“La invitación es la siguiente y la vuelvo a repetir. A las 11 de la mañana, aquí (en el palacio de Miraflores), en el Aló presidente, para debatir con intelectuales. Los vamos a recibir bien, hasta chocolate rico tenemos aquí para ellos”, resumió Chávez, quien así respondió a la propuesta de los intelectuales que participan del Foro de la Fundación CEDICE, quienes aceptaron la invitación inicial del presidente, pero a condición de que el debate fuera sólo entre Chávez y Mario Vargas Llosa, “con el mismo tiempo a cada uno para expresar sus ideas, sin barras (porras) ni intromisiones”, según lo anunciaron al caer la tarde.
Sin embargo, el mandatario, que desde el jueves arrancó un maratón de su Aló Presidente, que concluirá el domingo, se negó a un debate uno a uno. “No quieren discutir. Lo que quieren es un show”. Aclaró que su invitación era para que “los invitados internacionales de la contrarrevolución” debatieran entre ellos. “Yo puedo ayudar moderando, pero el debate es entre intelectuales. Yo soy presidente”. Según dijo, para debatir con Vargas Llosa, éste tendría que llegar a presidente, primero.
Al conocer la decisión de Chávez, Vargas Llosa consideró que “la propuesta no fue seria y en todo caso, fue todo una emboscada. Una vez más, mintió. Dijo que yo renuncié a la nacionalidad y no es verdad. Yo jamás renuncié; fue otro dictador, Alberto Fujimori, quien me quiso quitar la nacionalidad”.
En primer lugar, tanto Vargas Llosa como el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, el historiador Enrique Krauze y el periodista colombiano Plinio Apuleyo Mendoza habían aceptado sentarse a un debate con Chávez. Pero todo se fue modificando con el correr de las horas. Krauze consideró que el mandatario venezolano “nos quería tender una trampa, él nunca ha aceptado el diálogo, es un autista”.
“Lo único que quería Chávez con todo esto es sumar raiting al Aló presidente. Por eso primero los invita y después rechaza los términos de un debate que hubiese sido una oportunidad única no sólo en Venezuela, sino en el mundo”, opinó una fuente diplomática en Caracas, mientras que para Vargas Llosa “es una muestra más de la actitud de un dictador”.
Chávez acusó a los intelectuales y al foro del que participan de formar parte de “una usina de mentiras” y recordó que “en ningún país del mundo donde gobierne la derecha van a invitar a aquellos que critican y difaman a debatir al Palacio. Quisiera verlo yo”.
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