Dejan en tierra al negociador

DOS BOCAS.- En la parafernalia de un festejo por la expropiación petrolera las ausencias y asistencias afloraron en simbolismos.

El Presidente Felipe Calderón subió al avión a medio gabinete para volar a Tabasco y participar en la efeméride petrolera, pero dejó en tierra, para mayor seña en Gobernación, a su negociador de la reforma energética, Juan Camilo Mouriño.

Acalorados, cada quien con una botellita de agua a la mano en el templete principal, acompañaron al Presidente los titulares de Hacienda, Energía, Comunicaciones, Trabajo y Medio Ambiente, Agustín Carstens, Georgina Kessel, Luis Téllez, Javier Lozano y Rafael Elvira Quesada.

¿Y el negociador de la reforma? Brilló por su ausencia. Quedó fuera de la jugada. Jesús Reyes Heroles, padre del actual director de Pemex, acuñó la célebre frase que ayer cobró sentido: "En política la forma es fondo".

"El hecho de que Juan Camilo no haya venido es un mensaje muy claro de cómo el asunto de los contratos (que firmó el funcionario) está afectando la reforma energética. El Presidente decidió no hacer más ruido con los símbolos... y este mismo evento está lleno de simbolismos", resumió el diputado panista Gerardo Priego, tabasqueño que ayer se coló al festejo.

"¡Pero qué es esto! ¿Qué hacen aquí (Carlos) Romero Deschamps y Francisco Labastida Ochoa, los protagonistas del Pemexgate..?", preguntó Priego.

El 18 de marzo cobijó el reencuentro de dos viejos camaradas: Romero Deschamps y Labastida, protagonistas del sonado escándalo del Pemexgate. Los dos, ahora, partiendo plaza, muy cerca del Presidente.

"Nos honra también (con su presencia) el senador Francisco Labastida, presidente de la Comisión de Energía", anunció el dirigente petrolero con bombo y platillo.

Dueño de la escena, Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, se dio el lujo de recordar desde el atril el paso de Javier Lozano por las filas del gremio: "un viejo petrolero que hoy ocupa la Secretaría del Trabajo".

Sólo faltaron las matracas: Romero Deschamps armó un festejo con porras, con música de "Vamos a Tabasco que Tabasco es un edén" y con el suficiente margen de maniobra como para movilizar a cinco buques de gran calado para servir de trasfondo al escenario dispuesto en la terminal marítima Dos Bocas.

El líder petrolero se dio el lujo de alterar el protocolo para obsequiar a Calderón y a los integrantes de su comitiva sendas estatuillas en cristal del General Lázaro Cárdenas del Río.
Nota de Mayolo López, enviado, Reforma, 19 de marzo.

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