Salen por un sueño y encuentran una pesadilla

La ambición por mejorar la calidad de vida sigue siendo la trampa de las organizaciones criminales de trata de personas internacionales para atrapar víctimas, ya sea para explotarlas sexual o laboralmente en el extranjero.

Con engaños, mediante atractivas ofertas de trabajo y remuneradas en moneda extranjera, mujeres son atraídas por bandas organizadas para esclavizarlas en prostíbulos o engañarlas y enviarlas a alguna ciudad que las víctimas no conocen, como ocurre en La Triple Frontera, zona en la que confluyen los límites de Paraguay, Brasil y Argentina.

En México, en la población de Pedro Escobedo, en el estado de Querétaro, la pesadilla comenzó cuando algunos de sus pobladores fueron contratados como albañiles en una isla llamada Bimini, en las Bahamas.

Cinco meses después, en los diarios nacionales circuló la noticia de que seis mexicanos denunciaron condiciones de esclavitud en sus trabajos.

La Triple Frontera

Cynthia Bendlin, consultora de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la Triple Frontera, explicó: “La porosidad de la frontera y los distintos niveles de gobierno que tienen jurisdicción en la zona complican muchísimo la lucha contra la trata de personas. La intención es apuntar a la prevención. Poner luz sobre este delito para que la comunidad esté atenta”.

La Triple Frontera es una región con una realidad sociopolítica y cultural compleja, donde varios ríos, así como tres aeropuertos y dos puentes internacionales, separan los países, por lo que la zona se hace más vulnerable a las redes criminales que operan la trata de personas.

Bendlin, elegida como la mujer del año por el Departamento de Estado estadounidense por su trabajo en la región, contó que unas 500 mil personas viven en la zona. Aunque las estadísticas de casos de trata con fines de explotación sexual son escasas, personal de Migraciones de Puerto Iguazú estima que 20% de las personas captadas tiene menos de 18 años.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que en la Triple Frontera al menos 3 mil 500 chicos y chicas de menos de 18 años están en situación de explotación sexual.

El Centro de Atención y Prevención a Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Explotación Sexual Comercial de Paraguay aseguró que en 2007 atendió a más de 120 víctimas de explotación sexual infantil en Ciudad del Este; 70% fueron casos de trata. Brasil, por caso, tiene un potencial de 6 mil víctimas de trata en la triple frontera.

La OIM identifica a Misiones como el área principal de reclutamiento. Las chicas son llevadas para ser explotadas en prostíbulos de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Entre Ríos, Santa Cruz, Chubut y Tierra del Fuego. “Hay un predominio de la trata interna, pero también se detectaron casos de trata internacional, sobre todo de mujeres de Paraguay que ingresan por Misiones y Entre Ríos”, dice el informe.

Los jóvenes tienen entre 8 y 18 años, trabajan en las calles, sobre todo en los alrededores de zonas aduaneras y del paso fronterizo de La Amistad, y son reclutados cuando están en la vía pública, clubes nocturnos, cabarets, bares, burdeles, discotecas e incluso en hoteles, indica la OIT.

Pero no sólo la explotación sexual preocupa. También, el reclutamiento mediante engaño con fines laborales. Y es uno de los temas que más preocupa, ya que se trata del tercer negocio más redituable del mundo, luego del tráfico de drogas y de armas, con ingresos estimados en 32 mil millones de dólares, indica la OIT.

Pesadilla en Bahamas

Un caso de esclavitud laboral lo vivieron habitantes de Pedro Escobedo, municipio localizado a 45 minutos de la capital de Querétaro, que se ubica a tres horas de la ciudad de México.

En marzo pasado, Ana Isabel Mata y su esposo, Juan Gabriel Martínez, tocaron a la puerta de una mujer que manejaba la esperanza entre sus manos y la usaba de manera engañosa para atraer aspirantes y contratarlos para trabajar en una isla.

Ana Isabel quería escuchar con sus propios oídos lo que su esposo le había contado horas antes con los sueños envueltos en las cifras de 450 dólares o 500 como salario semanal. Cuando tocaron la puerta les abrió una mujer: Leonarda Olvera Torres. “Contigo, ya tengo dos. Nos faltan otros cuatro porque tengo que enviar grupos de seis. ¿Qué eres?”. “Albañil”, respondió él.

La mujer les mostró unas fotografías de trabajadores comiendo alrededor de una hoguera y trabajando frente al mar. Así, él decidió irse. Cinco meses después, en los diarios nacionales circuló la noticia de que seis mexicanos denunciaron condiciones de esclavitud laboral en la isla Bimini, en las Bahamas. Dijeron haber sido enganchados por contratistas de las empresa Rav Bahamas. EL UNIVERSAL comprobó que les retenían el pasaporte hasta que cumplieran su contrato, que si alguien quería regresar a México tendría que trabajar tres meses sin sueldo.

“Nosotros no traemos a nadie engañado, damos contrato. Traemos a mexicanos desde 1997. Pero muchos vienen a echarle ganas y otros no”, habría dicho la vicepresidenta de Rav Bahamas, Mercedes Thomas.

Luego de meses de lucha, Ana Isabel logró que el caso de su marido llegara a la Secretaría (ministerio) de Relaciones Exteriores.

Era finales de julio. En la primera semana de agosto, por el mismo llano que se fue, sus hijos lo vieron venir. Juan Gabriel era el primero de los seis mexicanos en regresar, gracias a su esposa.

Texto de Laura Rocha, El Universal, 23 de marzo.



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