“En crisis”, la estrategia de Calderón contra el narco

Los recientes despliegues de militares en las principales plazas del país, donde tienen presencia el narcotráfico y otras organizaciones delictivas, han mostrado “la crisis de estrategia” del gobierno de Felipe Calderón y el “frágil equilibrio” que intenta mantener en la seguridad nacional en año y medio de gestión, aseguraron especialistas.

Alertaron que esa debilidad puede derivar en una caída en el liderazgo del mandatario y en la “implosión” de su estrategia en materia de seguridad nacional, que ha pretendido consolidar desde el inicio de su gestión.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional, en la campaña permanente contra el narcotráfico, de diciembre de 2006 a principios de febrero de 2008, se han erradicado 24 mil 380 hectáreas de mariguana y 13 mil 444 de amapola, fueron destruidas 907 pistas clandestinas y 259 campamentos. Asimismo, han sido detenidos 4 mil 338 presuntos delincuentes mexicanos y 96 extranjeros.

Pedro Isnardo, especialista en temas de seguridad nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México, apuntó que la crisis en la estrategia del gobierno federal se ha reflejado principalmente en estados del norte del país, donde ha quedado de manifiesto “la ausencia de mejor coordinación entre las áreas civil y militar antricrimen organizado y narcotráfico”.

En entrevista, agregó que esa deficiencia podría provocar una ruptura en la estrategia de lucha contra la delincuencia organizada, un descenso en el liderazgo del jefe del Ejecutivo y “una crisis política entre los actores reales de poder”.

Dado lo obtenido, Calderón tiene un margen “de menos de un año” para reagruparse y presentar resultados en los estados del norte del país y para establecer un sistema de contención más eficaz, “que en buena medida pasa por una mejor coordinación con el gobierno de Estados Unidos y por una restructuración de fondo del liderazgo en las instituciones de seguridad federal y estatales”.

No descartó que luego de que transcurra ese plazo podría resurgir la presencia del crimen organizado, motivado en buena medida por la coyuntura electoral estadunidense, debido a que con las campañas presidenciales el gobierno de ese país “ha dejado de tener mayor compromiso y capacidad de interlocución, y sobre el tema de la agenda bilateral en México”.

A ello, insistió, se agrega “la crisis política por la desacreditación del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño”. De igual forma, la ausencia de “un acuerpamiento” más sólido y eficiente del liderazgo federal de las instituciones de seguridad y de “una mejor coordinación” en materia de inteligencia civil y militar.

Por su parte, el analista de la Universidad Autónoma Metropolitana José Luis Piñeyro expuso que a más de un año de que empezaron los operativos federales y militares en el país, es difícil hablar de “triunfos contundentes, como quiere hacer creer el gobierno federal”. Se han obtenido, precisó, “resultados en mantener un equilibrio frágil con el crimen organizado, en particular con el narcotráfico”.

Consideró que lo que hace endeble la participación de militares en los operativos es la ausencia de policías federales y estatales “de recambio”, es decir, que éstos puedan enfrentar el crimen organizado una vez que se retira el Ejército.

Apuntó, en entrevista, que las estrategias anticrimen deben ir acompañadas por esquemas sociales de combate a la pobreza extrema, que es de donde se nutren el narcotráfico y otras organizaciones delictivas.

Nota de Gabriel León Zaragoza, La Jornada, 30 de marzo.


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