Jacinta Francisco lucha por reintegrarse a su comunidad

La discriminación hacia la mujer indígena persiste, aseguró Jacinta Francisco Marcial, otomí que pasó más de tres años en la cárcel acusada de secuestrar a seis agentes de la hoy extinta Agencia Federal de Investigación, delito que no cometió, y a quien la Procuraduría General de la República debe indemnizar por orden del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA).
En entrevista, Jacinta señaló este jueves que desde que salió de prisión, indígenas la buscan en su domicilio particular en busca de apoyo y consejo, ante los problemas legales y de discriminación que enfrentan. Destacó que antes le daba pena ser indígena, sobre todo porque no la comprendían por no hablar español, pero permanecer en la cárcel la hizo fuerte, aprendió y ahora ella exige a los habitantes de su comunidad Santiago Mexquititlán, municipio de Amealco,que no se avergüencen de su vestuario y sus ropas.
Lamentó que en poblaciones indígenas no existan fuentes de trabajo. Ella y su familia tienen un establecimiento donde venden paletas heladas desde hace 30 años, y que se vio mermado durante el tiempo que estuvo en la cárcel.
También destacó que el miedo impera en las poblaciones indígenas, pues aunque sus habitantes conozcan un poquito sus derechos, prefieren callar y no expresar abiertamente las humillaciones de las que son objeto.
Lamentó que a pesar de contar con estudios profesionales, los jóvenes originarios de comunidades indígenas no tienen acceso a fuentes de trabajo al ser rechazados por su origen étnico. Yo tengo una hija que trabaja en el hospital, es enfermera, y ya tiene tiempo que trabaja ahí y (labora como personal eventual) va de contrato y de contrato, y en cambio a otras compañeras les dan sus plazas (...) Entonces yo digo que sí, todavía nos discriminan, relató.
Comentó que durante el tiempo que estuvo en la cárcel, entre 2006 y 2009, sus familiares contrajeron deudas para pagar abogados, lo que los dejó medio traumados a todos.
Jacinta Francisco señaló que continúa con sus actividades diarias con la venta de paletas, nieves y aguas, a pesar de que en su misma comunidad es señalada por haber estado en la cárcel e incluso es motivo de envidias, porque hay quien considera que a diferencia de otras personas, recibe apoyo constante de instancias gubernamentales, e incluso ya tiene dinero por concepto de reparación del daño.
Mariana Chávez, El Universal, 30 de mayo.

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