El organismo internacional señaló que personal del refugio también ha recibido amenazas, hechos que han sido denunciados ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), pero ésta no ha abierto ninguna investigación al respecto, incluso ha sugerido el cierre total del refugio, ya que no es probable que el acoso cese.
La autoridad tampoco ha ordenado protección efectiva para el refugio y su personal, señaló Amnistía y alertó que los migrantes que se alojan en el refugio y el personal que trabaja en él corren peligro.
El pasado 9 de octubre, el obispo Raúl Vera, de la Diócesis de Saltillo, denunció la ola de racismo contra los migrantes ilegales centroamericanos, quienes son víctimas de una campaña xenofóbica, discriminatoria, racista y criminalizadora tras la presunta implicación de un hondureño en un asesinato.
“A partir de esto responsabilizaron a Belén, Posada del Migrante por el hecho delictivo, argumentando que el apoyo humanitario favorecía la presencia de las personas migrantes en situación irregular, colocándoles el adjetivo de delincuentes, posibles delincuentes o delincuentes en potencia”, lamentó el obispo.
Amnistía Internacional explicó que a primeras horas del 11 de octubre, un miembro del personal de Belén, Posada del Migrante en Saltillo, estado de Coahuila, escuchó fuertes ruidos procedentes del exterior de la Posada.
“Se asomó a la calle y vio a un grupo de 12 personas que huían: habían destrozado el contador de la electricidad, y el refugio estaba sin corriente eléctrica”, detalló el organismo. Posteriormente, el 25 de octubre, a las dos de la madrugada, el personal del refugio oyó que alguien, desde el exterior del edificio, gritaba y vieron a unas personas arrojando piedras contra el refugio, rompiendo varias ventanas y destrozando el transformador eléctrico.
Desde el 14 de octubre, tres miembros del personal (la hermana María Guadalupe Argüello, Alberto Xicoténcatl Carrasco y Sandra Luz Albicker Aguilera) han recibido llamadas telefónicas anónimas, tanto en el refugio como en su casa, entre las dos y las cinco de la madrugada.
Además, desde el pasado 5 de octubre el padre Pedro Pantoja Arreola, que dirige la Posada, ha recibido en su móvil, una serie de llamadas telefónicas amenazadoras en las que le dicen que “mejor dedícate a otra cosa”.
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