La decisión del Congreso de establecer en el paquete presupuestario un mayor déficit público implicará que el mercado interno el año próximo esté sujeto a un escenario de menor crecimiento económico, alza en tasas de interés y desincentivo de la inversión en proyectos productivos, advirtieron especialistas.
Los legisladores decidieron avalar una Ley de Ingresos en la cual se aumentó el déficit a 0.75 por ciento (90 mil millones de pesos) como proporción del producto interno bruto (PIB), cifra que al considerar el gasto capital de Pemex y otros requerimientos del sector público, la deuda del país asciende a casi 4 por ciento.
Rodrigo Centeno, del Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac), aseguró que históricamente cuando el gobierno incurre en un mayor déficit público se generan las condiciones para un menor crecimiento económico, pues se provoca en el mercado una alza en las tasas de interés y en consecuencia el precio del crédito aumenta.
“Bajo esta situación, a los empresarios les conviene menos invertir y mantener su capital en mercados financieros y de bonos, esto incentiva un mayor incremento de los precios, lo cual impacta negativamente al consumo”, dijo.
El presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, Pedro Núñez, sostuvo que un mayor déficit hará mucho daño por la carga financiera que causa un mayor endeudamiento y sólo denotó la nula voluntad por ajustar el gasto ineficiente del gobierno.
“Ante una cantidad limitada de recursos, el efecto es un desplazamiento del sector privado, que ahora tendrá menos recursos para invertir, y como consecuencia de una mayor demanda por estos recursos, aumentará la tasa de interés”, aclaró.
Centeno señaló que lo delicado de pedir dinero es que México no tiene una capacidad creíble ante los prestadores internacionales para pagar la deuda que se adquiera.
“Cuando pides prestado a una tasa lo que se tiene que asegurar es la capacidad de pago en el futuro, y para ello se necesita una clase de colateral; en el pasado México puso sus reservas petroleras, cosa que hoy no tenemos”, explicó.
Será más difícil que los mercados internacionales presten a una tasa de interés “más moderada o manejable”, aseveró.
El secretario de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, defendió en varias ocasiones que el déficit al que el país podía incurrir no debía ser mayor a 0.5 por ciento como proporción del PIB, debido a la caída de los precios del petróleo y su menor producción.
“El ajuste del déficit no presiona más a las finanzas públicas porque la deuda de por sí ya es grande, el discurso del secretario reconocía de manera implícita un problema que existe y se ocultaba, con la finalidad de que aprobaran el cobro de más impuestos”, dijo el jefe de área económica del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, José Luis de la Cruz.
“En los pasados cuatro años se nos dijo que todo estaba bien, que la deuda externa disminuía, pero cuando veíamos el conjunto de todos los pasivos en realidad se incrementaba”.
Los legisladores decidieron avalar una Ley de Ingresos en la cual se aumentó el déficit a 0.75 por ciento (90 mil millones de pesos) como proporción del producto interno bruto (PIB), cifra que al considerar el gasto capital de Pemex y otros requerimientos del sector público, la deuda del país asciende a casi 4 por ciento.
Rodrigo Centeno, del Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac), aseguró que históricamente cuando el gobierno incurre en un mayor déficit público se generan las condiciones para un menor crecimiento económico, pues se provoca en el mercado una alza en las tasas de interés y en consecuencia el precio del crédito aumenta.
“Bajo esta situación, a los empresarios les conviene menos invertir y mantener su capital en mercados financieros y de bonos, esto incentiva un mayor incremento de los precios, lo cual impacta negativamente al consumo”, dijo.
El presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, Pedro Núñez, sostuvo que un mayor déficit hará mucho daño por la carga financiera que causa un mayor endeudamiento y sólo denotó la nula voluntad por ajustar el gasto ineficiente del gobierno.
“Ante una cantidad limitada de recursos, el efecto es un desplazamiento del sector privado, que ahora tendrá menos recursos para invertir, y como consecuencia de una mayor demanda por estos recursos, aumentará la tasa de interés”, aclaró.
Centeno señaló que lo delicado de pedir dinero es que México no tiene una capacidad creíble ante los prestadores internacionales para pagar la deuda que se adquiera.
“Cuando pides prestado a una tasa lo que se tiene que asegurar es la capacidad de pago en el futuro, y para ello se necesita una clase de colateral; en el pasado México puso sus reservas petroleras, cosa que hoy no tenemos”, explicó.
Será más difícil que los mercados internacionales presten a una tasa de interés “más moderada o manejable”, aseveró.
El secretario de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, defendió en varias ocasiones que el déficit al que el país podía incurrir no debía ser mayor a 0.5 por ciento como proporción del PIB, debido a la caída de los precios del petróleo y su menor producción.
“El ajuste del déficit no presiona más a las finanzas públicas porque la deuda de por sí ya es grande, el discurso del secretario reconocía de manera implícita un problema que existe y se ocultaba, con la finalidad de que aprobaran el cobro de más impuestos”, dijo el jefe de área económica del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, José Luis de la Cruz.
“En los pasados cuatro años se nos dijo que todo estaba bien, que la deuda externa disminuía, pero cuando veíamos el conjunto de todos los pasivos en realidad se incrementaba”.
Alberto Verdusco, Milenio, 17 de noviembre.
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