Corría el tiempo y las exigencias de cenecistas ponían en duda la aprobación

“Al campo, a nosotros, nos faltan cinco mil millones de pesos; si no los suelta el gobierno a ver cómo le hacen ustedes para dárnoslos”, advierte el líder de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Cruz López Aguilar, a la diputación priista, a la que pertenece.

La amenaza surte un doble efecto. De entrada, “revienta” la sesión previa tricolor y obliga a aplazar de nuevo la reunión de la Comisión de Presupuesto.

Luego, el coordinador de la diputación priista, Francisco Rojas, y el presidente de la Comisión dictaminadora, Luis Videgaray, se contactan con el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y acuerdan una nueva cita, la enésima, para abordar ese tema y tratar de destrabar el Presupuesto.

A las 5 de la tarde, cuando faltan únicamente siete horas para que venza el plazo constitucional para la aprobación del Gasto Público 2010, una comisión tricolor, en la que desde luego se encuentra Cruz López, sigue en Hacienda exigiendo ese dinero.

Y por consiguiente en San Lázaro, a esa hora, no había dictamen de Presupuesto para el año entrante.

Lo que había era una incertidumbre total.

Para ese momento restaban siete horas para la medianoche y en la Cámara no había hora literalmente para nada. No la había para el retorno a San Lázaro de los comisionados a Hacienda; tampoco para que los tricolores volvieran a reunirse a fin de conocer el resultado de aquellas negociaciones, y menos para que sesionaran la Comisión de Presupuesto ni el pleno.

Producto de toda esta tensión, el estrés y el desvelo, las mal pasadas pues, de las últimas semanas en San Lázaro, tomaron ayer un toque aún más dramático luego de que, mientras los priistas campesinos peleaban sus recursos, el diputado perredista Emilio Serrano sufría una grave descompensación arterial que lo obligaba a salir en ambulancia a un hospital capitalino.

Los perredistas integrantes de la Comisión del Distrito Federal trabajaban en la estrategia para defender los recursos para la capital de la República, cuando a las 19:45 horas, Emilio Serrano, de 59 años de edad, perdió el sentido y se desvaneció.

Serrano es quien el pasado 22 de octubre golpeó con su puño izquierdo la tribuna para exigir al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, le prestara atención y volteara a verlo mientras intervenía en la accidentada comparecencia del funcionario ante el pleno de los diputados.

Los fantasmas, brujas y toda suerte de espantos que legó el pasado 2 de noviembre se estacionaron en San Lázaro y ocasionaron ayer, al igual que en las últimas semanas, duros estragos, aunque no por mucho tiempo, ya que, como dijo Luis Videgaray para tratar de ahuyentar a aquellos hechiceros, “habrá Presupuesto en tiempo y forma”.
Luciano Franco, Crónica, 16 de noviembre.

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