Zapata, preso común: Granma

El diario oficial Granma abordó ayer, por vez primera, el caso del fallecido Orlando Zapata Tamayo, de quien dijo comenzó en 1993 su recorrido por cárceles cubanas debido a una sucesión de “delitos comunes”, hasta ser convertido en “mártir de la contrarrevolución” y eje de una nueva campaña mediática internacional, amplificada por la derecha.

Por su parte, seis opositores al gobierno, la mayor parte de ellos en prisión, anunciaron el inicio de “ayunos limitados” en protesta por la muerte de Zapata el pasado martes tras una huelga de 85 días en demanda de “la libertad de todos los presos políticos” cubanos, que la ilegal Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación fija en “más de 200”.

Cuatro presos más se mantienen en huelga hambre por las mismas razones en dos cárceles de la occidental provincia de Pinar del Río y un quinto disidente, Guillermo Fariñas, lo hace en su casa de la central provincia de Santa Clara.

“Si a esta huelga se suman otros, si al menos somos 50 ó 60 los opositores plantados a nivel nacional, entonces es posible que el gobierno haga caso”, aseguró Fariñas.

En ese contexto, Granma informó que “toda muerte es lamentable y dolorosa”, relatando la atención médica dispensada a Zapata –advirtiendo que existen “pruebas documentales”- y dijo que éste “adoptó el perfil político cuando ya su biografía penal era extensa”.

El diario refirió una serie de delitos comunes por lo que fue procesado legalmente, entre los que figuran “violación de domicilio” en 1993; “lesiones menos graves” en 2000; “estafa” ese mismo año; y agresión con arma blanca al ciudadano Leonardo Simón, en 2002.

El órgano informativo de Partido Comunista dijo que sus demandas al iniciar su huelga en diciembre eran “televisión, cocina y teléfono personal en la celda”, algo “imposible” de cumplir, y acto seguido se interrogó: “¿Quiénes y por qué estimularon a Zapata a mantener una actitud que ya era evidentemente suicida?”.

“Él era el candidato perfecto de la contrarrevolución” porque “ninguno de los cabecillas reales (de ese sector) tuvo la valentía de mantener” una posición similar en anteriores huelgas de hambre, agregó Granma, para apuntar después que este hombre “fue manipulado y de cierta forma conducido a la autodestrucción premeditadamente, para satisfacer necesidades políticas ajenas”.

El diario consideró que “la absoluta carencia de mártires que padece la contrarrevolución cubana, es proporcional a su falta de escrúpulos” y preguntó: “¿Por que hay gobiernos que se unen a la campaña difamatoria, si saben que en Cuba no se ejecuta, ni se tortura, ni se emplean métodos extrajudiciales?”.

La Habana/Manuel Juan Somoza, Milenio, 28 de febrero.

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