funciona.

Se requieren una serie de reformas. Por ejemplo, legalizar la mariguana. En Estados Unidos 14 entidades han aprobado la mariguana para usos médicos y en México sólo hay una iniciativa desde la legislación pasada sobre el tema.

Es necesario un pacto político, que los partidos se sienten a la mesa y, por ejemplo, presenten una lista y digan: por estos no voy a meter las manos. Que de una vez por todas empiece a funcionar el estado de derecho. Quienes legislan, son ellos. Quienes están las posiciones de poder en estados, municipios, gobierno federal, son ellos. Quienes pueden proporcionar protección a las organizaciones criminales, son ellos. A quienes corrompen las organizaciones criminales cuando es necesario, son ellos. Todo apunta a la clase política.

Con este panorama, la clase política tiene cuatro opciones: Esperar a que los cambios a la política sobre drogas a nivel internacional se modifiquen radicalmente; dejar hacer y dejar pasar, lo que implica que las organizaciones criminales se coloquen por encima de la clase política, en el mismo nivel o en una situación de supeditación; la tercera opción, son los acuerdos pragmáticos que implican el reconocimiento político de los agentes sociales criminales y que los partidos políticos se sienten y se pongan de acuerdo en lo que se quiere para una política de seguridad del Estado.

(Doctor en Sociología por la Universidad de París. Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México)

HUGO ALMADA

Para hacer la radiografía correcta necesitamos separar los problemas. Un problema es el social, el que implica el consumo de sustancias sicotrópicas que supuestamente se quiere enfrentar. Esto hay que desmontarlo porque no llega al fondo del asunto. Si pensamos en el punto de vista social, el consumo de inhalantes y tranquilizantes es mucho más dañino que drogas como la mariguana. Es decir, esta especificación entre lo que es legal e ilegal no tiene que ver con el daño que causan en la sociedad. Así que hay que ver este problema del consumo como un problema social y de salud y no como un problema de seguridad.

Un segundo problema es que el consumo de sustancias es ilegal. Más de la mitad del consumo de todo el mundo se da en Estados Unidos y no hay una política de reducción de consumo y mientras esto sea así, el tráfico va a continuar. Yo no alcanzo a vislumbrar salida, se puede disminuir, pero de fondo, el problema se sigue generando.

El tercer problema es la violencia entre grupos delictivos. Son tres problemas distintos que necesitan atención distinta. Para atender la violencia entre los grupos se debe controlar o se deben llegar a arreglos claros que eviten la mayor generación de violencia que está pagando cada vez más y más gente inocente. Necesitamos avanzar más hacia propuestas de legalización, yo no diría de toda la droga, más bien por un tipo de control estatal. Necesitamos otro tipo de arreglos y por supuesto políticos y sociales en materia de adicción.

(Maestro en sicoterapia humanista y educación para la paz. Catedrático de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

EDGARDO BUSCAGLI

Tenemos que reprogramar la estrategia completamente porque aún cuando ningún estadounidense consuma drogas y se den las mejores condiciones institucionales para que se despenalice el consumo, la delincuencia organizada mexicana no va a desaparecer. Han diversificado los mercados delictivos enormemente en los últimos 10 años y van a reasignar sus recursos a otras áreas delictivas.

La estrategia no tiene que adjudicarse al Ejército, hay que sacarlo porque ha ganado mucho desprestigio. Se puede mirar hacia lo que ha hecho la Unión Europea, Canadá y Jordania, que son mecanismos preventivos y de combate al "lavado" patrimonial en materia civil, no penal.

Hay que trabajar el tema de estructura social, ya que los cientos de miles de jóvenes siguen deslizándose como hormigas hacia las pandillas debido a que no hay alternativas de vida. Eso es algo que lo ha abarcado mejor Europa y Colombia a través de gobiernos locales y lo han hecho con resultados positivos.

El problema es que la capacidad política que requiere una administración para poderlo implementar debe arrastrar a la oposición. Se debe establecer un pacto operativo entre las 32 entidades. En cada estado debe haber un departamento de investigación patrimonial trabajando en red con la unidad de inteligencia financiera.

El gobierno no debe renunciar porque si se llega a la hipótesis de la negociación con el crimen organizado, como están pregonando, la situación del Estado fallido empeorará. Por Estado fallido me refiero a la incapacidad de proteger la propiedad de determinadas porciones del territorio. Lo que hicieron Colombia y Jordania fue imponer las reglas del juego a los grupos criminales para controlar los mercados a través de mecanismos apegados al derecho. Pero imponer las reglas implica pactos de gobernabilidad a nivel estatal y federal. Así que mejora la gobernabilidad en México con drogas o sin drogas o este país se va a ir encaminando hacia un Estado fallido. Yo llamaría a los líderes políticos para que estudien un poco de historia y se den cuenta del horror que se viene ahora en México, porque lo que ven ahora no es nada comparado con lo que vimos en Afganistán.

