En este encuentro se exploraron opciones para abrir una mayor competencia dentro del sector de las telecomunicaciones.
A cambio de prometerle a Slim una licencia de televisión, las autoridades le pidieron que estableciera tarifas de interconexión más razonables, menores costos en las llamadas de larga distancia, y compartir la infraestructura de Teléfonos de México.
El encuentro, de aproximadamente dos horas y media, que terminó sin acuerdos entre las partes, se volvió por momentos tenso y, en un instante de exasperación del empresario -que el propio Calderón tuvo que calmar- amagó con vender el gigante de las telecomunicaciones.
"Les dije: díganme que es lo que quieren. Si quieren que venda, ok", señaló Slim.
Lo anterior se revela en un extenso reportaje que publica esta semana el periodista Lawrence Wright en la revista The New Yorker.
En él ofrece un amplio y revelador perfil del empresario mexicano, a quien pinta como un brillante hombre de negocios que supo sacar ventaja de su posición monopólica en México para crear un imperio y amasar una fortuna, considerada la tercera más grande del mundo por la revista Forbes.
"Para muchos mexicanos, la riqueza de Slim es materia de orgullo", consideró Wright, quien pasó varias semanas en México y entrevistó durante horas al magnate de Telmex.
"Pero para muchos otros mexicanos, Slim representa lo que está mal con el sistema mexicano", añadió el periodista.
El reportaje contiene numerosas fuentes en México y Estados Unidos que critican con dureza la forma de actuar del empresario de 69 años, que incluye arreglos de precios, prácticas monopólicas y amenazas a sus competidores.
"Si la sociedad me pidiera que me saliese del negocio, lo haría, pero por favor pregúntele a mis críticos qué han hecho ellos por el país. ¿Cuántos empleos crearon ellos? ¡Ah, cuánto me odian!", se quejó el empresario en la entrevista.
El artículo, sin embargo, se centra en el misterio que para muchos estadounidenses resulta Slim, luego de que a principios de este año otorgó una línea de crédito de 250 millones de dólares a la compañía de The New York Times para que pudiera salir de sus aprietos financieros.
Incluso, terminó siendo accionista y acreedor de dicho periódico.
Según señala Wright, en las negociaciones con el Times, el mexicano logró superar las propuestas del empresario del entretenimiento David Geffen y el interés del multimillonario alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.
Añade que Slim convenció a la familia dueña del diario, los Ochs-Sulzberger, de que no buscaría involucrarse en el ámbito editorial de la compañía.
"Creemos que es el mejor diario, la mejor marca. Creemos en el contenido mediático. Pensamos que los diarios desaparecerán, pero no el contenido", subrayó Slim al explicar esa inversión en el matutino más respetado del mundo, de acuerdo con Lawrence Wright.
"Si hubiera querido comprar un diario, lo hubiera hecho 50 años atrás... no me involucren en cosas tontas", mencionó el empresario.
El perfil se zambulle de lleno en la vida de Slim, desde el origen libanés de su padre hasta la sentida muerte de su esposa, Soumaya.
También pasa por su fascinación hacia los números, la pasión por el beisbol, sus gustos por el arte y el desprecio por la política.
"No tengo negocios con políticos", afirmó el mexicano al periodista Wright.
Declaró el dueño de Grupo Carso que no cree demasiado en las obras de caridad, porque te pueden hacer popular, pero no puedes resolver los problemas.
"El nacionalismo de Slim, su humildad y sus relativamente modestos hábitos personales lo destacan como una suerte de reprimenda a la típica imagen que los mexicanos tienen de sus oligarcas", destaca el autor.
El artículo también relata que durante la reciente visita del Presidente Barack Obama a México, el mandatario le pidió a Carlos Slim que lo visitara a él y a su asesor económico, Larry Summers, presidente del Consejo Nacional de Asuntos Económicos en Estados Unidos.
El objetivo, declaró, era para platicar sobre la manera de enfrentar la actual crisis económica mundial.
Detalles personales
Wright salpica su nota con coloridos aspectos de la vida de Carlos Slim.
· Tiene una Blackberry a la que llama "mi BB" y no usa computadoras.
· Se disfrazó de Elvis Presley para su último cumpleaños.
· Mantiene una entrañable amistad con la reina Noor de Jordania.
· Sólo lee el New York Times cuando se encuentra en Estados Unidos
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