Las FARC, arrinconadas

BUENOS AIRES.— “Todo fue por el derecho a pasar por una vereda (huella) y por una reses...”, solía decir Manuel Marulanda, más conocido como Tirofijo, cada vez que le preguntaban cómo habían sido los primeros pasos de la guerrilla más longeva de América Latina, aquel 27 de mayo de 1964.
Las razones fueron mucho más políticas, tanto para el clasismo del Partido Comunista Colombiano (PCC) que inspiraba la lucha armada y campesina en varias zonas del país, como en Marquetalia (Tolima), donde todo comenzó para ese grupo insurgente hace 45 años, como para el gobierno de Guillermo León Valencia (1962-1966) tan aliado a Estados Unidos, por entonces, como el actual gobierno del presidente Álvaro Uribe.

Hoy, Marulanda ya es historia, como todos sus fundadores, y las FARC a traviesan una época de crisis. Una zona gris que lo llevó a perder buena parte de los casi 15 mil hombres que había logrado reclutar al comenzar el nuevo siglo.

Pero a este paso, hasta las autoridades del gobierno sospechan que podría haber guerrilla por dos década más. “Eso, teniendo un buen plan para la reconciliación”, aclaró el comisionado para la Paz, Frank Perl.

Golpes pequeños y sorpresivos, intentos de instalar escuadrones urbanos y atentados con explosivos para mantener la guerra que “el gobierno niega”, es la estrategia de las FARC, según se desprende de sus últimos golpes armados y del comunicado que dieron a conocer el último fin de semana.

“Están debilitadas, el mando central sigue muy golpeado, han perdido el control de muchas regiones que controlaban y se vieron obligados a retomar la guerra de guerrillas, como en los comienzos. Pero aun así es muy pronto para hablar de una derrota de las FARC en el corto plazo”, explicó León Valencia, un ex guerrillero y actual presidente de la Fundación Arco Iris.

Fue, sin duda, una errónea lectura de la realidad y el plan de aniquilamiento de la guerrilla que lleva adelante el gobierno de Uribe, lo que más daño le causó a las FARC en los últimos siete años.

Dos procesos de paz fracasados (el más reciente de ellos en el año 2002), algunos intentos de negociaciones frustrados y su deplorada política de secuestros, los fueron arrinconando políticamente, cada año un poco más.

No obstante, ni los miles de millones de ayuda militar en el marco del plan Colombia, ni la recomposición de un Estado al servicio de la guerra, como ha ocurrido en la administración de Uribe, permiten a la sociedad colombiana esperanzarse con la luz al final del túnel, en este conflicto que en 45 años se cobró cientos de miles de vidas.

Las FARC cumplieron un nuevo aniversario, con el país redoblando la seguridad para evitar que los insurgentes fueran a conmemorar su fecha con más y más rutilantes atentados. Nada nuevo en la coyuntura en que se desarrolla el conflicto armado colombiano. Ni siquiera un indicio de que la guerrilla, al menos por ahora y en el futuro inmediato, vaya a morir de vieja.
José Vales corresponsal, El Universal, 30 de mayo.

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