(Doctor y profesor de la Universidad de Columbia y del ITAM. Asesor del Instituto de Entrenamiento para el Mantenimiento de la Paz de la ONU)

TONY PAYÁN

Me parece que la estrategia debe tener algunos ajustes, como cambiar el uso de la retórica de la guerra y, en general, el discurso del presidente Felipe Calderón porque no ha tenido la capacidad de darle la cara al público, al ciudadano mexicano y explicar claramente por qué escogió esa estrategia, cómo fue que su gobierno tuvo que tomar ese camino y no otro y por qué se vio obligado a utilizar a los militares, porque para mí, el uso del Ejército ha probado ser algo muy peligroso. Hay que avanzar rápidamente en otras áreas como la reforma judicial, la preparación de los policías, el combate a la corrupción, el tocar y trastocar gobernadores y presidentes municipales y ese tipo de cosas, para, poco a poco, sacar a los militares de esta guerra.

No es momento de claudicar y de retraerse, sino de analizar, cambiar aquellas partes que haya que cambiar y retomar las cosas positivas.

Creo que México ha leído mal a Estados Unidos durante mucho tiempo. En mi experiencia, México sufre del síndrome de la mujer golpeada, siempre esforzándose, cada vez más, después de cada paliza, en demostrar el cariño para ver si los golpes cesan y eso no ocurre.

El presidente Felipe Calderón debe recalibrar la estrategia contra las drogas porque la concibió como un tema unidimensional cuando se trata de un asunto multidimensional.

Finalmente, con respecto a la debilidad institucional, yo considero que el problema está en los gobiernos estatales y en los municipios, ahí hay unos cacicazgos.

(Doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown)

ISRAEL ALVARADO

Podrían existir muchas fórmulas, pero la más equivocada es la que se está adoptando, sobre todo, cuando se hace una reforma de excepción y se dice que los estados se harán cargo del combate al narcomenudeo, cuando ellos son los menos preparados, los que no tienen recursos, los que no conocen el tema.

Creo que la violencia que vivimos se genera, básicamente, por el control del consumo de narcomenudeo.

Lo que más le preocupa al Estado es frenar el aspecto mediático y lo mediático es la violencia que se está generando. Una vez que pudieran eliminar la violencia, quizá la presión social disminuiría muchísimo, aunque esto no significaría que estuvieran controlando el problema del consumo y la venta hacia el interior del país.

Para encontrar un camino de solución no creo que se requiera, necesariamente, de una reforma legal. Creo que el camino es modificar las políticas públicas.

En la parte legal, lo que sería útil replantear es el asunto del narcomenudeo como materia de competencia de las entidades federativas.

La salida del Ejército la veo como un boxeador que se subió al ring. Tenemos prácticamente dos opciones: lo dejamos que pierda por un nocaut o arrojamos la toalla. Creo que es más conveniente aventar la toalla, de manera más o menos elegante, tratando de hacer un relevo con las instituciones policiales que deberían estar encargadas de este tipo de problemática e ir desincorporando de manera paulatina al Ejército.

(Doctor y especialista en delincuencia organizada e
investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales)

SAMUEL GONZÁLEZ

Hay que reformular la estrategia. Hay elementos que hay que aclarar, por ejemplo, no sabemos cuál es el valor del mercado de mexicano de drogas. En México no hay un estudio serio que nos diga cuánto vale el mercado del narcomenudeo. Mi hipótesis es que el mercado de drogas en México, que es un mero cálculo, vale tanto como el mercado de las drogas en Estados Unidos para las organizaciones mexicanas.

Eso explica, un poco, la violencia, porque ahora van luchando cuadra por cuadra. A esta problemática le tenemos que sumar el fenómeno de la unificación de mercados delictivos porque "Los Zetas" no sólo se metieron a controlar el narcomenudeo, también controlan la prostitución, la trata de personas, la piratería, la extorsión, el secuestro, es decir, que hubo una unificación de mercados con una estrategia que "Los Zetas" aprendieron muy bien, que es militarizar.

El problema del crimen organizado y de la violencia en México, no sólo tiene que ver con drogas, sino con más de 23 delitos y esto habla de una debilidad institucional.

Cuando en los años 90, las organizaciones criminales mexicanas estaban transportando fundamentalmente drogas a Estados Unidos, los procesos de violencia que existían eran más limitados. La violencia estaba centrada en las peleas entre el cártel de los Arellano Félix contra el de "El Chapo" Guzmán y Amado Carrillo. Se trataba de un control del mercado de las drogas y para hacerlo no se requería cuidar ningún territorio porque el lugar de producción estaba en el sur y el de consumo, fundamentalmente en Estados Unidos y en consecuencia la droga podía pasar por cualquier ciudad de la frontera.

Lo que quiere decir que para el narcotraficante, el negocio es controlar los puntos de distribución, de la droga y de la piratería. Esa es la diferencia radical entre lo que pasaba hace 10 o 15 años y lo que pasa ahora.

Además, estamos en un momento en que verdaderamente atacar a la delincuencia organizada en los aspectos financieros le costaría menos al gobierno que atacar el problema de la inseguridad.

(Doctor en Filosofía del Derecho por la Universidad de Milán-Bolonia. Ex titular de la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO) de la PGR. Actual asesor de Naciones Unidas para el Combate a las Drogas y la Corrupción)
Liliana Alcántara, Thelma Gómez y Evangelina Alcántara, El Universal, 28 de enero.


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