Ni los policías están a salvo

Mexicali, BC, 16 de marzo. “Está comisionado en Tecate”, le dijeron a Alma Díaz la noche del 5 de marzo de 1993, cuando preguntó en la comandancia de policía por su hijo Erick Francisco Díaz, agente municipal.

Pasaron los días y Alma siguió recibiendo la misma versión de jefes policíacos: Erick se encontraba en una comisión junto con otro compañero, Carlos Topete: sin embargo, la familia de éste visitó a Alma Díaz para avisarle que ambos habían desaparecido.

Alma empezó a indagar y, por medio de otros agentes supo que “los jefes” de la policía municipal hicieron desaparecer a su hijo por motivos aún desconocidos. Hoy Alma Díaz coordina en Mexicali la Asociación Esperanza contra la Desaparición Forzada de Personas y la Impunidad.

Uno de los casos más recientes es el de Carlos Andrés Ortiz López, estudiante de la Universidad Iberoamericana del Noroeste, quien desapareció el 8 de febrero luego de acudir a la aduana ubicada en la Puerta México de Tijuana, donde realizaba prácticas escolares.

Un día antes el joven comentó a sus familiares que en las instalaciones de la Secretaría de Hacienda en Tijuana había observado “cosas raras” (cuya naturaleza nunca explicó), señaló Fernando Ocegueda, coordinador de la asociación en dicha localidad.

Nota de Antonio Heras, corresponsal, La Jornada, 17 de marzo.


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