Ya podrán estar satisfechos todos los que intervinieron en elaborar este galimatías jurídico que hoy norma los procesos electorales, sobre todo los actuales consejeros del IFE, quienes no satisfechos con las complicaciones incorporadas al Ccofipe por los legisladores, se dedicaron a redactar y aprobar decenas de reglamentos llenos de absurdos que han hecho todavía más confuso, desordenado y enmarañado el proceso electoral.
Cada vez que los consejeros se ven confrontados por alguna de sus decisiones, se cansan de echarle la culpa a las leyes vigentes, cuando en realidad son sus marcos reglamentarios los que están haciendo de su trabajo una misión imposible.
Es verdad que muchas de las decisiones del legislativo rayaron en el absurdo, (lo dije públicamente antes y después de que se hicieran las reformas a las leyes electorales y hoy lo sigo sosteniendo), pero fue la prepotencia e irresponsabilidad de los propios consejeros del IFE al reglamentar dichas leyes lo que los tiene ahora entre la espada y la pared, con una carga de responsabilidades que evidentemente no pueden cumplir.
Caro vamos a pagar todos la prepotencia de los señores consejeros si el próximo 5 de julio el IFE se ve rebasado como lo prevén 4 de cada 10 electores. ¿Quién puede culpar a los que piensan que la actuación de los consejeros ha dejado mucho que desear, cuando el centro de las campañas es, y por lo que se ve seguirá siendo, el debate sobre sus decisiones, acciones y omisiones?
Las sospechas están ya en el aire: ese “error” de traspapelar los videos del candidato del PRI a la gubernatura de Sonora la opinión pública lo está viendo como un acto deliberado de la autoridad electoral para ayudar al candidato del PAN; sus juicios inquisitoriales sobre el contenido de lo que se difunde se está leyendo como un atentado directo contra la libertad de expresión que la Constitución asegura, las expectativas de hostilidades entre partidos políticos el 5 de julio están en niveles que no se veían en este país desde 1990, temores que al conjuntarse con el hartazgo que provoca la insulsa e incesante propaganda electoral sólo nos está llevando a una elección donde la abstención será la única que podrá erigirse como ganadora.
Cada vez que los consejeros se ven confrontados por alguna de sus decisiones, se cansan de echarle la culpa a las leyes vigentes, cuando en realidad son sus marcos reglamentarios los que están haciendo de su trabajo una misión imposible.
Es verdad que muchas de las decisiones del legislativo rayaron en el absurdo, (lo dije públicamente antes y después de que se hicieran las reformas a las leyes electorales y hoy lo sigo sosteniendo), pero fue la prepotencia e irresponsabilidad de los propios consejeros del IFE al reglamentar dichas leyes lo que los tiene ahora entre la espada y la pared, con una carga de responsabilidades que evidentemente no pueden cumplir.
Caro vamos a pagar todos la prepotencia de los señores consejeros si el próximo 5 de julio el IFE se ve rebasado como lo prevén 4 de cada 10 electores. ¿Quién puede culpar a los que piensan que la actuación de los consejeros ha dejado mucho que desear, cuando el centro de las campañas es, y por lo que se ve seguirá siendo, el debate sobre sus decisiones, acciones y omisiones?
Las sospechas están ya en el aire: ese “error” de traspapelar los videos del candidato del PRI a la gubernatura de Sonora la opinión pública lo está viendo como un acto deliberado de la autoridad electoral para ayudar al candidato del PAN; sus juicios inquisitoriales sobre el contenido de lo que se difunde se está leyendo como un atentado directo contra la libertad de expresión que la Constitución asegura, las expectativas de hostilidades entre partidos políticos el 5 de julio están en niveles que no se veían en este país desde 1990, temores que al conjuntarse con el hartazgo que provoca la insulsa e incesante propaganda electoral sólo nos está llevando a una elección donde la abstención será la única que podrá erigirse como ganadora.
•• Nota metodológica Encuesta telefónica realizada el 16 de mayo, considerando 500 entrevistas a personas mayores de 18 años seleccionadas mediante un muestreo aleatorio simple sobre el listado de teléfonos del País. Con 95 por ciento de confianza, el error estadístico máximo que se tiene es de +/- 4.5 por ciento.
María de las Heras, Milenio, 19 de mayo.
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